Si tiene interés en viajar al espacio, la NASA le ofrece llevarlo en calidad de turista a la estación espacial internacional por 58 millones de dólares. Hay que aclarar que este costo es solo por el transporte y no cubre los costos de alojamiento, que son de unos 35,000 dólares por noche. De este modo, si planea una estancia de 30 días en el espacio añada un millón de dólares al costo del transporte.
Desafortunadamente para muchos de nosotros, con estos costos el viaje al espacio está fuera de cualquier posibilidad. Esperaríamos que en el futuro dicho costo se reduzca y crezca el grupo de aquellos que podrían cubrirlo, al mismo tiempo se amplían los destinos turísticos espaciales, a la Luna y a otros lugares de nuestro Sistema solar.
Si esto llegara a suceder ¿Cuáles serían los destinos favoritos? De entrada, con seguridad descartaríamos a Mercurio y a Venus -los dos planetas más cercanos al Sol- cuyas temperaturas en su superficie están lejos de ser acogedoras. En el caso de Mercurio oscilan entre 430 grados centígrados y menos 180 grados centígrados, mientras que la temperatura superficial de Venus ronda los 500 grados centígrados.
Marte, nuestro vecino cercano, posiblemente resultase una mejor opción para el turismo. Las fotografías que nos han hecho llegar las sondas de la NASA que se han posado sobre su superficie nos muestran un lugar seco y polvoriento, pero que nos recuerda algunos parajes de nuestro planeta; el desierto de Atacama en el norte de Chile, por ejemplo. Habría, no obstante, que considerar que en Marte la temperatura de su superficie varía por más de 100 grados centígrados entre el día y la noche. Otro inconveniente es que la atmósfera marciana, además de tenue, está fundamentalmente compuesta de dióxido de carbono y por lo tanto no habría manera de respirarla. Y uno más es que la superficie de Marte está continuamente bombardeada por peligrosas radiaciones de alta energía que llegan desde el espacio. Así, habría que tomar con las reservas del caso las fotografías de la NASA que muestran un planeta relativamente amigable, pero que en realidad es inhóspito en gran medida.
Los planetas exteriores, los gigantes de gas, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, posiblemente no resulten del todo atractivos para una visita turística. Esto, sin embargo, no es necesariamente cierto en cuanto a sus satélites. Titán, por ejemplo, el satélite más grande de Saturno, resulta fascinante por muchas razones. Es, por ejemplo, el único cuerpo de Sistema solar, aparte de la Tierra, en donde hay mares, lagos y ríos de líquidos que se evaporan, se condensan y se precipitan en forma de lluvia. Además , en contraposición con nuestro planeta, dichos líquidos son de metano y no de agua. Esto último es debido a que a la temperatura de la superficie de Titán -menos 180 grados centígrados- el agua está congelada, mientras que el metano, que es un gas en la Tierra, se encuentra en forma líquida.
No conocemos mucho de Titán por su atmósfera brumosa que oculta los detalles de su superficie. En enero de 2005 la sonda Hyugens de la Agencia Espacial Europea descendió hacia Titán y se posó suavemente en su superficie. A unos 70 kilómetros de altura, las cámaras de la sonda pudieron ver a través de la espesa bruma, observando un paisaje con montañas de hielo, un sistema de canales por el que aparentemente fluyen ríos de metano, y lo que supuestamente es el lecho seco de un lago. Una vez que se posó en la superficie del satélite, la sonda envió una fotografía del panorama a su alrededor mostrando pequeñas piedras de hielo.
Así, Titan resulta ser un mundo fascinante, con muchas similitudes con el nuestro, y en el que el papel del agua lo tiene el metano. De hecho, es posible que sea el lugar más interesante para visitar dentro de Sistema solar y posiblemente sería un lugar favorito para los hipotéticos turistas del futuro -por más que su temperatura ambiental sea sensiblemente menor que aquella a la estamos acostumbrados.
No sabemos, por supuesto, si la tecnología espacial permitirá alguna vez realizar viajes turísticos a lugares tan remotos como Titán. En todo caso, por el momento tendremos que conformarnos con explorar este exótico satélite por otros medios. Para este propósito, la NASA planea enviar la misión “Dragonfly” a Titán en el año 2026, misma que arribará a su destino en 2034.
De manera adicional, la NASA acaba de dar a conocer un proyecto de desarrollo de un robot para explorar Titán. Dicho robot, que ha sido bautizado “Shapeshifter”, tendrá la capacidad de adoptar diversas formas en función de las circunstancias con las que se encuentre en un mundo tan poco conocido. Así, “Shapeshifter” podrá rodar, nadar e incluso dividirse en dos mitades, cada una de las cuales podrá volar al estilo de un dron. La NASA pretende enviar a Titán no uno sino un grupo de robots “Shapeshifter”, que podrán actuar cada uno por su cuenta, o bien operar de manera coordinada y autónoma para realizar una tarea común.
Para la exploración del espacio, dadas las dificultades y peligros que encierra, la estrategia racional a seguir pasa por el empleo de sondas automáticas en contraposición a los viajes tripulados. El turista, sin embargo, tiene su propia lógica no utilitaria y, dadas las condiciones favorables, podría quizá estar dispuesto a pagar 59 millones de dólares -o lo que sea necesario- para visitar un mundo exótico fuera de nuestro planeta, a pesar de los riesgos que esto implicaría. Afortunadamente, para la amplia mayoría de nosotros no habría oportunidad de correr riesgo alguno. Pero sí posiblemente de conocer Titán y otros mundos a través de las sondas remotas