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Violencia endémica

Por Francisco Salazar Soni

Julio 22, 2021 03:00 a.m.

“La verdadera tiranía de… , todos lo sabíamos, 

se llamaba la Violencia, una emperatriz con 

velos negros y guantes ensangrentados, pies de arcilla y pecho de plomo, con el vientre estéril, la vagina supurante y las ubres pródigas, amamantando a sus hijos con una leche envenenada, que segaba una vida en cuestión de horas y a veces en asunto de siglos...” 

Carlos Fuentes.

Durante algún tiempo, ya lejano por cierto, la gente que sufría un delito en su persona o en sus bienes, explicaba a los suyos dramáticamente, “lo bueno fue que no me hicieron daño, lo material va y viene, pero la vida no”.

Cada día recibo vídeos y fotografías que me envían amigos y conocidos que están en activo o se acaban de retirar de las fuerzas armadas o de la policía, con una fuerte carga de violencia, que suceden un día sí y otro también en la inmensa comarca mexicana. Algunas tienen que ver con personas que están en ese mundo criminal al que por destino, o decisión propia están sumergidos y pues, ahora sí, que mueren de “forma natural”, la naturalidad de sus formas de vida criminal.  

Pero existen otras evidencias de muertes violentas en contra de hombres, mujeres y niños inocentes, que desgraciadamente estuvieron en el lugar equivocado a la hora menos indicada y se toparon con esos “especímenes” violentos y drogados con graves alteraciones neuropsicológicas, que pueden sacar el corazón de un torturado y masticarlo, hasta degollar a un indefenso niño de tres años.

¿Somos un territorio de salvajes? En verdad hemos llegado al límite permitido de toda decencia de convivencia entre nosotros, que no nos permita vernos tal y como somos, violentos. Violencia con el anciano “cerillo” de la tienda, al que se violenta con palabras hirientes y despectivas, hasta el que acribilla y tortura en las carreteras y poblados, si por que sí.

Al hablar de la aterradora violencia mexicana que hoy nos avasalla, tenemos que referirnos a la inocultable realidad de dominación y sumisión que nos ha llevado a un desmejoramiento sustancial de la calidad de vida, modificando nuestras conductas de desplazamiento como medidas de autoprotección.  

Unos conocidos motociclistas ya no salen a tal o cual destino, porque “está caliente el tramo”; otros, cancelaron su viaje por tierra a una playa, para irse en avión por seguridad. Unos colegas salen muy tempranito a otros destinos, para que la tarde-noche no les caiga encima.

La última encuesta del INEGI “ENSU” Julio 21, muestra que el 56.3% de la población,  modificó sus hábitos respecto a “llevar cosas de valor como joyas, dinero o tarjetas de crédito” por temor a sufrir algún delito; mientras un 48.7% reconoció haber cambiado hábitos respecto a “caminar por los alrededores de su vivienda, pasadas las 08:00 pm; 47.5% cambió rutinas en cuanto a “permitir que sus hijos menores salgan de su vivienda” y 31.7% cambió rutinas relacionadas con “visitar parientes o amigos”.

TAPANCO: La violencia y los delitos son ya un flagelo que están desestructurando las dinámicas familiares, sociales e individuales de los sujetos, tanto de quienes las padecen como las que la ejercen, estamos viviendo estados disociativo de la personalidad y de la realidad con graves alteraciones cerebrales, cada día observamos más conductas de “malitos cabezas chilucas”. Lo peor, una degradación de la calidad de vida, el miedo es el resultado con enclaustramiento a piedra y lodo. Diría mi abuelo, educabilidad y enseñabilidad. Y cuidado con la pérdida colectiva de la culpa, insensibilidad y carencia de emociones, puesto que nos estaríamos convirtiendo, entonces sí, en unos verdaderos “hijos de puta”. 

Francisco.soni@uaslp,mx twitter: @franciscosoni