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Si bien la drogadicción no distingue estratos sociales, en medios de menores ingresos es más común el consumo de solventes, mientras que en los de mayores recursos hay ingesta de cocaína u otros estupefacientes de diseño, argumentó José Ramón Arellano Cano, director del Instituto Temazcallí.
“Las drogas son desde un aspecto muy biológico del cuerpo, muy psicológico de la mente, muy social y familiar, entonces aquí en Temazcalli tenemos ese reto de entender mucho mejor este fenómeno”, exteriorizó.
Describió que el contraste se base en el poder adquisitivo de las personas, pues quienes no cuentan con suficiente dinero optan por inhalables –es decir, pegamento industrial, thinner o gasolina-.
“Lo que sucede mucho, es el precio. La cocaína es una sustancia que es cara, mientras las metanfetaminas por 20 o 50 pesos pueden conseguir una dosis los pacientes, eso la ha hecho muy barata”, advirtió.
En el caso del alcohol, Arellano Cano analizó en entrevista, que dicha droga legal es homogénea en ambos sectores, teniendo una variabilidad en la adquisición de productos de cierta marca.
