Triste adiós a Conchita Calvillo de Nava
Con el Canto a la Libertad, adaptación de la obra Nabucco, de Giuseppe Verdi, y considerado el himno del movimiento navista, Pablo Alderete Cossío cerró su participación en la misa en memoria de Concepción Calvillo de Nava, cuya despedida convocó a personas que participaron en las movilizaciones que ella y Salvador Nava encabezaron en la lucha por la democracia.
El sacerdote celebrante, Rubén Pérez Ortiz, pidió a las nuevas generaciones conocer a quienes construyeron nuestra patria y nuestra democracia, en cuya lucha ella dejó una participación y legado muy importantes.
Ante una Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios (Tequis) que lució repleta, el sacerdote dijo que las ciudades y pueblos se conocen por su paisaje, sus edificaciones, pero sobre todo por su gente.
“Su integridad de vida, sus convicciones y valores, su entereza, sencillez y valentía nos hace tanto bien”, dijo en honor de Conchita Nava, como era conocida.
Agregó que fue una persona para quien vivir fue siempre dar y entendió que la mejor manera de vivir es servir con amorosa entrega.
“Para la querida Señora Conchita Calvillo de Nava a quien hoy despedimos con cariño, reconocimiento y gratitud”, refirió, al tiempo que se solidarizó con sus hijos Salvador, Pedro, Luis, Alejandro, Manuel y Conchalupe.
“Hoy celebramos la llegada de Conchita a la eternidad de Dios y su reencuentro con quien fue un potosino de monumental estatura moral y referencial en nuestro querido San Luis Potosí y de nuestra patria en los fundamentales cambios al doctor Salvador Nava Martínez. Su vida profunda, con hondo sentido social, sus valores y convicciones son la ofrenda que hoy presentamos ante Dios en esta celebración eucarística”, expuso.
Dijo que la contribución de Concepción Calvillo fue esencial para los cambios estructurales que hoy hemos ido percibiendo y destacó su profundo amor a los pobres, a los desprotegidos, a los indígenas que siempre tuvieron un lugar muy importante en su corazón.
Refirió también su presencia en los diálogos en San Andrés Larrainzar y su activismo en la defensa de los derechos fundamentales de la persona qee lograron unir a ricos y pobres por causas justas y nobles.
La calificó como una mujer extraordinaria, esposa, madre, abuela de 18 nietos y con 36 bisnietos. Nacida en un hogar cristiano, sus hermanos Lila, Blanquita y Miguel, “a quienes guardamos especial cariño”. Dijo que doña Conchita desarrolló muchas virtudes como el arte de saber equilibrar, de consensar y escuchar pacientemente.
La describió como persona de una lucidez impresionante hasta sus últimos días, y su sentido crítico y agudo consecuencia de una mente brillante y culta, pero con un testimonio que le rindió hace poco tiempo: “ya no puedo leer y me pesa mucho... mis ojos ya no me ayudan”, advertía al sacerdote en un comentario que luego se convirtió en el anecdotario.
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