¿Y qué hacemos…?
Sería grave que los posibles aciertos y logros de Claudia Sheinbaum enfurecieran a su creador al sentirse traicionado y exhibido. Eso vendría a confirmar a este felón como el principal obstáculo para un mejor gobierno que quisiéramos muchos mexicanos y los inversionistas extranjeros.
Aunque pueda resultar cruel, las únicas formas de evitar los efectos negativos de estas comparaciones con un demente fallido y egocéntrico serían que el taimado personaje se muriera o fuera detenido y condenado por tribunales internacionales, incluso la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA.
Es tal su peligrosidad que aquí el problema rebasa lo personal. De hecho, neutralizarlo se vuelve más urgente por su acrecentada enajenación y necedad estas últimas semanas… luego de lo que él considera su arrolladora reelección. No tiene sentido sólo especular cómo se comportará después del 1 de octubre en que debería entregar el poder.
Me recomiendan de nuevo que no hable tanto del famoso AMLO, hasta ignorarlo para no darle importancia y que desaparezca: liberarse así de alguien pernicioso y desagradable… Hace más de 15 años, ya me sugerían eso que empezaron a aplicar algunos ante los desmanes y amenazas del período postelectoral en 2006, cuando alegaba que le habían hecho fraude e hizo su plantón “de presidente legítimo” en el Paseo de la Reforma.
Pues a pesar de que ellos dejaron de tomarlo en cuenta, fue nuevamente un belicoso candidato en 2012 y, al fin, ganó la presidencia en 2018 para un mandato en el que rebasó las advertencias sobre su peligrosidad. Ahora nos confirma que no se quiere ir y amenaza con otro sexenio de imbecilidades en contra de nuestro país, pero tenemos que exigirles cordura a él y su sucesora.
Es cierto que criticar e insultar a ciertos políticos puede fortalecerlos entre sus adeptos o incluso crearles nuevos, más aún en los casos de líderes con los que sus partidarios se sienten muy identificados. Los ven como víctimas humildes y les tienen ternura, respeto y solidaridad.
A ustedes, amables lectores, lectoras, todo ello les podrá parecer una obsesión con López Obrador. Pero la atención no sería a él en lo personal, sino a la urgencia de detener el grave daño que sigue causando al país. Su antigua peligrosidad ha escalado a la más destructiva arrogancia del poder, que se ve alentada por la prepotencia de sus mayorías artificiales o engañadas.
Al cambio de sexenio se acentúa la persecución revanchista de juzgadores y periodistas, lo que representa un pésimo indicio en el paso de un gobierno a otro. La clave es, ojo, si Claudia se podrá deslindar de sus lamentables orígenes, tal como lo logró el presidente Adolfo Suárez ante el franquismo en la histórica Transición Española.
Si él se empeña en no morirse todavía, tendrán que llegar los momentos apropiados para que ella se logre independizar… Más temprano que tarde, esperemos, pues la perspectiva de inestabilidad es evidente. A Claudia los ilícitos de su elección le restan legitimidad, pero se verá obligada a salvar su sexenio.
En realidad, oigan, no es extraño que los demagogos populistas sean tan populares. Se dedican a engañar y seducir a fin de concentrar el poder y mantenerlo, incluso sin una ideología clara… aparte de lo que les conviene decir para atraer a las masas. Hay quienes los toman por “comunistas”, aunque ni siquiera llegan a eso. Son, más bien, populacheros ramplones y oportunistas que, además de corromperse y corromper, se aprovechan de la ignorancia y la pobreza, … sin interés real en reducirlas.
Uno de los perseguidos que conoce bien al sujeto, Víctor Trujillo (Brozo) nos dice que al igual que tantos otros desastres “le quedó como anillo al dedo la astucia (no inteligencia) que se le volvió soberbia”. Así, en su incultura y autoengaño, el actual presidente quiere continuar su depredación. Vienen, pues, meses muy peligrosos.
Podemos, eso sí, oponer resistencia a un gobierno espurio por medio de estrategias y acciones específicas, en forma organizada y con la participación de líderes ciudadanos dentro de organismos de la sociedad. Todo podrá contar… dentro y fuera del país.
No será poca cosa, creo yo.
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