En el mundo de la transformación de cuarta, hay la presencia innegable de personajes asimilables a diversas especies de aves que, sin lugar a duda, representan de la mejor manera sus usos, costumbres y mañas.
Desde el ganso fatigado, quien encabeza la parvada, hasta el pájaro bobo (Manuel Velasco) que, tal vez, llegue a ocupar la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en sustitución de una de las mujeres de renombre del gabinete presidencial (se llama Josefa González Blanco Ortiz Mena; la otra es Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila de García Villegas), hay una amplia gama de comportamientos que en mucho se asemejan a los emplumados.
Se dice que el avestruz oculta su cabeza cuando está en peligro. En realidad esta creencia se basa en lo que escribió Plinio el Viejo (años 23- año 79 d.C), en su Historia Natural: “Ellos (los avestruces) imaginan que cuando han escondido su cabeza y su cuello dentro de un arbusto, todo su cuerpo está oculto” .Podemos ver que, aun y cuando falsa la conseja, cierta la referencia, y resulta aplicable a la titular de Gobernación, Olga María etc., etc., quien nada “de muertito” con la esperanza de que nadie la vea y llegue el momento en que pueda abandonar el círculo cercano a López, eso sí, de carrera, porque volar no pueden estas aves.
Y es que la Secretaria de Gobernación ha abdicado plenamente de aquella función que le atribuye la fracción II del artículo 27 de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que señala que es atribución del Secretario de Gobernación coordinar a los Secretarios de Estado y demás funcionarios de la Administración Pública Federal para garantizar el cumplimiento de las órdenes y acuerdos del titular del Ejecutivo Federal y por acuerdo de éste, convocar a las reuniones de gabinete; acordar con los titulares de las Secretarías de Estado, órganos desconcentrados y entidades paraestatales las acciones necesarias para dicho cumplimiento, y requerir a los mismos los informes correspondientes.
¿Dónde ha estado Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila de García Villegas, que papel ha jugado en la salida de Germán Martínez del Instituto Mexicano del Seguro Social o en la renuncia de su par, Josefa González Blanco Ortiz Mena, a la SEMARNAT, luego de retrasar un vuelo de Aeroméxico por casi cuarenta minutos para alcanzar a abordarlo? ¿Sabía la titular de Gobernación todo lo que Martínez plasmó en su carta, denunciando las acciones de “…algunos funcionarios de la Secretaría de Hacienda tienen una injerencia perniciosa en el IMSS y ponen en riesgo la vocación igualitaria, de justicia y, concretamente, de prestación de servicios de salud que tiene el Seguro Social” e hizo algo para controlar los daños, una vez presentada la renuncia? ¿Supo la responsable de la gobernanza interior que había una llamada de supuesto origen presidencial alterando sustancialmente la actividad de una aeronave, en un aeropuerto de alto tráfico y con posible violación a la Ley de Aeropuertos, a la Ley de Aviación Civil e, incluso, al Código Penal Federal, en un franco abuso de autoridad, empleando engaños?
Me queda claro que don Germán, ahora de regreso a su curul en el Senado que, debe, por cierto, a López, nos hace sin duda pensar en aquello de que “cría cuervos y te sacarán los ojos”, puesto que ha demostrado, desde hace tiempo, que la traición es un estilo de vida, aunque, hay que decirlo, que en el caso del IMSS termina teniendo razón.
Por su parte, doña Josefa demostró ese actuar parasitario de aves como el cuco común, cuyas hembras ponen huevos en nidos ajenos, pues no creo que su llamada a la aerolínea para lograr la espera del avión haya pasado por el titular de Comunicaciones y Transportes, Jiménez Espriú, sino que, más bien, se lo saltó a la torera; con ese temperamento de gallo de pelea que lo caracteriza, don Javier no se hubiera dejado involucrar en ese disparate y la hubiera mandado a volar, por decirle de alguna manera.
Y así por el estilo este gabinete que anda sin ton ni son, como pollo sin cabeza o como noria sin motor, según dice el refrán.