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AGUAS CON EL AGUA

Por Juan José Rodríguez

Marzo 20, 2025 03:00 a.m.

A

Dicho en pocas palabras, la solución de los problemas actuales y futuros en materia de abastecimiento de agua potable en esta capital y su zona conurbada consiste en desperdiciar menos del líquido disponible, que no nos sobra y que cada que deja de llover escasea. Sería también, una forma de preservar nuestros mantos acuíferos ya muy castigados.

La principal manera de reducir al mínimo posible el desperdicio del cada vez más valioso líquido sería la rehabilitación integral de la red de distribución, cuya obsolescencia traducida en fugas por daños y roturas provoca que casi la mitad del agua que se inyecta a la red se vaya a la nada, se pierda entre tierra y rocas.

Durante años, en las instancias involucradas con el abastecimiento, tanto oficiales como civiles y académicas, se ha manejado que por su vejez y paulatina inutilidad la red de reparto pierde aproximadamente la mitad del caudal que se le inyecta, venga de pozos o de presas.

El domingo pasado, en una entrevista concedida a Pulso, el doctor en mecánica de fluidos e integrante del Grupo Universitario del Agua, Clemente Rodríguez Cuevas, dijo que el líquido desperdiciado equivale al 46.74 por ciento del total inyectado. Tanta exactitud tiene sustento: es el resultado de restar al caudal enviado a los hogares el volumen facturado por el Interapas en San Luis (Villa de Pozos incluido), Soledad y Cerro de San Pedro. El agua que se cobra es la que pasa por los medidores antes de salir por las llaves, de manera que es un dato confiable. (Nuestros interlocutores en Interapas nos pidieron hacer una precisión: no todo lo que se factura se cobra. Hay un alto nivel de no pago, pero esa es otra historia).

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Actualmente, con agua procedente de pozos y presas, la red de distribución de la zona conurbada recibe cuatro metros cúbicos por segundo, equivalentes a cuatro mil litros. De acuerdo con el porcentaje obtenido por el Dr. Rodríguez Cuevas, de esos cuatro mil litros por segundo se pierden mil 869.6 también cada segundo. O sea, la mitad, para simplificar las cifras.

El abasto procede en aproximadamente el 85 por ciento de los 140 pozos activos en el sistema de Interapas y el 15 por ciento restante de las presas San José y El Realito (cuando no falla). El agua más cara es la extraída del subsuelo, que además cada vez se encuentra a mayor profundidad. Cuesta la perforación, el equipamiento y mantenimiento de los pozos, además del consumo de energía eléctrica ya en tarifas muy elevadas. La proveniente de las presas, es más barata, con todo y su potabilización.

Como fuente de abastecimiento, además de El Realito mencionamos únicamente la presa San José, porque las otras dos que dan servicio a la zona conurbada -El Peaje y El Potosino- son tributarias de la primera. Es decir, las aguas captadas por El Peaje y El Potosino tienen como destino el embalse de San José. Ninguna otra tiene ducto para llevar el líquido a la planta potabilizadora de Los Filtros. El sistema del Realito tiene su propia potabilizadora.

De vuelta al tema central de esta columna, en los últimos días platicamos con cinco expertos en la materia, dos funcionarios en activo, un exfuncionario y dos académicos, todos especialistas y conocedores del tema. 

Con algunas diferencias de matiz, todos coincidieron en que seguir ignorando los daños y deficiencias cada vez más serios en la red de distribución, es una gran irresponsabilidad, pues conforme aumente el porcentaje de desperdicio, buena parte de las inversiones en nuevas presas, acueductos o pozos, será dinero tirado a la basura.

Nadie dice, conviene puntualizar, que una rehabilitación y modernización de los ductos y tubos subterráneos signifique reducir a cero las pérdidas por fugas o descomposturas. Cálculos conservadores estiman que el volumen perdido se reduciría a aproximadamente un 20 por ciento del total inyectado. Con estas cifras provenientes de expertos, estaríamos hablando de que los arreglos a la red evitarían la pérdida de unos mil litros por segundo o, lo que es igual, un metro cubico. 

Dejar la red en condiciones de abatir a menos de la mitad las mermas actuales, supone una inversión cuantiosa que se vuelve viable si concurren los tres niveles de gobierno. No hay, o al menos nosotros no encontramos, ningún estudio reciente, técnico y financiero, que permita estimar costos finales. Sin embargo, tomando como referencia documentos de hace casi 20 años actualizados por inflación, estaríamos hablando de "unos 2 mil 500 millones de pesos". No se vislumbra que en el corto plazo ni la federación ni el estado ni el municipio pudieran por su cuenta hacer frente a un gasto de ese tamaño, pero proporcionalmente dividido entre los tres ya parece más factible. 

Hay historias de éxito en esto de rehabilitar y modernizar redes de distribución de agua potable en ciudades de tamaño comparable a la nuestra. El caso que más escuchamos en esta reporteada es el de Saltillo. 

Un dato fundamental en el caso de la capital coahuilense es que requirió muy poca inversión pública. El proyecto se ejecutó con el mecanismo financiero de Asociación Pública Privada, mediante el cual una empresa particular hizo el grueso de la inversión a cambio de una concesión de 25 años o algo así para operar y administrar el servicio.

Obvio que un arreglo de ese tipo, de entrada, encontraría aquí una gran resistencia, entre otras cosas por culpa de la desastrosa experiencia con El Realito, que con un esquema similar funciona de manera decepcionante.

LA NOVEDAD

Sin estar en curso una sequía despiadada ni una falla múltiple de los pozos abastecedores, el tema del agua potable se hizo presente en la conversación pública por el anuncio de que se construirá una nueva presa en las cercanías de la zona conurbada, Las Escobas, con inversión a partes iguales de la federación y el Estado. 600 millones de pesos en total, mitad y mitad.

Desde luego que es una buena noticia, aunque obviamente sería mejor la de hacer frente a las fallas de la red de distribución. De cualquier manera, hay que darle la bienvenida al anuncio. Conviene, sin embargo, aterrizar las expectativas por aquello de que no debe haber ilusos para que luego no haya desilusionados. 

Desde las primeras referencias a este proyecto, a finales del año pasado, se ha hablado de que su capacidad de almacenamiento será cuando menos de seis millones de metros cúbicos. No hay manera. Aunque todavía no se concluye el proyecto ejecutivo que definirá muchos aspectos técnicos de la obra, por estudios anteriores, tamaño del área tributaria (cuenca) y del vaso de captación, medidas de la boquilla donde se construirá la cortina y su probable altura, los expertos consultados afirman que será una presa pequeña, con capacidad para almacenar cuando mucho 3 millones de metros cúbicos.

La presa El Potosino, la más pequeña de las actuales que abastecen esta capital, tiene capacidad de 4 millones de metros cúbicos. 

Como es sabido, tanto la recién rehabilitada de El Peaje como la de El Potosino, no envían su agua a Los Filtros, pues no tienen ni nunca han tenido un ducto propio. Sus embalses se derivan por cauces naturales a San José, la única con acueducto directo a la planta potabilizadora.

Dicho de otra manera, Las Escobas no aumentará la cantidad de agua que se inyecte a la red de distribución; alargará, sí, la duración de los embalses y servirá para control de avenidas en tiempo de lluvias intensas. 

Esta circunstancia puede cambiar -lo que se sabrá cuando esté listo el proyecto ejecutivo encomendado a la Comisión Estatal del Agua- si a Las Escobas se le añade un ducto y una planta de tratamiento propios. Eso sí permitiría aumentar el total de líquido inyectado a la red de reparto. Esa es la buena noticia. La mala es que difícilmente la nueva presa podría enviar más de 70 litros por segundo. Muy poco. Actualmente Los Filtros potabilizan 200 litros por segundo -provenientes de San José-. Cuando falla El Realito, lo cual ocurre con excesiva frecuencia, aumenta a 300. Su capacidad instalada es para 400 litros por segundo.

La lógica que permea todo este asunto es que ante los escasos beneficios de una nueva presa -para tener un punto de referencia, la presa El Realito tiene capacidad para 50 millones de metros cúbicos y su ducto podría traer mil litros por segundo (si no fallara tanto)- quizá ya es tiempo de que con visión de futuro nuestras autoridades estatales y municipales le entraran al tema de la red de distribución, y muy probablemente con un buen diagnóstico consiguieran el respaldo federal. O bien, explorar con aplomo la opción de una Asociación Público-Privada.

Desde luego que no sucederá nada semejante. De un tiempo acá el tema del agua está totalmente politizado y convertido en un arma arrojadiza entre gobernador y alcalde.

Y así, mientras los potosinos ansían mayor eficacia y eficiencia sumando esfuerzos entre ambos niveles de gobierno, para aspirar luego al apoyo federal, Gallardo sigue empeñado en someter a Galindo y éste se ve decidido a matar al otro de un coraje. 

COMPRIMIDOS

No hay que ser feos: a las señoras diputadas y señores diputados que andan molestos, enchilados más bien, por la exhibida que les pone el organismo ciudadano Congreso Calificado, se les puede endulzar el ánimo y levantar la moral otorgándoles unas cuantas distinciones de alto relieve y más que merecidas. Por ejemplo, el Diploma de Oro a la Abyección; El Nopal Esmeralda con Collar de Plata a la Chambonería y la Tuna de Rubí en grado Colonche a la Inutilidad.

Entre los empresarios más quedabien con el gobernador Gallardo, hay mucho desconcierto por la ingratitud con que se les malmodea. Ya van varios descontones que han sido directitos para algunos de ellos. Sería el caso de los dueños de gasolineras que les iba bien como proveedores de flotillas oficiales, a quienes les cancelaron abruptamente el contrato para pasárselo a las que recientemente compró la familia en el poder. Lo mismo sucede con los dueños de El Domo, a los que traen como pericos a trapazos para sacarlos del negocio y hacer que todo espectáculo importante se vaya a la Arena Potosí. Y otros hay que siendo proveedores de servicios hospitalarios no ven un peso desde hace dos años. Ni un abonito siquiera. Quién se los manda.

Entre los especialistas en conducta humana hay verdadera preocupación porque personajes que deberían estar clavados en la búsqueda de soluciones para los múltiples problemas de los potosinos, andan entretenidos difundiendo teorías metafísicas sobre los fantasmas que interrumpen nuestros sueños y que nos despiertan para vernos de cuerpo entero. Qué cosas. Esto pinta para asunto de diván.

Hasta el próximo jueves.