El Nuevo Hospital Central por dentro

Desde el exterior, la torre de siete niveles que albergará a la institución médica pública más apreciada por los potosinos cambió el paisaje urbano. Por dentro, ya en fase de acabados y preparación para equipamiento, las que serán sus dimensiones operativas y de servicio son más impresionantes.

En dos salones distintos de la nueva torre del Hospital Central, operarios ajustan los sistemas de aire acondicionado. A un lado de los gruesos ductos de metal y enormes extractores, resaltan unos elementos de control como armarios llenos de botones y comandos. Tan solo ese equipo para que el edificio “respire” costó 60 millones de pesos. 

Un ejército de hombres y mujeres trabaja en los acabados del interior y hace las adaptaciones necesarias para instalaciones de iluminación, gases, conexiones eléctricas de aparatos especiales, mobiliario de hospital, sistemas sanitarios y ascensores. Es el nuevo Hospital Central por dentro.

En el exterior, el edificio modifica el paisaje de la zona. Tiene críticos que lo ven suntuario porque no aumenta el número de camas que ofrece actualmente. La directora de Servicios de Salud en San Luis Potosí, tiene una réplica a esa perspectiva: “Para qué vas a crecer camas si no tienes plantilla para atenderlas. Te dan dinero para construir y para equipar, pero no para operar”.

El proyecto es una sustitución y equipamiento, no una ampliación. Pero además, se trata de un reordenamiento integral para mejorar la calidad y la seguridad de los servicios, con posibilidades de escalar la capacidad y añadir proyectos con mejores bases. “Es un edificio de máxima resolución; lo más importante es que nuestro personal trabajará en condiciones de dignidad y los servicios para la gente serán de mejor tecnología y calidad”, asegura. 

 

GENEROSO AÚN EN LA PRECARIEDAD

Siete décadas después de su inauguración, el 76% de los espacios físicos del Central ya no cumplen con la normativa de operación y son obsoletos. A partir de los años setenta su estado es de saturación en sus áreas de consulta, hospitalización y estudios. Ha estado fuera de norma por más de cuarenta años, en el esfuerzo de atender a todo el que se presentara a sus puertas. 

Su capacidad de dar respuesta a la demanda de servicios médicos especializados, aún en su precariedad, lo convirtió en un referente regional. Apenas unos años después de iniciar operaciones, fue construyendo nuevas áreas donde era posible hacerlo y reacomodado una y otra vez sus espacios. De un consultorio, se hicieron dos o tres a fuerza de muros divisorios; de sus 80 consultorios en servicio, 35 son regulares y el resto adaptaciones. Crecieron sus servicios y sus médicos ganaron prestigio. Recibe pacientes de más de una decena de entidades del país. 

Hoy, es el hospital más grande de la red de servicios de salud. Recluta casos de alta complejidad y aunque el Sistema Nacional de Salud lo cataloga como de segundo nivel, con grandes esfuerzos ofrece servicios que corresponden al tercer nivel, lo que reduce el envío de pacientes a hospitales de alta especialidad e institutos nacionales del país: por ejemplo, es el tercer hospital en el país en trasplantes de riñón, aunque sus unidades de terapia intensiva y de trasplantes son adaptaciones dispersas por donde ha sido posible hacerlas.

Por su sentido social, cada año condona más de sesenta millones de pesos en atención médica especializada a pacientes que no pueden pagarla. Su simbiosis de origen con la UASLP ha permitido que la Facultad de Medicina sea considerada como la mejor escuela de enseñanza de la salud del sector público. El año pasado, se colocó como la mejor escuela de medicina del país, según el Examen Nacional de Residencias Médicas (Enarm), con el mayor porcentaje de egresados aceptados para especializaciones.

En su Centro de Enseñanza Académica y de Investigación se forman médicos en una veintena de distintas especialidades y en sus instalaciones, además de profesionales de medicina, complementan su preparación alumnos de Enfermería, Estomatología, Ciencias Químicas, Nutrición, Psicología, Ingeniería Biomédica y Fisioterapia. 

 

EN EL LUGAR DE SIEMPRE

Fue la vinculación con la Facultad de Medicina uno de los factores que inclinaron la balanza a favor de construir un nuevo Hospital Central en la misma ubicación. Otro factor es el de referencia urbana de los potosinos: el Central es un espacio que marca nuestro mapa común, nos ayuda a localizarnos en nuestra propia ciudad y es lo mismo punto de partida que destino, como lo anuncian distintas rutas de camiones urbanos que pasan por ahí. 

Inicialmente se consideró sólo una remodelación a fondo de lo existente, para abatir la obsolescencia de la mayoría de sus especialidades, con un costo estimado de 300 millones de pesos. Conforme fueron avanzando los estudios para abordar la planeación, se dieron cuenta que una remodelación sería insuficiente. 

El Hospital no fue diseñado para los servicios que brinda a los potosinos y pacientes de la región. Para continuar prestando un servicio con calidad, y dignidad para sus médicos y personal, necesitaba una nueva estructura médico-arquitectónica. La Secretaría de Salud consiguió en año y medio que autorizaran el proyecto. 

La propuesta final fue una torre de 27 mil metros cuadrados en siete niveles y un área vecina de servicios generales de 3 mil metros cuadrados más donde se ubicarán Anatomía Patológica, la cocina, una lavandería de entre 700 y 800 metros cuadrados, Dietología y talleres. 

El recurso federal procede de una bolsa que el Seguro Popular integra con el 2% de lo asignado a cada entidad para proyectos de infraestructura, a través de un fideicomiso que maneja Banobras. Para que ese recurso se apruebe, el nivel técnico de exigencia en los proyectos es alto. El esquema que le ha dado velocidad a la construcción es que se paga sobre avance de obra: si el constructor se retrasa en los tiempos o en la terminación de un concepto, igual pasará con su pago. La constructora involucrada debe ser solvente.

El reto en todo momento ha sido construir sin suspender uno solo de los servicios. El Central, con 250 camas censables y 172 no censables, representa 2.5 millones de atenciones al año, 20 mil hospitalizaciones, unas 250 mil consultas, un millón 450 mil estudios y 6 mil nacimientos. Nada de eso puede suspenderse. 

 

JUNTOS PERO NO REVUELTOS

La nueva torre fue levantada en tiempo récord y se ha proyectado que para diciembre iniciará pruebas de equipos. En enero podrían entrar en servicio algunas áreas. La siguiente fase es demoler los edificios de la parte posterior para construir el área de servicios generales que apoyará la operación de la torre-hospital. 

Las demoliciones abrirán un área amplia para estacionamientos del personal y vehículos de traslado. La jefa de los Servicios de Salud, Mónica Rangel Martínez, considera que el estacionamiento será un elemento de seguridad adicional para el personal, en particular para los turnos nocturnos.

También proyectada para el futuro está la remodelación a fondo de los espacios actuales que no se tocarán, como el Auditorio, la Residencia médica, las aulas de enseñanza y Oncología. La inversión calculada en términos actuales sería de unos 300 millones de pesos. En el caso particular de Oncología, se trata de una construcción muy especial, pues para prestar los servicios de radioterapia la construcción requiere una estructura que haga el efecto de jaula de Faraday para evitar las fugas de radiación. La estructura fue revisada y no presenta fugas. 

Atraviesan los siete niveles siete cubos para ascensores, tres al frente para servicio de los pacientes y cuatro para médicos y servicios. El personal médico, de enfermería y de servicios tendrá acceso diferente a pisos, consultorios y áreas de hospitalización, algo que ya es norma de arquitectura en el segmento. La ventaja de construir hacia arriba: el área operativa a sustituir es de 19 mil 021.64 metros cuadrados, que será de 30 mil 780 metros cuadrados, es decir, 11 mil 758.36 metros cuadrados más para dignificación de espacios.

Un circuito cerrado de televisión permitirá una mejor vigilancia de todas las instalaciones, en especial el área de cuneros, diseñada con un solo acceso desde área pública. 

El viejo hospital opera con tres salas de espera siempre abarrotadas, además de filas en los pasillos y en la calle. Los sanitarios son insuficientes. El nuevo Central tendrá 6 salas de espera para mil 100 personas en consulta externa por día y dos más en Urgencias e Imagenología. Cada nivel tendrá sanitarios, incluidos los de discapacitados. 

Urgencias tendrá accesos para ambulancias, uno de ellos para Tocología. De los niveles 3 al 6, áreas de hospitalización por especialidades. El nivel 7 es para oficinas administrativas. 

En cuanto al equipamiento médico y electromédico, se planeó que todo será patrimonio propio del hospital. Resonador y un tomógrafo nuevos, entre otros aparatos. Garantizar el suministro de electricidad requirió una inversión especial estatal para darle tres distintas tomas de distintos circuitos de área, cuando la norma pide dos para un hospital. Y dos plantas de emergencia tan grandes como cajas de tráiler. El Central no puede parar.