¿DÓNDE DEJASTE EL CORAZÓN?

¿DÓNDE DEJASTE EL CORAZÓN?

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Pbro. Lic. Salvador González Vásquez

Hay momentos en que nos sentimos perdidos. Esto, nos pasa con frecuencia. Ya que ese, es el precio de ser hombre. Y todo eso, es porque hemos puesto el corazón en la persona equivocada, o en las cosas pasajeras.

Estamos rodeados de múltiples atracciones. Y éstas, ponen en movimiento los afectos. Y el corazón que es grandioso pero inestable, fácilmente cambia de rumbo. Ya lo decía Jeremías: “El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿Quién lo conoce?

Y, ¿Quién sabe lo que hay en el corazón de cada uno? Eso, es un misterio; ya que no nos conocemos, ni a nosotros mismos.

AFECTOS

Por eso, hay que hacer una revisión constante de los afectos. Ya que solo así, sabremos a quién le estamos dando el corazón. Esa, es la mejor manera de entendernos.

Porque decimos una cosa, y acabamos haciendo otra. Y todo, porque ignoramos lo que llevamos dentro. Y el corazón, termina por imponerse.

Ya lo dijo Marcos: “Porque dentro del corazón de los hombres, salen las intenciones malas…” (Mc.7.21). Hay veces, que el corazón se mueve en sentido opuesto a la razón. Y por eso, ignoramos la razón de lo que hacemos. El hombre se enamora de lo absurdo.

Es por eso, que nos movemos sin sentido. Y esto nos pasa, cuando ignoramos lo que llevamos dentro.

AMOR EQUIVOCADO

Nuestro corazón es tan frágil, que fácilmente lo perdemos, cuando amamos lo que es pasajero. 

Y, al perder al amor equivocado, acabamos por perdernos.

Pudimos evitar muchas tristezas, si hubiéramos visto a quién estábamos amando.

Por eso, hoy nos dice San Pablo: “Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra…”. Lo que viene del cielo, es eterno, no se pierde; lo terrenal, es pasajero, se va, y nos abandona en la tristeza.

TENER ES PARA VIVIR Y COMPARTIR

Otro error, es que vivimos para tener; y olvidamos, que el tener es para vivir y compartir.

El dinero no remedia la soledad. Porque donde hay excesos, nada es lo que parece. Porque así, no es tan fácil saber con quién cuentas.

De tanto amar los bienes, olvidamos amar al prójimo. Y más aún, por amor al dinero, olvidamos amarnos a nosotros mismos.

Por eso, hoy Jesús nos dice: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.

Hay que entender, que nuestra vida depende de Dios, y no de lo que brilla; porque “no todo lo que brilla es oro”.

LO MATERIAL, ES MOVIBLE

El dinero es un engaño; porque siempre está en riesgo de perderse. Lo material, es movible. Y si a eso le damos el corazón, entonces nuestra vida se vuelve inestable; porque nuestros afectos, se mueven al ritmo del cambio económico.

Por eso, hay que cuidar el corazón para que no se pierda. Es necesario pedir sabiduría, para aprender a saborear la vida.

No expongamos el corazón, por lo que es cambiante. Hay que saber en dónde ponemos los afectos.

No dejemos que la vida se nos vaya, en “penas de amor perdidas”.