Los triquis de Oaxaca demandan apoyos
Decenas de familias desplazadas por la violencia y ahora viven en condiciones indignas
Juxtlahuaca, Oax.- Lo que antes era migrar para trabajar en la cosecha del jitomate y la fresa, se convirtió en un desplazamiento sin retorno para 40 familias que forman parte de las 144 que hace cuatro años fueron expulsadas de Tierra Blanca Copala, Oaxaca, por la violencia.
Ellas han vuelto a formar su hogar en San Quintín y Ensenada, del otro lado del país, en Baja California. “Tuvimos que buscar el sustento familiar, para los hijos, y seguir adelante, pero mantenemos la esperanza de regresar a nuestros huertos de café”, lamenta Gerardo (quien pidió cambiar su nombre debido a las amenazas que ha recibido).
Para él y su familia ha sido imposible retornar a su hogar, a sus tierras y, sobre todo, a su comunidad. Ahora viven en una casa sin servicios, en condiciones indignas. Al igual que muchos de sus paisanos, Gerardo y su familia llevan varios años dedicándose al campo en San Quintín, Baja California, pero siembre regresaban a Tierra Blanca Copala, habitada por la nación triqui, donde tenían su casa y atendían el cultivo y cosecha del café, herencia de sus padres y sus abuelos.
“Veníamos a trabajar una temporada acá y luego regresamos a trabajar en lo propio, pero ahora eso ya no es posible. Los cultivos se quedaron en el total abandono, porque cuando llueve los cafetales se hacen monte y es imposible rescatarlo ahora”, lamenta.
La violencia
Antes de los hechos violentos en Tierra Blanca Copala, que causaron el desplazamiento forzado de más de 144 familias triquis a finales de 2020 y a principios de 2021, familias como las de Gerardo iban por temporadas a los campos agrícolas del norte y retornaban.
El 26 de diciembre de 2020 fue asesinado el poblador Andrés Martínez López, sus tres de sus hijos fueron atacados, a partir de ahí todo cambió. Las balas se hicieron presentes en el pueblo y la violencia los comenzó a perseguir hasta hoy, sin que haya justicia por parte del estado ni acciones que les garanticen sus derechos humanos.
Lo que era un trabajo temporal como antes, se convirtió en permanente, sin retorno hasta ahora.
“Da mucha tristeza, pareciera que el Estado de Derecho no existe, los criminales siguen haciendo sus cosas y la justicia sigue sin llevarse a cabo, porque ya son cuatro años de que nos obligaron a huir de nuestro pueblo. Además, han matado a nuestros hermanos”, denuncia Gerardo.
A falta del resguardo del estado, las familias han sido doblemente desplazadas de un lugar a otro, primero por la violencia, luego por falta de sustento.
“A lo que el Estado mexicano le está apostando, es al desgaste de los desplazados para exigir sus derechos, por lo que muchas familias han emigrado a otros lugares y a otros territorios”, dice uno de los integrantes del MULTI.
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