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Aparatchik forever

Por Adriana Ochoa

Julio 16, 2023 03:00 a.m.

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La casa de Salvador Nava Martínez y Conchita Calvillo de Nava, con anuncio de venta (Alberto Martínez Sánchez/Pulso).

La casa de Salvador Nava Martínez y Conchita Calvillo de Nava, con anuncio de venta (Alberto Martínez Sánchez/Pulso).

Han puesto a la venta la casa del líder civilista Salvador Nava Martínez, fallecido hace más de tres décadas. Su viuda y compañera de lucha, Concepción Calvillo Alonso, murió a los 105 años de edad en mayo pasado, reconocida más en el exterior que en San Luis Potosí como un referente de lucha democrática.

Desde la muerte del doctor Nava, una y otra vez se diagnosticó el fin del navismo. Con ese tañer a difunto de la oficialidad y adversos, Conchita Calvillo tuvo el mérito de empujar a la realidad la ciudadanización de las autoridades electorales para la elección extraordinaria de gobernador en 1993; el esquema funcionó y más tarde se impulsaría la reforma electoral que permitió la alternancia en el país.

Las muertes del navismo diagnosticadas y cantadas una y otra vez, por voces de diferentes corrientes, se sucedían a la menor provocación que se tuviera a mano, en cada hecho que permitiera pergeñar un acta de defunción al gusto de quien quisiera emitirla, desde la creación del fallido Nava Partido Político -un disparate que el propio Nava no hubiera aprobado-, hasta la derrota electoral del nieto, Xavier Nava Palacios con el registro de Morena.

Mientras el movimiento que inspiró su marido entraba en una fase de estancamiento y lenta dilución, la viuda de Nava buscó otros escenarios de trabajo por los valores democráticos y el respeto a los derechos que le ganaron el reconocimiento de distintos movimientos sociales en el país, sobre todo en el trabajo de pacificación de Chiapas.

El suyo, como el del doctor, fue un activismo sin estridencias, socialmente congruente y con la dignidad humana como eje. Si eso es el navismo al que mil veces le han cantado el acta de defunción, el de la conciencia civil alerta y en pie, el del respeto al otro y la defensa del derecho ante los excesos, no tendrá San Luis suficientes lágrimas para tanto desconsuelo porque estúpidamente estaremos entonando nuestro propio réquiem como ciudadanos.

A esa casa hoy en venta, en la calle de Arista, acudieron alguna vez un presidente de este país, gobernadores, intelectuales como Enrique Krauze o Adolfo Aguilar, activistas y figuras de oposición como Cuauhtémoc Cárdenas y don Samuel I. del Villar. De la ideología que fueren, el reconocimiento era el mismo: congruencia, respeto y estatura.

Hace unos años, un empresario potosino que se fue a residir fuera del país un tiempo, regresó sólo para enterarse con asombro que en San Luis un gobernante, del nivel que sea, puede acumular una pillería documentada tras otra sin que pase por lo menos una nota de amonestación de una grisácea y cauta contraloría pública. Que el moche se estableció con todos sus reales en las autorizaciones votadas en el Congreso o en los cabildos.

Le sorprendía a este potosino retornado que los detalles de las trácalas se hagan públicos en medios y con una “explicación” peor articulada basta para dejar pasar el tema. 

Los cochineros con recurso público hace años que terminan sepultados en “acuerdos” entre partidos para hacerse de la vista gorda y dejar que cada quien pueda asar su sardina en paz. Con todo y que el empresario en comento nunca fue partidario del navismo como movimiento de participación política, reconoció: “Qué falta hace el navismo que salía a la calle y denunciaba, por lo menos eso”.

Nava, a diferencia de los partidos, no promovía la búsqueda prioritaria del poder. Para Nava fue la participación política de los ciudadanos estaba encima de colores y partidos, un avis rara en un país de políticos a quienes los electores les importamos muy poco una vez que ya votamos.

Cuando a esos partidos se les agota su nómina de figuras y ven peligrar sus posibilidades en una próxima cita electoral, les da por ofrecer “candidaturas ciudadanas” a personas sin militancia, o a externos, pero potencial de aprobación de sus conciudadanos que pueda capitalizarse en votos. El “cobro” posterior por el registro suele derivar en una franca extorsión inacabable, tipo prestamista colombiano.

Si va a alcalde, el partido le impone toda la planilla para hacerle rehén de un cabildo. La burocracia del partido exige puestos para su “estructura” de platilleros, oficiantes del enredo, masajistas del ego y parientes inempleables. No es todo, también impondrá al “contratista” que habrá de hacer las obras, abastecer la papelería, proveer los materiales, surtirá medicamentos o apoyará “la imagen” con un par de portalillos web petarderos con menos seguidores que una secta de terraplanistas.

Ah, por si fuera poco, el “derecho de registro” (derecho de piso vulgar) no incluye que las bancadas del partido te apoyen en el Cabildo o en el Congreso, porque eso tiene un costo adicional. Que algún día nos la platiquen para confirmar datos un par de potosinos que han llegado a la alcaldía capitalina con registros de institutos políticos a los que no pertenecen, incluido el actual, Enrique Galindo, un priista que llega al cargo con votos del PAN. O Xavier Nava Palacios, el nieto del doctor Nava.

Y si el ajeno se rebela y quiere ir más allá de donde su arrendador se lo permite, terminará como disidente. Las burocracias partidistas, los “aparatchik”, nunca se equivocan, aunque en un breve periodo de tiempo digan una cosa y su contraria. Su éxito es instaurar una forma de medrar con la participación política, un camino al erario o a las nóminas para él y todos los que sintonizan con su pericia conspirativa.

El “aparatchik” de turno, el funcionario del partido a tiempo completo, declara el abandono del malagradecido y no se baja del macho así se hunda el mundo porque la prioridad siempre es “¿qué hay de lo mío?”.

Si el civilismo potosino de Nava se acabó con su muerte o con la de su viuda; o se acaba con la venta del que fue su domicilio, es un alegato interminable. Las personas y las cosas tenemos un principio y un final. El doctor y Conchiita vivieron intensamente su ciudadanía y concluyeron su ciclo vital.

Lo verdaderamente trágico es que los gobiernos y los partidos aletarguen manipulen o extirpen el sentido de alerta y defensa de nuestros derechos ciudadanos. Si es ese civilismo el que se ha extinguido en San Luis, estamos muertos todos y nadie ha tenido la piedad de hacérnoslo saber.

 

ROLLOS SUELTOS

DE MAL EN PEOR. El trato en el IMSS, en particular para los adultos mayores. En la clínica Cuauhtémoc, la pasada semana, atestada la espera para consulta y apenas lugares para sentarse. Una mujer tuvo el atrevimiento de preguntarle a una enfermera, una tipa malencarada y con muchas cintas en la cofia (se supone que grados), si no podían conseguir una silla para una anciana. “¡Pues si no tenemos ni para nosotros!”, contestó manoteando. Como si la mala jeta fuera porque les pagan por irse a sentar…

ANOTEN A ESTOS OTROS. Los señores de la dependencia federal que han puesto a regentear la operación de la nueva tarjeta para cobrar la pensión de adultos mayores. Largas y penosas filas por horas y bajo el sol afuera de las contadas sucursales del Banco del Bienestar, para que pasado el mediodía les digan que “ya no alcanzaron” o que “el cajero del Bienestar se descompuso”. Hay personal que hace lo que puede, pero otros sólo gritonean, malmodean y no arreglan ni un café negro.

¿SÓLO POR JODER? Y no se sabe si son ganas de fastidiar a la gente o sólo es por el nulo sentido de la economía que tienen nuestros servidores de la 4T, pero resulta además que esos ancianos pueden ahorrarse la penuria física de ir a hacer fila y acudir a un banco que mejor les acomode a sacar el dinero, con el pago de una comisión entre 20 y 30 pesos, que son nada comparados con lo que deben pagar de taxi para ir a la sucursal del Bienestar asignada, las incomodidades y las largas esperas, a veces para nada. Por lo menos informen de las opciones y que los beneficiarios elijan.

GOBERNAR AL GOBIERNO. Pasa de cuando en cuando: colaboradores y cercanos muy infladitos se desbordan, buscan más espacios y consideraciones de las que les concede el jefe y comienzan a golpear por la libre a otros compañeros de gabinete, por angas o por mangas. Algunos le llaman “fuego amigo”, un eufemismo para ponerle un manto al desorden de ambiciones o soberbias desbordadas en un equipo. Tarde o temprano, pasa factura en divisiones, filtraciones inconvenientes y pasadas de freno que afectan a la cabeza misma. En esas anda ahora el gallardismo en el gabinete y el Congreso…

LA TIRA DE LAS NETAS

NO ES POR EL SIGNIFICADO…

“En los últimos años, el número de personas que acuden a borrar diseños de su piel ha crecido un 30%... ()… tengo un socio con una franquicia de borrado y el 90% de los casos que le llegan es por una mala ejecución del tattoo”.

Flavia Bonina, esteticista profesional, sobre el floreciente negocio de borrado de tatuajes que atrae incluso a inversores externos. Cinco Días (16/VI).

UN CASINO, CON TODO Y ESTAFADORES

“El mercado está loco. Una empresa puede dispararse un 1000 por ciento, incluso si es una completa basura”.

Nathan Anderson, fundador de la empresa de “inversores en corto” Hindenburg Research, una consultora que se dedica a investigar y revelar empresas fraudulentas en Wall Street. XL (5-10 VI).