logo pulso
PSL Logo

Todo cambió ¿para que todo siga igual?

Por Juan Manuel Rosales Moreno

Agosto 22, 2024 03:00 a.m.

A

“Todo cambia para que todo siga igual” 

Giuseppe Tomasi di Lampedusa

Inicio mi colaboración de hoy reconociendo que gran parte de lo que hoy compartiré con Usted, es producto de la inspiración después de ver un programa de debate relacionado con temas de actualidad política y social.

En descargo a mi favor diré que las reflexiones que escribiré en las próximas líneas, son relacionadas a temas que vengo analizando con preocupación desde hace algún tiempo, pero no encontraba la manera adecuada de transmitir las ideas, hasta que me inspiró el programa comentado. Dicho esto, inicio.

Estamos en días decisivos ya que se definirá la composición final del Congreso de la Unión, y por ende, el aluvión de reformas que ya están en puerta, iniciando por la tan mencionada al Poder Judicial.

Si se les da, regala, u obsequia la mayoría calificada al Congreso, es muy probable que se vengan en cadena tanto la reforma ya comentada, más la reforma militar, la reforma electoral, la de organismos autónomos, más otras tantas; es decir, estaríamos ante una autocracia legal. Quienes argumentan esto, en mi opinión, son catastrofistas, al decir que nuestro país podrá acercarse a graves problemas financieros, ante la falta de confianza y certidumbre jurídica, de quienes deseen invertir en el país… hasta el fin del T-MEC.

Dudo que suceda esto, pero si podrá enviarse como poderoso mensaje al mundo, es la gran modificación institucional que ya está en puertas, de nuestro país.

Otros dicen que nuestra democracia deficitaria, y aún en construcción desde hace 30 años, transitará de la noche a la mañana a un sistema autoritario no competitivo. Habría una oposición que compite, pero no podrá ganar. Opinan que se saltan procesos y procedimientos para imponer en los 39 días que le quedan a la actual administración federal, un gobierno sin contrapesos, ni transparencia, ni regulación a los poderes fácticos.

Se está presenciando un desmantelamiento del Estado en favor de una presidencia fuerte, creando un régimen unipartidista sin presencia de la oposición o, en el mejor de los casos, una oposición muy debilitada.

Quizás no se regrese al régimen autoritario del PRI tanto en el diseño constitucional, como en el ejercicio del poder político que, dicho de paso, se auto limitaba en el ejercicio del poder autoritario, sustentado en dos pilares: la presidencia, y un partido político que era funcional para el ejercicio institucional y autoritario del poder; es decir, se ejercía un poder funcional.

Hoy estamos ante una concentración del poder por sí mismo, sin objetivos ni propósitos claros. Se está presenciando la construcción de un proyecto de concentración de poder autoritario y caudillista, pero sin usar las instituciones. No se le conoce un fin social, económico, o lo que Usted quiera, más que en el discurso.

Los más pesimistas creen que se están viviendo las últimas horas de nuestra democracia débil e imperfecta, pero a final de cuentas, democracia. No es la reconstrucción del viejo régimen autoritario del PRI, pero aún no se logra descifrar el funcionamiento de este régimen autoritario, de caudillo o líder carismático.

Hay que reconocer, por otra parte, que este es un régimen con un enorme respaldo popular, construido durante años de legitimarse a través de un discurso de ataque al “adversario”. Se convertirá en un gran reto entender las nuevas reglas del juego y enfrentarlo para defender la democracia.

Se votó por un símbolo o un partido, quizás. Pero la realidad, no sabemos a día de hoy porque se votó como se votó. Al menos desde el punto de vista de la oposición. Quizás se aprovecharon resquicios legales, o la interpretación “a modo” para jugar con la ley. Se aprovechó la falta de conocimiento que en general tenemos la ciudadanía sobre el funcionamiento de las votaciones, sumas, restas, coaliciones para obtener el resultado que se obtuvo.

Como diría un buen amigo sobre lo anterior. Quizás sea legal, pero ¿será legítimo? O como diría en su momento el mismísimo AMLO, “quizás sea legal, pero ¿será moral?”.

La oposición hoy por hoy está “entretenida” en pleitos personales. Se les olvidó lo colectivo, nosotros los ciudadanos. Y esta es la situación en la que estamos.

Aunado a lo anterior, la propia desacreditación de la hoy oposición, resultado de décadas de corrupción, el desprestigio de los organismos autónomos que tanto costó construir durante nuestra incipiente democracia, y el asalto de los partidos políticos y la oligarquía para usarlos a su contentillo. Esta sería la autocrítica. Se quedó a deber, se fracasó en mucha parte de sus objetivos.

Ante un Estado ausente durante décadas, y en términos históricos para gran parte de la población en temas de bienestar en temas tan esenciales como empleo, salud o educación, que se reemplazó por dádivas, una narrativa de reivindicación por parte del presidente repetido todos los días en sus conferencias matutinas -llamadas por el mismo “mañaneras”- la polarización del “pueblo vs las élites”.

Se subestimó el poder de esa historia y esa narrativa que construyó el gobierno día a día, y de una hegemonía cada vez más aplastante a lo largo de 6 años. Hay que reconocer que si mejoró la vida de millones de ciudadanos en términos de un ingreso más digno vía el salario mínimo y/o los distintos programas sociales. Para ese importante sector de la población las discusiones “teóricas” sobre corrupción o transparencia, no fue importante.

Tanto el día de mañana (INE) como el próximo 30 de agosto (TRIFE), es que habrá solamente 16 personas en todo el país -11 Consejeros del INE y 5 Magistrados del TRIFE- que tendrán la gran responsabilidad en decidir el futuro del sistema político de este país: si tendremos una democracia con un gobierno de partido hegemónico, o si transitamos a un autoritarismo legal.

Estos personajes que hoy están al frente de dichos cargos serán más responsables que toda la oposición y el poder juntos, que todas nuestras generaciones, que todo nuestro conocimiento que le compartimos en columnas como esta; es decir, ellos y solo ellos tienen la decisión de otorgar o negar. Tienen la historia y el futuro de México en sus manos.

Gran responsabilidad. Esperemos tengan la sabiduría y la ética para tomar la mejor decisión. Por el bien de todos y no tengamos que aplicar la frase “todo cambió... para que todo siga igual” o peor. Esto último es de mi cosecha.

jmanuelrm@msn.com