Un virus como medida

Con la seguridad social in extremis y un presidente volcado en su propia imagen, el balón de la epidemia está en la cancha de los ciudadanos.

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Un virus como medida

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Cuando que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció su intención de federalizar los servicios de Salud y desaparecer el Seguro Popular, con el argumento de pésimas cuentas en la materia por parte de varias entidades del país, el gobernador potosino hizo una objeción discreta pero puntual: si hay estados con malas cuentas, vale la medida, pero San Luis ha hecho un gran esfuerzo y desde hace años se nota en los primeros lugares obtenidos en indicadores. 

Sin aspavientos, muy en su estilo, defendió resultados en programas de salud, pero también la responsabilidad política ante la población. 

De lo primero, en octubre del año pasado la propia Secretaría de Salud le entregó a los Servicios de Salud de San Luis Potosí el reconocimiento anual de primer lugar nacional en indicadores de programas como vigilancia epidemiológica, prevención de dengue, red de laboratorios y control de rabia. 

De las cuentas ante la población, Carreras expuso: Si se presenta un problema de salud pública grave, una epidemia o un desastre sanitario, los potosinos le van a reclamar al gobernador como responsable. La lógica es básica en este centralizado país: la población exige una primera respuesta de sus gobernantes inmediatos, no a la lejana Ciudad de México.

Cuando el gobierno federal suspendió los apoyos a los médicos residentes, el costo lo asumió el gobierno potosino. Igual con las compras de vacunas para sarampión y otras enfermedades que de golpe y porrazo les racanearon a los estados, con el todavía inefable sentido “del ahorro” del gobierno morenista: quizá eso explica que la Ciudad de México registró  un brote de 25 casos de sarampión, según la propia Claudia Sheinbaum. 

Conocedor del Seguro Popular, del que estuvo al frente en San Luis, Carreras López estuvo en el grupo de gobernadores que externaron desacuerdo con la desaparición. Al final, el presidente prometió que su nueva creación, el Insabi, sería mejor y más eficiente. Así, los gobernadores priistas aceptaron y el gobierno federal desapareció el Seguro Popular, sin tener todavía organizado el Insabi. 

En cuanto al ISSSTE y el IMSS, están peor que nunca. Falta un médico y no hay quien sustituya. No hay un medicamento y es un peregrinar de días, hasta meses, hasta que llega a sus farmacias. 

Un día un mando médico del ISSSTE, de la clínica “Dr. Pedro Bárcena Hiriart”, se hizo de palabras con un derechohabiente ya mayor que reclamó airado porque no había medicamentos ni médicos y se suspendieron las consultas: “Reclámele a su presidente, que los tiene muy contentos porque les da dinero; por eso no hay medicamentos ni médicos, pero ustedes traen dinero porque por eso votaron”. El hombre hizo el gesto de sacar el celular. “Grábeme si quiere, sirve que se enteran”, lo retó el de bata. El reclamante se achicó y se quedó callado. Los derechohabientes se fueron a sus casas, sin medicamentos o sin consulta. 

Así nos agarra la epidemia que zarandea de fea manera a Europa. No es la enfermedad en sí, sino su alucinante capacidad de contagio lo que ha puesto contra las cuerdas a los sistemas sanitarios del mundo. No hay un solo país que tenga hospitales suficientes para atender un “pico” geométrico de enfermos como los que puede provocar esa nueva cepa vírica. China construyó uno en diez días. España habilitó un hotel y un espacio ferial en Madrid. 

En México lo que destaca es un presidente que no solo no acompaña las medidas para contener los contagios, las reta públicamente besuqueando niñas y “amlovers” en sus giras. Y cuando debiera poner ejemplo de lavado de manos y distancia social, exhibe su fe en la chocarrería. Lo que haga el sistema de Salud de su propio gobierno lo ha traído sin cuidado, quizá porque le disgusta que el ruido mundial de un virus le quite reflector.

La epidemia se ha quedado en la cancha de la sociedad civil, que se organiza y se las apaña como puede. El liderazgo en este reto, la responsabilidad política que advertía Carreras, se esfumó con la avidez del presidente por ser el centro de atención nacional y su circo mañanero. 

Con la información que tuvieron de sus proveedores y clientes en Asia y Europa, se adelantaron las empresas a la declaratoria de distancia social y a las previsiones. Profeco duerme el sueño de los justos mientras ciudadanos tratan de abastecerse de gel antibacterial vendido a precios de caviar Beluga, guantes de látex cotizados “en dólares” y cubrebocas hallados de milagro en las farmacias. El negocio con el miedo al contagio se mueve a sus anchas. No se le ha explicado a la población que el gel alcoholado no les va a servir de nada si se exponen al contagio en las apretadas filas de los cajeros, las micheladerías que no han cerrado y el barullo callejero. 

Traer el reactivo para cien pruebas, un tubito, requiere un viaje desde la Ciudad de México con cien kilos de hielo seco, muy peligroso de manejar. Personal de Salud lleva un riesgo tan solo en ello; correrá muchos más. Y al parecer se trata de material que se adquirió con recurso propio, como ya sucedió con vacunas, apoyos a residentes y medicamentos.

Una epidemia como contexto para medir la responsabilidad política en materia de salud. 

LA TIRA DE LAS NETAS

“Puede que exista un virus con el que las personas se sientan lo suficientemente bien mientras estén infectadas para subirse a un avión y eso haría que se extienda por todo el mundo de manera muy rápida”.

Billa Gates, fundador de Microsoft y patrocinador de grandes campañas de vacunación e investigación sobre enfermedades infecciosas, en una advertencia hecha en 2015 en una conferencia en TED.com sobre la posibilidad de una catástrofe epidemiológica mundial, con la proyección de un virus para ilustrar. TED, canal en YouTube(IV/2015)

“Me la quería comer a besos, pero no puedo por la sana distancia. Es un primor”.

Andrés Manuel López Obrador, en su cuenta de Twitter como presidente constitucional, en un comentario sobre una niña que le dedicó unas palabras. El mandatario fue duramente criticado por besar a una niña, en medio de la emergencia sanitaria por el Covid-19. (20/II).