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Y por eso afirmamos, que cada quien carga con su propia pena; y aunque ésta sea la misma, cada quien la vive de manera distinta.
Hay múltiples formas de padecer la calamidad; tantas, como personas hay en el mundo.
Y esa manera tan particular de sufrir, es la que nos hace sentir solos; porque nadie entiende tu dolor, y nadie sufre en tu lugar. Porque: “Tu ahí, no es mi aquí”. (Ortega y Gasset). Cada quien mira el dolor, desde distinto ángulo.
SUFRIMIENTO
Pudiéramos decir, que el sufrimiento es personal; porque cada quien sabe lo que lleva dentro.
Pero, no hay pena más grande que sufrir a solas; y no hay dolor más profundo que el de la soledad.
Hay muchos, que se sienten solos, y otros que se encuentran solos; pero nadie está abandonado. Porque el Pastor, no descuida a sus ovejas; y hasta da la vida por ellas.
La soledad absoluta no existe, porque Dios está en todo, y con todos.
INCOMPRENSIÓN
Pero es imposible no sentirse abandonado, cuando estamos sufriendo una pena. Esto, lo experimentó el mismo Jesús; él, no sufría tanto por el dolor de la cruz, sufría por la incomprensión de los hombres. Es decir, él vivió la soledad que causa la incomprensión humana.
Y el Evangelio dice, “Hasta los ladrones que estaban crucificados a su lado lo injuriaban”. (Mt.26). Es decir, los tres padecían de lo mismo; pero el sufrimiento era distinto. Y en lugar de ayudarse, solo se hacían reclamos.
“Y alrededor de las tres, Jesús exclamó con fuerte voz: “Eli, Eli, ¿lama sabactani?, que quiere decir: DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?”. (Mt.26).
EGOÍSMO
Jesús, compartió en todo nuestra condición humana, menos en el pecado. Y él, experimentó la soledad más profunda; esa que es causada por el egoísmo
del hombre.
Pero tú, no te sientas solo. Y si Jesús fue abandonado, él no abandonará a nadie. Por eso, puedes decir con el Salmo: “Si mi padre y mi madre me abandonan, Dios me acogerá”. (Salmo 27,10).
Dios siempre está contigo; aún en los momentos más oscuros. Por tanto, no lo olvides: Dios nunca te va a dejar solo.