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Cambio en el poder presidencial, una cita de gobernadores priistas para tratar de construir un posicionamiento respecto de la competencia política por venir. Sobre la mesa, dos alternativas: o ayudan a crecer el gran proyecto de regeneración nacional o se oponen, con el costo político -y en algunos casos penal-, que puede acabar pagando un gobernador del partido saliente.
La sonorense Claudia Pavlovich mandó representante con la respuesta a la propuesta de “portarse bien” para el avance del gran proyecto: “No en Sonora”. Venga lo que venga. A unos meses de que inicie el proceso electoral, entre ellos el de sucesión para la sonorense, medios proclives a Morena y a López Obrador le atribuyen un acercamiento preventivo con la alcaldesa de Hermosillo, Célida López Cárdenas, presunta aspirante a la candidatura a gobernador de Morena. Diferencias de opinión con Alejandro “Alito” Moreno, el dirigente nacional del PRI, serían el motivo para tender puentes con destacados morenistas, pero hasta ahí.
Al de Hidalgo, Omar Fayad, también le achacan postura con enviado. No esperen que colabore. Con no intervenir, un gobernador ya hace bastante. Literalmente, institucional; políticamente, un mar de ambigüedad. Los priistas dicen que es este posicionamiento el que bien le pudo abrir la ruta al gobernador potosino Juan Manuel Carreras López, respecto de la relación con demandante presidente López Obrador.
Carreras no es un político que se entregue con facilidad a las ficciones felices: tiene claro el lugar que las urnas le dieron a su partido, sabe también que el manto de desprestigio para el tricolor va a ser muy difícil de quitar de encima y que a su partido le toca hoy una larga travesía por el desierto antes de ver algún brote verde de credibilidad entre el electorado.
Sabe, en resumen, que el PRI no está para ser competitivo en la elección para sucederlo. Desde luego, algún candidato podrá tener, pero será para que encabece el esfuerzo ya no de ganar, sino el de conseguir votos para alcaldías medianas y pequeñas, alguna diputación de mayoría y espacios de representación proporcional para los amigos que harán línea defensiva cuando de su paso por el Poder Ejecutivo sólo le queden auditorías y observaciones de cuenta pública por solventar, además de cobros de facturas políticas. Se lo advirtió en algún momento su entonces secretario de Finanzas José Luis Ugalde: “Tú no vas a tener un sucesor que sea tan decente contigo como lo ha sido el de Toranzo”.
Aritmética y legalmente el PRI no es la segunda fuerza electoral en la entidad. Y tampoco surgieron en sus filas figuras con potencial competitivo por la gubernatura. Aspirantes a la candidatura tricolor puede que los haya con ánimo, que ganen es otro cantar. El PRI necesitaría un milagro o un hada madrina generosa para mantener la gubernatura bajo sus colores.
La historia política reciente en San Luis Potosí incluye personajes en el poder que han hecho justo lo que achacan al hidalguense Fayad, no intervenir. Y con eso hicieron de sobra. Distanciado Marcelo de los Santos del candidato panista a gubernatura, Alejandro Zapata Perogordo, por pecados de lengua de Zapata, el empresario contable se instaló en un elegante “no hacer”. “Ayudó” además la soberbia del equipo de Zapata, que ya se veía en el gobierno y no aceptaba observaciones. El resultado ya se conoce.
Al menos hacia el exterior, a Carreras no se le conoce disputa, regaño o reprimenda con los “servidores de la nación” de Morena, tampoco con sus diputados locales y federales, gente no muy brillante, ni siquiera conocida por el votante promedio y a la que se le nota una lotería que nunca soñaron ganar.
Y capitostes morenos en la CDMX creen que Juan Manuel Carreras permitirá al proyecto del presidente tomar por las urnas la entidad.
El gobernador Carreras también tiene una relación de colaboración sin sobresaltos con el alcalde, Xavier Nava Palacios, y con el PAN nacional. Trabajó con el gobierno panista de Felipe Calderón Hinojosa y conoce a los azules bastante bien. Para la pasada elección de alcalde capitalino, la de Nava, el partido que él jefatura jugó una carta de evidente sacrificio con Cecilia González, directora del DIF estatal. Cecilia y algunos de sus amigos muy militantes se sumaron, se esforzaron y se lo tomaron en serio, pero la competitividad de ese proyecto fue una creación de caducidad programada: no más recursos de los presupuestados, un mínimo de reflectores para cumplir y muchas cintas amarillas por donde no traspasar.
El verdadero proyecto de Carreras en esa elección fue una apuesta más sofisticada: no intervino para que su partido comiera más palmo de terreno electoral por la alcaldía de San Luis Potosí. Dejó espacio para que Nava, el candidato más competitivo ante Gallardo, encontrara menos resistencia en la recolección de votos contra la reelección gallardista. Ganó Nava y ganó Carreras, porque la expansiva ostentación de poder de los señores Gallardo amenazaba ya con quitarle espacio para respirar al jefe del Ejecutivo estatal.
La colaboración entre la Alcaldía capitalina con Nava y el gobernador ha sido muy buena. Tienen proyectos conjuntos, como el dren del río Santiago, no se pisan el poncho en temas políticos y en el tema pandemia la administración municipal ha tenido iniciativas de apoyo desde su trinchera.
Para nadie es un secreto que Nava es un aspirante fuerte a la gubernatura; lo natural es que lo sea por el PAN, que lo registró para la alcaldía. Pero Nava no es panista y tiene contrincantes que reclaman una candidatura con militancia. El problema para el PAN es que si el rechazo a las aspiraciones de Nava resulta un error de cálculo en las urnas, será una derrota con requerimiento de pago muy claro. Nava tiene buena relación con agentes influyentes en Morena y en la 4T.
Un viejo aspirante a la candidatura a gobernador, José Ramón Martel. Se quejó en una entrevista, publicada en El Exprés, de lo que él califica como “agandalle” de la candidatura a gobernador por parte del CEN del PRI. Se refiere a las reformas a 41 artículos estatutarios del tricolor que le permiten a su dirigente nacional, “Alito” Moreno, atraer sin más la candidatura a gobernador. Muy enojado, dice que no hay causales.
Quizá “Alito”, como Carreras, también tiene claro que el PRI no pasa por sus mejores tiempos, en San Luis y en otros estados. Si participa con la ortodoxia de siempre, lo barrerán en las urnas y sanseacabó. Si el CEN atrae la definición de las gubernaturas no se ocurre otra razón más que una escala de prioridades muy distinta a la que se espera de militantes tradicionales y con visión muy local. La prioridad para el presidente nacional del PRI son las diputaciones federales, no las gubernaturas.
Sin presidente que sea el jefe real e incontesrtable, se ha vuelto clásico que los gobernadores panistas y priistas les disputen el proyecto a las dirigencias nacionales de sus respectivos partidos. Sucedió con el poblano Moreno Valle y Ricardo Anaya en el PAN, sucede con Alejandro Moreno y algunos gobernadores priistas.
La gran batalla del 2021 para las dirigencias nacionales es la Cámara federal. Las gubernaturas importan, desde luego, pero si los militantes se enfrascan en las guerras internas de siempre con efectos negativos que se prolongan hasta la elección constitucional, puestos a poner remedio, sacrificarán lo local.
En el mismo canal es posible que se mueva Marko Cortés, el mandamás nacional del PAN. Más novedades para militantes ortodoxos: no descarten acuerdos entre partidos para enfocarse de manera conjunta en la competencia por distritos con potencial verdadero de victoria. Donde un candidato rojo tenga más potencial, se retirarían los azules, y viceversa.
El pundonor militante es muy bonito y loable, pero en el panorama que se avizora para el 21, puede resultar más un lastre que algo útil para recuperar espacios en las urnas.
El mismo día que el dirigente nacional panista recibió a los siete aspirantes reconocidos a la candidatura panista para gobernador, incluido el no militante Nava, se enteraron que tuvo cita con su homólogo priista, que hay diálogo con el tricolor. Él mismo se los dijo.
Puede que Carreras en el 21 haga de patito de hule en las procelosas aguas de la bañera electoral potosina, que “no intervenga” para hacer ganar a su partido su propia sucesión, pero también puede que no sea el único.
ROLLOS SUELTOS
CUENTAS REVISADAS. Que ya concluyó la auditoría a la pasada dirigencia gallardista en el PRD. El colectivo que administra el partido de manera emergente ya debe saber el resultado. Ahora que la den a conocer.
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ORDENAMIENTO DIALOGADO. Más o menos para segunda mitad de este mes el Plan de Reordenamiento Urbano será definido y hecho público. Hubo cambios en estos días de pandemia, tratados con algunos de los grandes desarrolladores en desacuerdo con la declaratoria de área no urbanizable en gran parte de la
Sierra de San Miguelito.
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LA TIRA DE LAS NETAS
MOTIVOS UNIVERSALES
“Supongo que para un padre, si no crees que hay un sitio de seguridad para tus hijos, no tiene sentido seguir adelante”
Colson Whitehead, escritor afroamericano, autor de “El ferrocarril subterráneo”, en entrevista sobre las ligas entre su obra y las protestas contra la brutalidad policial, el racismo y el abuso. EPS (30/VII).
Y EL SOCIO A CANTE Y CANTE…
“Lo que más le importa es sacar raja política y electoral rumbo al 2021, desviar un poco la atención de la pandemia y jalarla hacia otro lado, con esto le pega a la oposición”.
José Antonio Crespo
Politólogo y académico el CIDE, sobre el caso Odebrecht y la extradición de terciopelo para el director de Pemex, Emilio Lozoya Austin. El Exprés (23/VIII).
AL PUEBLO, “BECA-NINI” Y CIRCO
“Es más bien un recurso político de baja estofa que pretende alimentar la popularidad del presidente a costa de la vida institucional. Lo que estamos observando es una contribución a la lumpenización de la política y de la sociedad”.
José Woldenberg Karakowsky, ex presidente ciudadano del IFE, hoy INE, y profesor en la UNAM, en su artículo “Ocurrencias que degradan”, sobre la consulta “popular” para enjuiciar a ex presidentes. El Universal (I/IX).