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No es que no necesitemos políticos en estos días de incertidumbre sanitaria y económica que nos plantea un agresivo virus.
Los médicos y la ciencia son ordenados y estructurados para aprender rápido de esta nueva cepa. Como si se tratara de reparar un avión en pleno vuelo, más o menos hay ya un mapa de ruta global para la crisis de salud. En nuestro país, si la autoridad sanitaria y los ciudadanos hicieron su tarea, se supone que debe haber un cierto beneficio de tiempo con respecto de cómo llegó la pandemia a Irán. España o Italia.
Para la crisis económica, también hay mapas de ruta que lamentablemente el gobierno federal mexicano no entiende, no quiere entender, o entiende pero solo le importan sus ya de por sí cuestionados y poco apreciados proyectos.
Si AMLO logra oficializar a sus “ninibecarios” como nuevos empleos, ahí estarán sus dos millones de puestos de trabajo prometidos en su anunciado programa económico disque por la crisis sanitaria del coronavirus. Dos millones de empleos creados este año sin un plan serio es una fantasía demagógica como salida de un “viaje mix” con pulque, anfetas y “pirulas”. Su propia secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, durante una conferencia del presidente, explicó que entre el 13 de marzo y el 6 de abril se han perdido 346 mil 878 empleos. Y el presidente culpó al outsourcing y acusó a los empresarios de “sacar raja” de la circunstancia.
Los gobernadores, con distintos enfoques, están por apoyo federal para la crisis económica que ya tenemos encima. Unos con posiciones más radicales, como un nuevo pacto fiscal. Otros por la vía de la gestión. En San Luis Potosí, de acuerdo con las posibilidades presupuestales, el Gobierno ha diseñado un plan de ayuda no sólo para los necesitados, también para emprendedores pequeños y medianos, a través de los instrumentos a su alcance, como el Sifide.
Si de algo se nota perfectamente consciente a Juan Manuel Carreras, en sus modos fríos, es del tamaño de la bronca económica que habrá. La parte sanitaria se las ha dejado a los expertos médicos y él apoya con lo que sea necesario. Ha ordenado comprar incluso insumos sanitarios y reactivos aparte. La secretaria Rangel y el epidemiólogo Lutzow, todo el sector Salud, tienen un paquetote sobre los hombros que apenas se ve emerger; lo que viene demandará más.
En lo político, llamaron a los alcaldes para que colaboren. El regreso de migrantes sin ningún seguimiento puede dar sorpresas a municipios donde los servicios de salud son precarios. En la reunión hasta afloraron las disputas entre un alcalde que acusaba a otro de “mandarle” a sus potenciales contagiados, o de seguir organizando bailongos y ferias como si no hubiera pandemia.
Los primeros responsables en el frente de batalla de esta crisis de salud son los presidentes municipales, del tamaño que sea el municipio. Ahí tienen Nueva York, con un alcalde que no sabe dónde meterse por tomar medidas tarde: más contagiados que en cualquier país de Europa o Asia, más de 160 mil, y más de 8 mil muertos.
El alcalde local, Xavier Nava, ha mostrado disposición, pero su departamento de Comercio no se mueve a la debida velocidad. Las pescaderías de los mercados estuvieron a reventar jueves y viernes, sin ninguna medida ni orden. Micheladerías abiertas y con escaso espacio entre clientes. Y plazas comerciales en el oriente con familias enteras como si fueran a Disney. El delegado de Pozos tampoco hace su trabajo, y eso que quiere ser diputado.
Ahí es donde aparecen políticos de los que no queremos en esta crisis, esos que dan siempre paso ya no con huarache, sino hasta con botas Federicas. Como los que regalan gel con su nombre y el logo de sus partidos en el botellín. Después de la chamaqueada que le pusieron al director del Hospital de Soledad, permitiendo un túnel sanitizador en la entrada, con el nombre de su donador, un diputado del Verde, con mucha discreción se ordenó colocarlo para el acceso a médicos y enfermeras, donde no lo verá el público, y además le taparon el nombre del patrocinador. No solo tienen un problema ético estos señores, también estético: no entienden que se ven guarrísimos con sus afanes promocionales en esta situación.
Confiemos en que nuestras autoridades del sector salud, nuestros médicos, nuestras enfermeras y nuestros investigadores se encarguen de la hoja de ruta en la crisis de salud. La ruta económica tendrá que construirla la sociedad civil, no hay presidente ni gobierno federal para eso para eso.
En cuanto a la ruta política, estemos atentos contra el oportunismo y la irresponsabilidad. Si no hay carril, cualquier espacio abierto puede ser camino, así sea a un precipicio.
“¡GRACIAS!” EN UNA BOLSA DE PAPEL"
La industria restaurantera es una de las más afectadas por el COVID-19, sobre todo a un horizonte más corto que otros sectores. Se soporta sobre flujo diario. Unas semanas sin clientes y el negocio ya no lo es.
El sitio oficial nacional de la Canirac reporta más de 11 mil 700 establecimientos dedicados al servicio de preparación de alimentos y bebidas en la entidad, lo que colocaría a San Luis Potosí por número de unidades más o menos en el lugar 13 o 14 del país. Tenemos más unidades de negocio de comida que Querétaro (21° de la tabla) o Sonora (20°). Si dejan de prestar servicios, se pierden empleos, tanto directos de la empresa como indirectos (seguridad, valet parking, abastos, servicios varios).
Según el sitio especializado The World’s 50 Best, “el 80% de los empleos de los trabajadores de la hospitalidad global están en riesgo” y prevé que muchos de los restaurantes que cierren por la pandemia, no volverán a abrir.
No todos los días cierra “La Virreyna”, pero un restaurante, taquería, tortería o cafetería buenos, apreciados o favoritos que se cierren definitivamente, son más que un dato estadístico para la economía de la comunidad. Prueben a imaginar que desaparezcan las tortas del Fito´s, ni una más de ellas emplatada en su cuadrito de papel estraza, y se enteran de lo que desata para muchas generaciones.
Los restaurantes están tratando de mantenerse operativos con servicio a domicilio, así sea una carta más limitada a lo habitual. Aunque ya tenían esa opción, no era su base, así que la están reforzando. Los hay con buen ánimo, plantando cara: por el trazo, parece que quien pone los mensajes en los envíos del Saigón es alguien joven, y si no lo es, más lotería. Nos hace falta pensar joven y con mejor actitud en medio de tiempos inciertos.
El restaurante abrió una especie de tarro de aportación voluntaria adicional en su sistema de pedidos por plataforma, una cantidad modesta. La bolsa de envío lleva un dibujo con un agradecimiento del personal, algo sencillo pero con sentido de comunidad. Si el gobierno federal se resiste a apoyar a la industria restaurantera, a las empresas en general, hay que tirar del aprecio que el cliente tenga por su servicio o por algún platillo de su carta.
Si lo que viene es un encierro más estricto en tercera fase, los esfuerzos del sector restaurantero por el servicio a domicilio o de plataforma serán importantes y quizá abran la puerta a nuevos esquemas de negocio postpandemia.