Madre de Camila relata su tragedia (VIDEO)

Entre la primera declaratoria de muerte de Camila Roxana en el Hospital Básico Comunitario de Salinas de Hidalgo, perteneciente a la Secretaría de Salud de Gobierno del Estado y la segunda declaratoria en una ambulancia rumbo a un hospital de Villa de Ramos, pasaron 12 horas.
En ese lapso la menor fue atendida por una enfermera de la comunidad, un médico privado y los paramédicos de ambulancia en medio de la carretera quienes finalmente la declararon sin signos vitales.
“Yo lo primero que les pedía era que me le pusieran el suero y el medicamento, porque yo miraba que ya vomitaba todo, pero solo me le dieron paracetamol, nada de eso hicieron y me la entregaron porque estaba bien”, reclama la madre, una joven de 20 años de nombre Mary Jane Mendoza.
Le gustaban la música y los animales
La madre de familia recuerda las palabras de su hija: “Mami, cómprame un pato, cómprame un pollo y me regalan un gato, mami”.
Dice Mary Jane: “parecía granja mi casa”.
Más de 24 horas pasaron desde que una pequeña que era bailadora y alegre, que esa mañana se comió un plato de alitas, que era lactante hasta sus tres años, murió (la “primera” vez), según el acta de defunción de diarrea aguda, deshidratación severa y shock hipovolémico; la “segunda” ocasión no se sabe, porque no le han querido entregar a la madre la copia de la necropsia.
Sobre cómo ocurrió la tragedia, explica que el martes por la noche, cuando ya estaban acostadas, Camila le pidió a su madre que la llevara al baño, pues tenía un poco de diarrea.
Luego regresaron a la cama y le intentó dar pecho, fue cuando sintió su boca muy caliente. En compañía de la abuela de la menor acudieron a una clínica de salud privada, que se encuentra ubicada en la comunidad La Herradura, en el municipio de Villa de Ramos.
En la clínica le recetaron dos medicamentos, pero como la madre no veía mejoría en la salud de Camila, luego de de una hora se trasladó al municipio de Salinas donde vive su suegra, ahí llegaron con un pediatra particular, quien no la quiso atender y las remitió de urgencia al hospital.
A las 10:00 horas del miércoles 17 de agosto, llegaron al Hospital Básico Comunitario de Salinas, donde le controlaron la temperatura con medicamento y toallas húmedas, y se la entregaron una hora después con una receta de paracetamol y dos sobres de suero.
Con el paso de las horas, Camila no mejoró
“Medicina que le daba, vomitaba; comida que le daba, devolvía”, dijo Mary Jane.
Entonces la llevaron a otro médico particular, quien le revisó las pupilas a la menor y los envió con urgencia de regreso al hospital.
En el segundo ingreso, el doctor Horacio Mares Rentería ahora sí le quería colocar suero y oxígeno, pero carecían de él y lo tuvieron que buscar; fue ahí que Mary Jane pidió el traslado a la capital potosina, pero minutos después la declararon muerta, apenas dejaron entrar a la madre para despedirse.
“Cuando yo corrí a ver a la niña ya me le había quitado el oxígeno, el suero, ya no hicieron nada, entonces yo agarro a la bebé y me abraza, entonces les digo, pero ella no está muerta, sentí fuerzas de ella, y me dice el doctor, '¡ya suéltala, ya no la maltrates!' y me agarró la mano y me encerró en un cuarto”, relata.
“La bebé como que abrió los ojos”
El personal médico entregó a la menor por medio de una funeraria que el hospital de Salinas llamó; el cuerpo fue llevado a su casa para que lo vistieran, labor que realizó una de las tías. Durante el velatorio la mañana del jueves, Mary Jane observaba a su hija por el cristal del ataúd y la veía mover los ojos y que el cristal se empañaba.
Personal de la funeraria le dijo que era parte del trauma o por falta de sueño, entonces ella se sentó y le dijo a su suegra: “'la bebé como que abrió los ojos', entonces ella se para y la gente se empieza a acercar”.
Fue entonces que la suegra se arrimó juntó con el resto de los familiares y la mujer abrió el ataúd para probar con un espejo que respiraba o que su cuerpo y uñas no habían cambiado de tono de piel. Llamaron a la enfermera de la comunidad, quien le detectó un pulso de 97 y oxigenación, y les pidió que la mandaran a un hospital de IMSS-Bienestar en Los Hernández, en Villa de Ramos.
“Ella no cambió de color luego, luego, desde que la mojaron estuvo fría, pero ella estaba respirando y tenía pulso”, relató.
Posteriormente en otra clínica particular, otra doctora le dijo que ya no vivía: “y ahora sí, sus uñitas se le comenzaron a poner moradas… pero yo no estaba tranquila, pedimos una ambulancia”, enfatiza Mary Jane.
La ambulancia iba del hospital Los Hernández de IMSS-Bienestar, pero como no llegaba, la madre le pidió a un pariente que la moviera: “aunque nos la encontremos la paramos a la mitad”.
Y así fue, Mary Jane y su hija encontraron la ambulancia en la carretera, donde sus paramédicos, finalmente le diagnosticaron la muerte y las trasladaron al Hospital Central en la capital potosina, donde el cuerpo fue recibido por el Servicio Médico Legal (Semele), institución que les entregó el cuerpo el viernes pasado, pero no una copia de la necropsia.
“¡Levántate melolenga, levántate!”
En una semana, Camila Roxana ingresaría al kínder, estaba tan emocionada de que por fin iba a estrenar sus “vasitos” que estaban por llegarle de Guadalajara, para que su mamá le preparara el lonche, al igual que hace la madre del ‘envoltorio y la melolenga’ en Tik Tok.
“Ella me decía: 'mami, cuando yo vaya al kínder me compras mi lonchera y me vas a decir: ¡levántate melolenga, levántate!'”, relata Mary Jane.
Agrega que su esposo, quien recientemente se mudó a Estados Unidos para obtener mejores ingresos para la joven familia, le iba a buscar y mandar la lonchera, los pines para la fruta, los termos, los moldes para hacer figuras, las hieleritas, entre otros accesorios.
“Él decía: 'yo le voy a mandar todo lo que ella quiera'”, dijo la madre.
Al hablar de su esposo, Mary Jane hace una pausa para manifestar los sentimientos del padre de su hija.
“Él está destrozado, porque no tiene mucho que se fue y todavía está endrogado con lo del 'coyote' y sabe cómo es eso”.
Luego regresa al tema sobre la emoción de su pequeña hija por el inicio de una nueva etapa en su vida.
Para eso, aunque aún no llegaban las loncheras de Estados Unidos, Mary Jane se anticipó y ya le había encargado una lonchera y unos vasos por catálogo; relata que el día que Camila comenzó con los síntomas, se encontró con la vecina que les hizo el pedido, quien le dijo: “ya te llegaron los vasos de la niña… pero nunca me los trajo, si ella me los hubiera traído, todavía los hubiera mirado mi niña”.
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