Aurea Mediocritas
Cuando escuchamos o leemos palabras como “mediocritas”, lamentablemente le relacionamos con el vocablo mediocridad dándole de inmediato un sentido peyorativo, sin embargo el “aurea mediocritas” conlleva una referencia mucho más profunda, se trata de la búsqueda a nivel filosófico del justo medio de todas las cosas, para ilustrarlo, el mito de Ícaro es extraordinario, es el relato del joven que quiso escapar del laberinto de Creta con las alas que le fabricó su padre Dédalo, quien, con toda su experiencia de vida le advirtió a su hijo antes de emprender el vuelo: “ni tan alto que el sol derrita las alas ni tan bajo que las olas del mar las mojen”, el desenlace de la historia ya la conocemos, los ímpetus de la juventud llevaron a Ícaro tan cerca del sol que las alas fueron derretidas y cayó estrepitosamente al mar.
Esta lección mitológica de la Grecia Clásica sustenta el pensamiento Platónico Aristotélico de la permenente búsqueda de algunos humanos del equilibrio como virtud, aunque siglos después la Divina Comedia de Dante Alighieri, ha servido -mal entendida- como argumento para condenar para siempre el “aurea mediócritas”, sentenciando a la antesala del infierno a todos aquellos seres humanos que hubiesen caminado por la vida sin méritos ni infamias, es decir, esas almas cuyas vidas transcurrieron sin pena ni gloria, para ellos la condena eterna.
Así, lo que pareciera una contradicción entre vivir en mediócritas o con mediocridad, en realidad no lo es; pues el mito de Ícaro no pasó desapercibido para la posteridad, pues aunque el joven no logró su cometido se atrevió a colocarse las alas, voló y salió del laberinto, aunque al final fue víctima de la fuerza de su posibilidad, al desatender la sabia advertencia de su padre; por ello todos recordamos a Ícaro, pero de no haberse colocado las alas muy seguramente su alma penaría inombrada en la antesala infernal de la comedia de Dante.
De modo que, la lección que nos deja la sutil diferencia entre mediocritas y mediocridad, resulta aplicable a todos los ámbitos de nuestra vida, pues una vez con las alas puestas se debe mantener el vuelo, mismo caso si se quieren transitar con éxito por todos y cada uno de los círculos del infierno descritos magistralmente en la Divina Comedia, que es un retrato de la vida misma.
Por tanto, estimado lector, comienza un nuevo año del calendario gregoriano donde tenemos la oportunidad de ser osados y colocarnos alas como Ícaro, pero escuchando y aplicando siempre los consejos de la experiencia, seguramente también estarán latentes los pecados capitales que circundan los infiernos descritos por Dante, pero si aplicamos las máximas inscritas en el Templo de Apolo que invitan a la moderación, será muy probable que sepamos distinguir entre el vicio y la virtud, quedándonos justo en medio de la santidad y el placer humano.
Y finalmente en la geometría política, desde esta columna como espacio de libertad, se seguirá insistiendo que el aurea mediocritas está en el centro, que la social democracia es una postura equilibrada, que triunfó en Alemania, que iniciará en Chile y que ya conoció Canadá, que puede ser un factor transformador de la política moderna para todos y quienes aspiramos a un Nuevo Orden Mundial, así seguiremos en el aporte de ideas apostando siempre por el humanismo, la fraternidad y el cuidado del medio ambiente. Próspero inicio de año gregoriano 2022 y que continúe vibrando el 5783 de la tradición hebraica.
Los leo en este correo prometo contestar:
jorgeandres7826@hotmail.com.
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