Un planeta demasiado pequeño

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El lanzamiento el día de ayer de una misión tripulada a la estación espacial internacional fue el primero de este tipo llevado a cabo por una compañía privada, Space X, en colaboración con la NASA. El acontecimiento es indicativo del papel creciente que jugarán en el futuro las compañías privadas en el espacio. 

¿Cómo será la industria espacial en el futuro? Como sabemos, esta industria ha tenido un vertiginoso desarrollo en el último medio siglo, sin duda con muchos impactos positivos. Al mismo tiempo, sin embargo, el gran número de satélites puestos en órbita ha congestionado el espacio alrededor de la Tierra, no solamente con satélites en operación, sino también con satélites ya fuera de uso y restos de vehículos de lanzamiento y otros objetos  producto de la actividad espacial. Actualmente se sabe que aproximadamente 20,000 objetos artificiales giran alrededor de la Tierra. Más de 15,000 de estos objetos circulan en la llamada órbita terrestre baja, definida por una banda localizada entre los 160 kilómetros y los 2,000 kilómetros por arriba de la superficie de la Tierra.     

El creciente número de satélites y objetos en órbita alrededor de la Tierra incrementa la probabilidad de colisiones entre ellos. De ocurrir, dichas colisiones elevarían el número de objetos sin control en órbita y por consecuencia la probabilidad de ocurrencia de más colisiones. Así, se podría disparar un proceso de generación de desechos espaciales en cascada que imposibilitaría el uso del espacio para el tránsito de satélites, según algunas especulaciones.

Aun sin llegar a este extremo, la congestión del espacio introduce costos en la industria espacial por el riesgo de colisiones en órbita con la consecuente destrucción de los satélites involucrados. Para disminuir este riesgo se han propuesto varias alternativas, incluyendo la de hacer un levantamiento y determinar con precisión las trayectorias de todos los objetos de basura espacial. Conociendo dichas trayectorias sería posible anticipar una colisión y evitarla modificando el curso del satélite en peligro.  Se ha propuesto también remover de sus órbitas a los satélites obsoletos y demás objetos de basura espacial por diferentes técnicas, obligándolos a reingresar a la atmósfera en donde se desintegrarían por el rozamiento con el aire.

Un artículo publicado esta semana en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” de los Estados Unidos, sin embargo, afirma que estas propuestas, que han sido solo tecnológicas y de gestión, no atienden al problema de fondo y no darían resultados satisfactorios. El artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Akhil Rao del “Middlebury College”, en el estado de Vermont, Estados Unidos.  

Rao y colaboradores plantean que el problema de congestión espacial se origina porque los operadores de satélites no consideran los costos que imponen a otros operadores vía un incremento en el riesgo de colisión. En estas condiciones, limpiar las órbitas espaciales de basura solo incentivaría el lanzamiento de más satélites, hasta el punto en que el riesgo de perderlos iguale a su costo. En su lugar, los investigadores proponen el establecimiento de una “tarifa de uso de órbita” –similar al impuesto al  carbono, que desincentiva la generación de gases de invernadero- que corregiría el problema de incentivos.    

En la propuesta de Rao y colaboradores, la tarifa por uso de órbita se fijaría en 2020 en 14,900 dólares norteamericanos por satélite por año. Dicha tarifa se incrementaría 14 por ciento anualmente hasta llegar a unos 235,000 dólares por satélite por año en 2040. Con este esquema, los investigadores estiman que se cuadruplicaría el valor de la industria espacial.  

El congestionamiento de las órbitas espaciales alrededor de nuestro planeta corre en vías paralelas a las de otros fenómenos a escala global que han ocurrido a lo largo de las últimas décadas y que han hecho que el planeta Tierra -que en principio luce enorme-  nos haya quedado chiquito. Con la irrupción de las compañías privadas en el espacio, cabe preguntarse si empeorará la congestión espacial. O si bien, por medio de propuestas como la de Rao y colaboradores, se logrará limitar su crecimiento. Por lo demás, en la búsqueda de respuestas, quizá valga la pena preguntarnos en qué medida el impuesto al carbono ha contribuido a mitigar la contaminación ambiental.