Seguridad personalísima
“Nadie puede herirme
sin mi permiso”.
Gandhi.
En un desayuno de trabajo con unos clientes de su servidor, sobre “Seguridad Personal”, que no es otra cosa, que todas aquellas medidas de autoprotección que debe llevar a cabo un sujeto para protegerse primero él, luego a su familia y por último a sus bienes. Me hace un cuestionamiento un Doctor, -Oiga, ¿Pues qué no pagamos impuestos para que el gobierno nos de seguridad?
Mire estimado Doctor y lector, déjenme planteárselos como dice el Maestro Sergio García Ramírez: “La Seguridad Pública es una cualidad de los espacios públicos y privados, que se caracteriza por la inexistencia de amenazas que socaven o supriman los bienes y derechos de las personas y en las que existen condiciones propicias para la convivencia pacífica y el desarrollo individual y colectivo de la sociedad”.
Y, mientras no se den esas “cualidades” en las calles, caminos, carreteras, cajeros automáticos, transporte público, bancos, mercados, parques, centros recreativos, centros comerciales, en nuestros automóviles, trabajo, escuela y en nuestras casas y sí el gobierno no impide, neutraliza o elimina las amenazas contra la población, Usted estimado Doctor y lector tendrán forzosamente que auto-protegerse, punto.
Ya estamos como la máxima de los motociclistas: “El que circula en moto o ya se cayó o se va a caer, pero, de que se cae, se cae”. -Si no ha tenido un delito, lo sufrirá, pero de que será víctima, lo será-.
Pero, ¿Cómo se construyen esas cualidades o condiciones para una buena seguridad pública? Pues, primeramente, con la participación de la sociedad y luego múltiples recursos del Estado. Y entramos al primer obstáculo, la sociedad mexicana está pasando por uno de sus procesos más tristes de descomposición, manifestado en una vorágine de violencia contra sus semejantes y ahora ya contra los animales. Un fenómeno de “violencia social extrema a la mexicana”, sin parangón.
Hace ya más de diez años en una encuesta entre universitarios, a pregunta expresa de cómo definirían a México sí fuera una persona: “Un viejo egoísta y corrupto”; hoy, la respuesta sería: “Un pinche viejo hiper egoísta, corruptísimo y violento”.
Somos una sociedad estrictamente “chillona”, diría mi abuelo, lloramos y nos quejamos de todo y de la inseguridad ni se diga, en las charlas del café como chismecito, en las borracheras, hasta en las bodas y quince años, pero hasta ahí.
Estamos descompuestos como una sociedad responsable, necesitamos arreglarnos, es la única posibilidad contra la inseguridad, o nos sentamos a la orilla del camino impasibles a ver la desintegración total de una sociedad indiferente, cancelando toda posibilidad de estar seguros, no asesinado, no asesinada por ser mujer, no violado, no traficado por ser niño en red de pedofilia, no desparecido, no levantado, no mutilado, y un extenso etcétera.
Vienen ya las “corcholatas” de todos los partidos políticos, y como desde hace ya muchos años, la “preocupación” de los mexicanos es la inseguridad y la violencia, y que creen, nos van a prometer más seguridad, pero, dejemos de preocuparnos y ocupémonos como sociedad pensante de nuestra seguridad, exigiéndola, no limosneándola.
TAPANCO: Decía Octavio Paz:
Para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia,
no soy, no hay yo, siempre somos nosotros.
@franciscosoni