Uberizar

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“No voy para allá” es la frase que más molesta a un usuario de taxi, por lo que la mayoría hemos decidido utilizar plataformas digitales como Uber, Cabify o Didi, lo cual resulta más cómodo porque estas opciones de movilidad ofrecen una mejor calidad de servicio: mejores automóviles, unidades limpias, amabilidad, programación de viajes, facilidad para calificar al conductor y viceversa, rapidez para recuperar objetos olvidados, atención rápida cuando se levanta una queja, pero sobre todo para facturar el servicio.

Durante años, miles de usuarios de taxi hemos recibido un servicio de mala calidad, que no corresponde al precio de la tarifa; un transporte que se caracteriza por unidades en mal estado, sucias, conductores que no tienen cuidado en su aseo personal, con música por encima de lo tolerable, generalmente utilizan palabras antisonantes; no respetan los límites de velocidad y las señales de tránsito, se la pasan hablando por celular durante el trayecto que dura el viaje, nunca traen cambio, nunca facturan el pago, alteran el taxímetro o lo apagan para no utilizarlo, poniendo en riesgo la integridad física y comodidad del usuario, dañando su economía y afectando su tiempo de traslado.     

Anécdotas de la pésima calidad del servicio sobran, como cuando se le llama la atención al conductor por hablar por celular, responde de manera grosera de que nadie le puede decir cómo hacer su trabajo y le tiene sin cuidado si se le reporta, al fin “soy amigo del secretario de comunicaciones”; o bien, argumenta que es una emergencia y “yo pago la multa”; cuando alteran la ruta y toman la más larga, bajo el supuesto de que el usuario no conoce la ciudad; en muchas ocasiones la tarifa no corresponde a la autorizada por que el taxímetro está alterado o en el peor de los casos, que hay ciudades en donde las unidades ni siquiera cuentan con taxímetro.

Todas estas fallas en el servicio no son sancionadas por la autoridad responsable de vigilar que se cumpla la normatividad vigente, si así como nos explicamos la circulación de automóviles que no cumplen con las normas ambientales, que haya monopolios en los propietarios de las concesiones, o lo más grave, que permitan el mercado negro en su venta; algo anda mal, algo esta pasando que impide que miles de usuarios tengamos un servicio de calidad, sin duda que quienes toman las decisiones de política pública están protegiendo intereses, la pregunta es: ¿a cambio de qué?

La innovación tecnológica de las plataformas digitales en el transporte privado ha sido bienvenida por una sociedad cada vez más inconforme por el servicio convencional de taxi, innovación que se refleja alejada de quienes nos representan políticamente, digitalizar este tipo de transporte representa romper monopolios, cacicazgos, intereses, actos de corrupción en donde se afecta al usuario y se beneficia al prestador de servicio, por lo que la digitalización es un instrumento de democratización por la libre elección del consumidor. 

La entrada al mercado de estos servicios digitales no ha sido fácil, se han enfrentado a grandes obstáculos, primero por parte del violento gremio del servicio tradicional de transporte, quien con lujo de violencia han atacado a conductores de las nuevas opciones de transporte, incluso han llegado también a agredir a los usuarios, sobre todo de manera verbal; la violencia ha llegado a casos extremos, como la quema de automóviles o los golpes propinados a un joven estudiante que prestaba el servicio.

El otro obstáculo se encuentra en los responsables de regular el servicio público de taxi, en donde por medio de la vinculación gubernamental con los concesionarios, presentan inspectores con arrogancia y prepotencia, simulándose como usuarios de las plataformas, lo que lleva a la detención de los conductores y sus autos; a estos responsables no les interesa el usuario, sino según ellos, “hacer que se cumpla la ley”, misma que no hacen cumplir con los taxistas, si un usuario levanta una queja por teléfono o por internet, se le pide que la ratifique de manera personal en las oficinas, claramente en su actuar se deduce el favoritismo y proteccionismo. 

El obstáculo más difícil a superar en este proceso de digitalización ha sido los responsables de emitir las leyes que regulan el servicio, diversas legislaturas locales en México, en lugar de facilitar que los usuarios dispongan de más opciones de movilidad, han emitido leyes que ponen restricciones, como es el alto costo de autos, lo cual no hacen para el servicio de taxis, el trato no es igual, actúan protegiendo sus propios intereses, no quieren que haya un servicio de mejorar calidad, sino que los monopolios sigan dominando en la prestación de este servicio público.     

Ante un mundo globalizado, con tecnología, libre competencia y respeto al estado de derecho, en donde los votos se cuentan y cuentan, el gobierno sufrirá los efectos de los ciudadanos que emiten su voto valorando la calidad de los servicios que ofrece y permite la autoridad; la sociedad demanda un gobierno que resuelva sus necesidades en el corto plazo, en este contexto la salida es simple, sancionar la calidad del servicio por medio del voto por los implicados en tomar las decisiones de no progresar hacia la tecnología.

Esta solución es simple y se llama “uberizar el servicio”, los supuestos centrales de ella son la innovación y la libre competencia, en donde la función del Estado es regular las condiciones de una sana competencia y seguridad de los pasajeros, fiscalizar que éstas se lleven y se cumplan, en donde el principal instrumento es la opinión de los usuarios en las plataformas digitales; liberar el servicio significa cambiar las regulaciones vigentes, permitir que cualquiera con un vehículo pueda prestar servicio de transporte de pasajeros, con o sin aplicación; así se gobierna en democracia y en el siglo digital.

La Ley de plataformas digitales está mal diseñada de raíz, en lugar de emitir criterios de operación de las plataformas digitales, deberían impulsar que los taxis se incorporen a cualquier plataforma de su elección, y cambiarse cada vez que lo deseen; por su parte, las plataformas deberán cumplir con los reglamentos, que podrán modificarse conforme evolucionen los modelos de negocio del transporte privado, pero siempre cuidando una sana competencia y la seguridad de los pasajeros, con ello se garantiza la calidad del servicio y se cuida el empleo de quienes prestan el servicio.

En síntesis, lo usuarios del transporte personal, merecen un servicio que brinde información de cuánto va a costar, quién será el chófer y qué evaluación tiene en su historial de servicio; en vez de intentar acomodar a las plataformas digitales a una forma de regulación que solo protege a los monopolios, se debe impulsar a los taxistas a prestar un servicio sustentado en la tecnología, con ello los operadores de éstas unidades ganarían más dinero y los usuarios estarían más satisfechos con el servicio. Busque esta columna el próximo 6 de noviembre de 2019.

Twitter: @jszslp