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Alternativas lúdicas

Por Carlos A. Hernández Rivera

Julio 30, 2021 03:00 a.m.

A

“Legalizar no es promover” 

L. Amara

Dirá retóricamente la investigadora en psicoterapia y psicoanalítica del adolescente, Castro Sariñana (2016) ¿es racional el gasto que se invierte en el combate a la marihuana comparado con los daños que podría causar si se deja de hacerlo? 

La semana anterior referenciábamos al sociólogo mexicano Luis Astorga (2009), quien señalaba que, hace 71 años el principal encargado de la política de drogas en México era el médico Leopoldo Salazar del Departamento de Salubridad, su idea clave (bastante avanzada a su época) estaba en crear un monopolio estatal para la venta a los adictos, misma que, debería ser a precio costo (para evitar el mercado negro), al mismo tiempo, sostenía la necesidad de crear una campaña educativa y fundar hospitales para tratamiento de adictos.

En este mismo sentido Lorenzo Meyer (2021) recordaba que precisamente en la presidencia del General Lázaro Cárdenas se había apostado a una acción gubernamental diametralmente diferente, en lugar de hacer la guerra a las drogas administrarlas, y, efectivamente, el encargado del designio del General fue el Médico Leopoldo Salazar (y no un militar a pesar de la formación del entonces presidente. Hoy sucede exactamente lo contrario).

Por su parte la Suprema Corte del país establece que, el libre desarrollo de la personalidad tiene una dimensión externa y una interna. Desde el punto de vista externo, el derecho da cobertura a una genérica “libertad de acción”. En cambio, desde una perspectiva interna, el derecho protege una “esfera de privacidad” del individuo en contra de las incursiones externas que limitan la capacidad para tomar ciertas decisiones a través de las cuales se ejerce la autonomía personal (2019357).

Dentro de la búsqueda de otras alternativas destaca Holanda, por ejemplo, con argumentos más racionales buscan mejores políticas de control de drogas, por señalar: prevención de adicciones y tratamiento de usuarios, reducir daño a usuarios, disminuir violencia social y escándalo público, regular el cannabis significaría menor disponibilidad para niños y jóvenes, la educación es la base de la reducción de riesgos (Broca, 2016).

Esto, no quiere decir que el consumo del cannabis sea inocuo, tiene un costo social y psicológico para los que la consumen, especialmente sectores vulnerables como los jóvenes. Empero, es preciso no criminalizar, en cambio ofrecer alternativas lúdicas (Guisa, 2016).

Como sostiene el académico mexicano Amara (2016), la criminalización implica entender que el individuo no puede tener libre disposición de su cuerpo y conciencia lo que quiera, o bien, declararse clínicamente enfermo (adicto), es decir, el dilema es enfermo o delincuente.

 El cambio de paradigma con la despenalización implica, comenzar a eliminar el sesgo moral o tabú. Sin embargo, a pesar de ello la marihuana no del todo inocua, hay seria evidencia afecta en el largo plazo la memoria inmediata, crisis de pánico, pero, es verdad también que no es más peligrosa que el alcohol (estadísticamente más asociado al crimen este último). 

Las y los espero, con el gusto de siempre, el próximo viernes con las conclusiones de esta seriación temática. 

carloshernandezyabogados@hotmail.com