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Un hecho sorprendente

Por Alfonso Lastras Martínez

Noviembre 01, 2020 03:00 a.m.

Como sabemos, la temperatura corporal de una persona es un indicador de su estado de salud, misma que empeoraría en cuanto más difiriera de su temperatura normal. Es pues esencial conocer esta última. De acuerdo con el médico alemán del siglo XIX Carl Reinhold August Wunderlich, la temperatura normal del cuerpo es de 37 grados centígrados en promedio. Wunderlich, llegó a esta conclusión después de llevar a cabo millones de mediciones de temperatura corporal con 25,000 personas.

Tal parece, sin embargo, que las cifras de Wunderlich no son  necesariamente válidas en los días que corren. Es el caso, por ejemplo, de la población de los Estados Unidos cuya temperatura corporal promedio ha ido disminuyendo en los últimos 200 años a una velocidad de 0.03 grados centígrados cada diez años, según un artículo publicado en enero del presente año en la revista eLife por un grupo de investigadores encabezado por Myroslava Protsiv de la Universidad Stanford. De este modo, concluyen los autores de dicho artículo, la temperatura corporal de la población estadounidense -lo mismo que la de otros países desarrollados- es en la actualidad aproximadamente medio grado centígrado menor que la medida por Wunderlich a mediados del siglo XIX.

Según Protsiv y colaboradores, es probable que la disminución en la temperatura corporal esté asociada a la aparición de los antibióticos y al desarrollo económico de los países industrializados, que ha elevado los niveles de vida, mejorado las condiciones de higiene y abatido las infecciones por tuberculosis y malaria, todo lo cual ha disminuido los niveles de inflamación crónica desde el siglo XIX.  Un factor adicional para esta disminución, arguyen Prostiv y colaboradores, podría estar asociado al uso de sistemas de calefacción y de aire acondicionado, que limitan las variaciones de temperatura ambiental, con lo que el cuerpo gasta menos energía para adaptarse a dichas variaciones. 

Un artículo aparecido esta semana en la revista “Science Advances” nos brinda un ejemplo más de disminución de temperatura corporal. Esta vez, además, no en un país desarrollado, sino en uno en desarrollo. El artículo fue publicado por un grupo internacional de investigadores, encabezado por Michael Gurven de la Universidad de California en Santa Bárbara.

Gurven y colaboradores reportan los resultados de un estudio llevado a cabo con un grupo representativo de la población indígena tsimané en la amazonia boliviana. Los resultados del estudio son relevantes pues, de acuerdo con los investigadores, los tsimané son un grupo indígena con un estilo de vida de subsistencia, que no cuenta con agua corriente y que está altamente expuesto a patógenos diversos. Están así lejos de las condiciones que prevalecen en un país industrializado y se podría predecir que su temperatura corporal se acercaría a la que midió Wunderlich en el siglo XIX. Lejos de esto, los tsinamé han experimentado una disminución de temperatura corporal equivalente a la observada en los países industrializados.  

Esta disminución, además, se ha dado en las últimas dos décadas –los años que corresponden a la presidencia de Evo Morales- cuando los tsinamé disfrutaron de una mejora en su infraestructura de salud pública y servicios médicos, lo mismo que de  campañas de vacunación y acceso a medicamentos.  En los países industrializados la disminución de temperatura corporal se dio en consonancia con un incremento en la esperanza de vida que se duplicó en los años que han transcurrido desde la revolución industrial. Los tsinamé, por su parte, incrementaron su esperanza de vida de 43 a 53 años en la segunda mitad del siglo XX, aunque están todavía muy lejos de la esperanza de vida de los países industrializados.

De manera adicional, habida cuenta que algunos poblados tsinamé no cuentan con electricidad, resulta obvio  que el uso de sistemas de calefacción y aire acondicionado no sea algo corriente, y en este respecto la energía empleada en la termorregulación del cuerpo no pareciera ser un factor que  determine la temperatura corporal.    

Por lo demás, sin duda hay grandes diferencias en las condiciones que experimentan las poblaciones en las ciudades norteamericanas en comparación con las poblaciones tsinamé en la amazonia boliviana. Y a pesar de esto, como señalan Gurven y colaboradores, ambas poblaciones han experimentado una disminución en su temperatura corporal coincidente con una mejora en sus condiciones epidemiológicas y socioeconómicas. Y si bien todavía no son claras las explicaciones para este fenómeno, arguyen que la temperatura corporal podría ser un indicador de la salud de la población, al igual que lo es la esperanza de vida.