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Si un árbol cae en el bosque

Por Marco Iván Vargas Cuéllar

Noviembre 18, 2021 03:00 a.m.

Seguramente Usted ya ha escuchado este planteamiento: imagine un vasto bosque lleno de árboles altos, algunos de ellos de cientos de años de antigüedad. Uno de ellos, ha estado muerto por un tiempo y con el viento empieza a astillarse y en poco tiempo cae. ¿Hará algún ruido al caer si nadie está ahí para oírlo?.

Existe alguna discusión sobre el origen de esta provocación reflexiva. Hay quien identifica su antecedente en los trabajos de George Berkeley publicados en 1710 con el título “A Treatise Concerning the Principles of Human Knowledge”; en ese texto se incluyen las siguientes ideas: “Pero, dices tú, seguramente no hay nada más fácil para mí que imaginar árboles, por ejemplo, en un parque, o libros existentes en un armario, y nadie por percibirlos”, “Los objetos de los sentidos existen sólo cuando se perciben; los árboles, por tanto, están en el jardín... no más que mientras haya alguien que los perciba”.

Algún tiempo después, las revistas The Chautaquan y Scientific American -en 1883 y 1884, respectivamente- abordaron la misma cuestión ofreciendo respuestas técnicas que se alejan del ángulo filosófico: el sonido es una vibración, transmitida a nuestros sentidos a través del mecanismo del oído y reconocida como sonido solo en nuestras terminales nerviosas. La caída del árbol o cualquier otra perturbación producirá vibraciones en el aire. Si no hay oídos para escuchar, no habrá sonido.

Regresando un poco con Berkeley, la cuestión se centra en la existencia de las cosas: ¿puede existir algo sin ser percibido por la conciencia?. Todo depende. Objetos, constructos, fenómenos. Todo depende. Uno de los elementos más significativos para resolver esto se relaciona con la filosofía de la ciencia y el desarrollo del conocimiento objetivo. Sin complicar demasiado las cosas debo decirle que es una gran ventaja contar con mecanismos, dispositivos, instrumentos y metodologías que hoy nos permiten rastrear indicios, identificar hallazgos y demostrar la existencia de cosas. Objetos, constructos, fenómenos. Hoy podemos saberlo.

Desde hace algunas décadas, en la ciencia de las políticas públicas -que no es lo mismo que las ciencias políticas- se ha demostrado que la lógica bien estructurada, la claridad y la precisión del conocimiento científico permite a los formuladores de políticas, mejorar la calidad y eficacia de los procesos de toma de decisiones. Desde esta forma de entender la labor de gobernar, resulta imprescindible contar con instrumentos de información que permitan entender para decidir. Después viene la ejecución de las decisiones y la verificación de que las acciones implementadas tuvieron algún efecto sobre lo que se tenía que atender o resolver. 

Sin embargo, la labor de gobernar no puede ser reducida a un asunto de prescribir soluciones ante problemas diagnosticados. La ideología y los valores importan, nos guste o no. En cualquier caso, un gobierno que aspire a tener algún éxito en la aplicación de sus políticas debe saber leer, escuchar y entender para poder decidir. Son los valores y la ideología los que modelan la forma en que se interpreta la realidad y debo decir que indiscutiblemente inciden en las soluciones que se proponen. Legislación, programas, gasto público. Se gobierna según la manera en que se entiende a la sociedad.

Ahora que está en boga discutir las consultas públicas, bien nos haría reflexionar sobre el potencial que tiene una buena consulta para que un gobierno entienda a la sociedad a la que sirve. En otro momento le había hablado de las consultas que se practican en Estados Unidos -por mencionar un ejemplo- donde se somete a consideración de la ciudadanía la toma de decisiones sobre asuntos de interés público y cotidiano. Pero también están otras consultas como la Infantil y Juvenil que se levanta durante este mes de noviembre y cuyos resultados podrán consultarse y analizarse en unos meses más. Hay que entender que estos dispositivos de la democracia no se reducen a mera expresión de las ideas. Se requieren oídos que escuchen lo que la sociedad tiene que decir.

¿La sociedad participativa hará algún ruido si no hay un gobierno que esté ahí para oírlo?.

Twitter. @marcoivanvargas