¿Cómo adaptarnos a vivir con la pandemia?

Actitud positiva

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¿Cómo adaptarnos a vivir con la pandemia?

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La vida en familiar, se ha transformado desde hace meses, con la pandemia  del Coronavirus.

Las rutinas de padres e hijos y las actividades que realizaban juntos, sociales, laborales, deportivas y de entretenimiento, han cambiado.

Aprendemos a vivir esta nueva realidad y estamos intentando llevar esta situación de la mejor manera posible.

Hablar, expresar y reflexionar sobre lo que pensamos y sentimos nos puede ayudar, pero, ¿qué más podemos hacer para adaptarnos a vivir la nueva realidad en familia,  con el Coronavirus.

REACCIONES 

Sabemos que la familia es un ecosistema donde los elementos que la componen son interdependientes, es decir, lo que le sucede a uno, le afecta al conjunto, provocando en algunas situaciones, como la actual pandemia, ciertas reacciones emocionales de malestar.

Pero es bueno saber que el bienestar y la salud depende también de factores biológicos, psicológicos y sociales, y por eso es tan importante la gestión emocional.

Si queremos potenciar el bienestar de todos, adultos y niños, en esta nueva realidad que nos ha tocado vivir a causa del Coronavirus, les damos algunas pautas y sugerencias.

Legitimar las emociones, comprenderlas y expresarlas en familia de forma adecuada, sin dañar a otros. 

Nunca es adecuado reprimir las emociones porque se pueden dar procesos de somatización y a la vez aumenta el nivel de estrés.

Aceptar un cierto nivel de malestar causado por los meses que nos ha tocado vivir y, sobre todo, por el nivel tan alto de incertidumbre en el que nos movemos cada día.

CONTROL

Hacer un listado entre todos de las cosas que sí podemos controlar y de las cosas que tenemos que asumir, porque no está en nuestras manos cambiar. 

Por ejemplo, no podemos evitar que llueva, si podemos ponernos un impermeable o usar un paraguas para no mojarnos.

Valorar la calma, como un estado emocional que nos va a proporcionar un mayor bienestar. 

Esta emoción, junto a la alegría, la confianza, la esperanza, el optimismo, permiten un aumento del sistema defensivo de nuestro organismo y a la vez sirven para evitar niveles altos de miedo, ansiedad y estrés.

SENTIMIENTOS

Compartir en familia cómo nos sentimos.

Poner nombre a las emociones ayuda a regularlas y así evitamos que ellas nos controlen a nosotros.

Planear; esto es importante porque nos ayuda a ser más flexibles y adaptarnos mejor a los imprevistos, pero a la vez nos impulsa hacia el futuro, y pone en marcha los mecanismos de la motivación. 

Potenciar las emociones positivas como vacuna emocional contra el miedo que invade demasiado espacio en nuestra mente y en el entorno social.

El miedo, como toda emoción, cumple funciones adaptativas, nos ayuda a protegernos, a ser prudentes, favoreciendo un estado de alerta, pero también se debe regular para dejar espacio a otras emociones más saludables.

FORTALEZA

No podemos blindar a los hijos frente a las dificultades, pero como padres y madres debemos ayudarles a ser fuertes, puesto que todos los seres humanos contamos con fortalezas internas.

Si crecen en una burbuja, serán frágiles y tendrán más dificultades para afrontar los retos de la vida. Este es buen instante para ponerlas en funcionamiento y desarrollarlas.

SIN RIESGOS

Hacer que los hijos se sientan seguros y protegidos, asumiendo que no existe en la vida el nivel de riesgo cero. 

Debemos diferenciar entre riesgo y peligro; nunca les vamos a exponer a peligros, pero no podemos evitar que asuman ciertos riesgos inherentes a vivir. 

TENSIONES

Ni el hogar es un lugar 100 por ciento seguro, lo dicen las estadísticas de accidentes domésticos, ni el parque, ni el colegio, ni la calle.

Comprender esto, nos libra de tensiones innecesarias. 

Educarles para que aprendan a cuidarse, ahí está la clave.