El contagio electoral

El coronavirus pone a prueba a los gobiernos: capacidad de respuesta, finanzas públicas, economía y transparencia. Una mezcla de consecuencias explosivas en año previo a elecciones.

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El contagio electoral

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El virus SARS-CoV-2 nos ha puesto el mundo al revés y en cuestión de semanas hemos renunciado a prácticas y disposiciones que parecían inamovibles. Así será todo este año y quizá también algunas de estas novedades se queden para la postpandemia.

Nos ha obligado de manera tajante a hacer a un lado las demostraciones físicas de afecto; a olvidarnos de reducir el uso de desechables (guantes, cubrebocas, bolsas de plástico sanitarias, toallas limpiadoras, cofias y batas); a ver de mal modo el pago con dinero en efectivo y a preferir el uso del auto para una o dos personas como máximo antes que el transporte público. La lista puede ser muy larga. 

La urgencia por conseguir los suministros de protección sanitaria y equipos médicos necesarios para atender los casos de COVID-19 también obliga a cerrar los ojos a los procesos de licitación. Malas noticias para los puristas: no está la situación para ponerse a organizar oposiciones entre proveedores, comparar propuestas y escoger al de mejor precio, más calidad y referencias intachables. Menos con el mercado mundial de estos productos convertido en un vulgar zoco salvaje, sin lugar para gobiernos pobres, ahorrativos o ingenuos.

Los respiradores, el Santo Grial de los equipos médicos para atender esta emergencia, tienen precios que van de los 30 mil a los 50 mil dólares. Ni Estados Unidos tiene suficientes y su industria automotriz, General Motors por ejemplo, reconvirtió sus líneas para producirlos. Lo mismo hizo SEAT en España. 

Pero en México falta de todo desde hace tiempo.  El gobierno federal divulgó con música de logro los embarques de suministros médicos y sanitarios comprados en China. Hasta transmisiones en vivo de los aviones de Aeroméxico con estos fletes han hecho para mostrar a los mexicanos que nada va a faltar en sus hospitales. Pero hasta ahora en San Luis Potosí no se ha visto nada de esas publicitadas adquisiciones, por el contrario. Trabajadores del IMSS e ISSSTE se quejan de la falta de elementos de protección para trabajar en la atención de la pandemia, cuando no la malísima calidad de los mismos. Las caretas con dos grapitas del ISSSTE son una muestra.

Como otros gobiernos estatales, el de San Luis Potosí también ha hecho sus adquisiciones para equipar un hospital COVID completo (el de Soledad), otros centros de atención en Rioverde, Matehuala y Valles, así como el Centro Centinela de primera atención a quienes presenten síntomas. Se han comprado respiradores, camas, equipo sanitario, sanitizantes y reactivos para detección de la problemática nueva cepa de coronavirus. 

La secretaria de Salud ha reconocido que han sido compras movidas por la emergencia; si algo no hace bien, que lo resuelvan los órganos de vigilancia establecidos. Sin más, se la están jugando como servidores públicos quienes operan esas adquisiciones. No hay mucho margen. 

Recién publicó el diario español El País que España se gastó en marzo un fondo especial de 1.000 millones de euros (27 mil millones de pesos al tipo de cambio) para comprar material sanitario. Puras compras de urgencia para sus médicos, enfermeras y sanitarios que andaban improvisando con guantes de goma para limpieza doméstica, goggles de natación y reutilizando a fuerza de lavadas los pocos cubrebocas que les dieron. Todo escaseó. 

En esas compras de urgencia los españoles pagaron un embarque de medio millón de mascarillas quirúrgicas a 0.03 euros por unidad (0.81 centavos) y otros de más de 33 millones de piezas a 0.86 euros cada una (23.26 pesos), es decir, 28 veces más caras que las otras. 

España compró respiradores de chile, dulce y manteca, donde pudo comprarlos, por 75,4 millones de euros (más de 2 mil millones de pesos) y 72,7 millones de euros en pruebas diagnósticas (casi otros 2 mil millones de pesos), entre test rápidos y kits y reactivos. 21 fletes de avión con distintas aerolíneas. 

Una compra de 659.000 test rápidos de antígeno fue motivo de escándalo porque las pruebas salieron defectuosas. Siete millones de euros que el gobierno español exigió de regreso al proveedor chino. Encima, se dieron cuenta que los habían pagado muy caros. 

Y como en San Luis con los “proveedores” del Congreso, les salieron unos medio raritos: uno que era una empresa sin un solo empleado, otra con antecedentes por fraude fiscal reciente y un despacho laboral que se convirtió en abastecedor al mayoreo de hisopos para pruebas COVID de laboratorio.

La emergencia se entiende y tal vez lo mejor sea que no quede duda de la buena fe en todo lo que ha movido la urgencia: transparentar las compras, dejar todo claro. Se entiende que haya que renunciar a los laberínticos procesos de licitación, pero no que debamos renunciar a la transparencia y al derecho a saber, cosas muy distintas. Si hay buen juicio, se hallará la manera de no dejar abiertas ventanas a la sospecha. 

LA OTRA URGENCIA: LAS FINANZAS

Y aunque el presidente López Obrador ha dicho en un video por su cuenta de Twitter que en México “ya estamos viendo la luz a la salida del túnel (de la pandemia)”, parece otra de sus frecuentes incursiones a terrenos fuera de la realidad. 

“Vamos a frenar la caída de la economía, todo esto que se ha generado por la pandemia del COVID-19. Sí va a caer, pero vamos rápido a mejorar la situación económica, habrá un rápido retorno a la normalidad económica”, aseguró. 

Lo cierto es que medir el impacto que tendrá en la economía esta pandemia aún es muy difícil, no solo para México, para todo el mundo. Ni en Alemania, con el liderazgo de doña Angela Maerkel, la ven fácil. La economía ya venía de una contracción desde fines del año pasado y el inicio de este no se veía mejor. De golpe nos cae una recesión mundial por un virus que no se parece a ninguna otra. 

En México el primer golpe fue a las cadenas de suministro. Por la industria fue la primera en oprimir los botones de alarma, mientras el gobierno de la 4T vivía en estado de negación. Luego el petróleo, con una guerra de precios de las que nuestro gobierno por cuestiones ideológicas apenas entiende. Ha sido un ingrediente muy adverso.

El peso “fortachón” que presumía el presidente como signo inequívoco de avance económico se fue al carajo, “Hay estimaciones de hasta 29 pesos si continúa la percepción de riesgo sobre la economía mexicana”, advierte a Gabriela Siller, directora analista de Banco BASE. Si se recupera, quizá ya no lo veamos debajo de 22 pesos, calcula. 

Y luego el distanciamento social le pegó muy duro al sector servicios. El turismo y la restauración han sufrido mucho. Un hotel apenas inaugurado el 12 de marzo, el City Centro, cerró sus puertas. Los hoteleros cuentan 22 establecimientos cerrados en la ciudad, 35 en el estado. Cines, espectáculos y empresas deportivas se paralizaron. 

Del efecto económico arrasador del virus no se salva ni la Iglesia. Si no hay presentes en misas, no hay recaudación de aportaciones de los fieles. Tampoco hay bodas ni celebraciones de 15 años. 

La presión a las finanzas públicas del estado por el coronavirus es considerable. Al Gobierno se le ha reducido espacio de maniobra y es probable que al último trimestre del año desaparezca. Todo depende de cómo nos vaya, si los hospitales no se ven rebasados. 

Gobierno del Estado ha tenido fuertes gastos y adelanta el presupuesto de Salud. Ha echado mano de planes de austeridad, pero si no son suficientes, habrá problemas. Tiene además un gran gasto en apoyos alimentarios y un gran segmento de población en la informalidad que presionará más por ayuda. 

Y la recaudación será menor, con la economía parada por todas partes. Menos impuesto a nómina, escaso impuesto turístico y baja en recaudación de impuesto a gasolinas.

El virus ha resultado un abrasivo feroz para todo tipo de autoridad y si ésta pierde el rumbo, se erosionará más para los ciudadanos que no vean otro camino que tomar su propio timón. 

Una explosiva secuencia en año previo a comicios. 

LA TIRA DE LAS NETAS 

LOS REMEDIOS DEL PRESIDENTE

“Veo que el desinfectante lo noquea [al coronavirus] en un minuto, en un minuto… ¿Hay alguna manera de que podamos hacer algo como una inyección dentro o casi una limpieza?”. 

LA MODA EN “VALOR” Y “PRECIO”

“Todo el mundo está al corriente del precio de todo, pero del valor de nada”.