Zoé y el Covid

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“Todos los animales son 

iguales, pero algunos son 

más iguales que los otros”. 

George Orwell, Granja de animales

Lamento que el director general del IMSS, Zoé Robledo, haya dado positivo a la prueba del SARS-CoV-2 y haya tenido que aislarse. Para cualquier persona, aun para los asintomáticos, un diagnóstico de Covid-19 es fuente de angustia personal y familiar. Siempre queda la duda de qué personas cercanas, qué compañeros de trabajo, pudieron haberse contagiado por estar cerca. 

Dentro de todo, sin embargo, Zoé es un hombre con suerte. Para empezar, es el director general de la institución médica más importante del país, por lo que supongo que tendrá un buen trato en caso de requerir hospitalización y no tendrá que esperar para que lo atiendan, aunque trabaja para un gobierno que afirma no dar privilegios a nadie. 

Quienes tienen síntomas de covid-19 saben bien cuál es la actitud del sector público hacia las pruebas. Si el derechohabiente no llega con síntomas muy intensos, que requieran el uso de un respirador en una unidad de cuidado intensivo, simplemente se le sugiere que se vaya a casa y se aísle, pero en muy pocas ocasiones se le aplican pruebas. Robledo corrió con suerte (suponemos que no se le dio trato especial) porque tan pronto como manifestó síntomas se le hizo la prueba. Tampoco tuvo que esperar hasta siete días, como tantos otros derechohabientes, para recibir los resultados. El sábado se le hizo la prueba y el domingo por la noche se dieron a conocer. 

A pesar de que en la Organización Mundial de la Salud ha señalado que para combatir la pandemia hay que hacer “pruebas, pruebas, pruebas”, el gobierno mexicano ha decidido, por estrategia, aplicar las menos pruebas posibles. “Las pruebas tienen un objetivo y ese es la vigilancia epidemiológica”, ha declarado el subsecretario Hugo López-Gatell, quien plantea que las pruebas solo se deben hacer a “los casos graves”. 

No parece, sin embargo, que se esté aplicando esa regla a los colaboradores de alto rango del presidente López Obrador. Robledo no está grave. “El director general se encuentra en buen estado de salud y desde su domicilio trabaja y coordina las responsabilidades que tiene.”, señaló el IMSS en un comunicado. El mismo Robledo ha señalado que “se mantiene vigilancia epidemiológica del caso y de mis contactos”. También Irma Eréndira Sandoval, la secretaria de la función pública, y Ricardo Sheffield, procurador del consumidor, pudieron hacerse pruebas pese a que no estaban graves y siguieron trabajando desde casa. El estado de salud de la secretaria Sandoval fue descrito como “excelente” cuando empezó su período de aislamiento. 

No hay duda de que, pese al rechazo a las pruebas por el subsecretario de salud, se sigue un criterio distinto para los altos funcionarios. México es uno de los países con menor número de pruebas en el mundo: 336,395 hasta el 8 de junio, según la propia autoridad, apenas 0.3 por ciento de los 127 millones de mexicanos. Sin embargo, tres de una treintena de miembros del gabinete ampliado del presidente han dado positivo, aunque debemos suponer que otros también han recibido la prueba, pero al dar negativo, no se han dado a conocer. 

Es falso, como vemos, que los altos funcionarios no estén recibiendo un trato especial en esta Cuarta Transformación. Mientras el gobierno rechaza aplicar pruebas de covid-19 a los mexicanos comunes y corrientes, sí los hace a quienes ocupan cargos cercanos al presidente. 

Los contagiados

“No robar, no mentir, no traicionar, eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus”, ha declarado el presidente López Obrador. No ha explicado si esto le ha generado sospechas acerca de sus colaboradores que han dado positivo al Covid-19. Quizá la secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, debió haber repartido esas nanopartículas de cítricos que a ella la protegen. 

Twitter: @SergioSarmiento