Sin aire y sin dinero
En 1884 Benito Pérez Galdós publicó una novela que se llama "La de Bringas", teniendo como protagonista a Rosalía Pipaón, esposa de Francisco de Bringas, por lo que la mujer acaba siendo conocida por sus amigos como "la de Bringas". Hagamos primero una pausa y recordemos que cuando Pérez Galdós escribió era el siglo XIX, y que lo habitual era que las mujeres casadas fuesen "de" alguien. Entonces, aceptemos el anacronismo y sigamos.
La novela, sin echarles a perder el tema, habla sobre una familia que, gracias a la labor del padre, que es un burócrata, logra entrar al servicio de la reina Isabel II, ganando con ello el derecho de vivir dentro de palacio en los apartamentos reservados al séquito monárquico. Rosalía, que tiene grandes aspiraciones sociales, ve con ello su sueño convertido en realidad, pero también nace la ansiedad de tratar de encajar en un mundo que no es suyo. Así, se ufana por mantener las apariencias entre sus palaciegos vecinos, que, por cierto, tampoco son lo que dicen ser, y comienza a preocuparse por vestir de cierta manera, mantener ciertos compromisos sociales, gastar en cosas de relumbrón. El problema es que Francisco Bringas es austero, medio codo y también medio tibio, así que no se la pone fácil. En una de esas, ella decide gastar una fortuna en un mantón francés pagado a crédito y de ahí, comienza una espiral de deudas de las que Rosalía no puede librarse y que prácticamente acaban con su familia.
En estos días, moviéndome por mi hábitat, que es el centro de esta ciudad, me ha llamado la atención ver muchas más personas de lo usual, cargando bolsas de todos tipos, colores y tamaños y realizandopagos con tarjetas de crédito que al ritmo de bip, bip, bip, cargan con las deudas y los intereses de la época.
Se había acabado mi inhalador, así que me dirigí a la farmacia más cercana y vi que la uni-fila se extendía prácticamente hasta la entrada del local. Me resigné porque esto del asma no es para posponerse y en estas épocas me da miedo que me agarre un ataque sin rescatador. Así, me quedé atrás de una joven pareja que esperaba al igual que yo. Comenzaron a enlistar las personas a las que debían darles regalo según la tradición familiar y resultaron ser siete de un lado, doce del otro. Claro, detallitos, chiquitos, decían de $300 cada uno. Ahí ya iban casi $4,000.00. Luego, contaron lo que les tocaba llevar a la cena de navidad, y entre cositas y cosita, eran otros $2,500. Después añadieron los gastos de Santa y de Día de Reyes, otros $4,000.00. y acabar de pagar un gasto de la casa al cual le faltaban otros $3,000.00. Él recordó las fechas de cortes de la tarjeta, y ella los gastos ordinarios: hipoteca, luz, agua, comida y sumaron otra cantidad, no menor. Entonces los dos se rieron. A mi me empezaron a sudar las manos. Luego pensé que qué me importaba, que seguramente si hacían gastos, era porque había con qué. La fila avanzaba y entonces él dijo con toda la calma del mundo, que entonces ya debían en tarjetas "Tanto" y dijo una cantidad donde la sangre se me fue a los pies. Completita. Yo no sé si para las demás personas sea mucho, pero casi puedo asegurar que para el promedio de mexicanos sí es. Casi puedo asegurar que incluidos los dos deudores en la fila también.
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Entonces me acordé de "La de Bringas", comprando mantones, endeudándose para cubrir deudas previas y perpetuando un círculo que nunca acaba bien. Para mis adentros, les deseé lo mejor y, por si las dudas, en cuanto tuve mi inhalador en mano, me administré una dosis, porque a mí las deudas me quitan el aire.
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