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Canal de Panamá. A pagar costos de agresión ecológica

Por Adolfo González Díaz Infante

Septiembre 23, 2023 03:00 a.m.

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Por el CANAL DE PANAMÁ circula el 6% del comercio mundial y el 40% de los contenedores de EU, lo cual se traduce en 12,000 barcos cruzando sus aguas para el comercio de 160 países, incluido MÉXICO. Pues, aunque hace más de 100 años que empezó a funcionar el canal nunca se pensó que éste tendría problemas de sequía y faltaría agua en el mismo, esto ya empezó a suceder en estos últimos años debido al CAMBIO CLIMÁTICO que muchos políticos y gente convencional niegan, a pesar de lo evidente que es. Desde hace 5 años se registra una reducción en las lluvias de esa zona del 20% contra la precipitación media, y tuvimos el año pasado el quinto año más seco desde el año 1950. Lo anterior es debido a la deforestación de esas selváticas zonas de CENTROAMÉRICA Y DE SUDAMÉRICA, especialmente el AMAZONAS, en muchos de los caso FINANCIADA por BANCOS INTERNACIONALES pertenecientes a las empresas navieras que circulan por el canal, o bien que son financiadas por estos mismos bancos y que en un efecto de ACCIÓN-REACCIÓN de igual magnitud y de sentido opuesto como lo indica la TERCERA LEY DE NEWTON, empiezan a ser afectados directamente, y gran parte de la humanidad, incluidos cada uno de nosotros indirectamente por las AFECTACIONES COMERCIALES QUE SON PLANETARIAS gracias al sistema que se nos ha implantado llamado GLOBALIZACIÓN ECÓNOMICA, que también globaliza los problemas.

¿Cómo nos afecta y afectará aún más a todos y cada uno de nosotros esta situación de desastre ECOLÓGICO que se transforma en desastre ECONÓMICO? En estos días se disminuyó el tráfico de barcos en el canal por causa de la sequía en 15 naves por día, que equivalen a más de 5,000 barcos anuales, equivalente al 45% de los mismos. Este costo económico por necesidad obliga a que las tarifas sean aumentadas en esa misma proporción o más, además de los retrasos en tiempo que se están provocado y que cuestan millones de dólares al estar formados más tiempo en la cola para pasar. Lo anterior ha generado una especie de subasta entre los transportistas que pagan cientos de miles y hasta millones de dólares para saltar su lugar en la fila, como un juego de niños. El récord registrado es un barco que pagó 2.4 millones de dólares por pasar antes de los demás cuando las tarifas normales van de 150,000 a 1 millón de dólares. Imaginemos para hacer ese pago las pérdidas millonarias de las empresas que estaban esperando esa carga en las líneas de producción. Los barcos que más pagan en esta subasta son los petroleros, que por supuesto agregan ese precio a los barriles de petróleo que transportan y que al final pagamos todos los usuarios de los productos y energía utilizada en la manufactura de toda clase de productos desde comida, coches, energéticos, etc.

Técnicamente, la afectación por la sequía es que en promedio cada barco emplea 193 millones de litros de agua en las esclusas para subir los niveles necesarios para cruzar el canal y esta sequía hace que se tenga que ahorrar agua y disminuir el flujo de embarcaciones.

Económicamente, esto hace aumentar las tarifas por costo y por tiempos perdidos que llegan a ser hasta 4 días más de lo normal para la travesía. Lo anterior está obligando a las empresas navieras a buscar otras alternativas tan lejanas como EL CANAL DE SUEZ o tan cercanas como el criticado proyecto de nuestra 4T del TREN TRANSÍSTMICO entre Veracruz y Oaxaca en el Istmo de Tehuantepec. Como en todo hay cosas buenas también en la 4T que debemos reconocer todos. A la vez que criticar lo indefendible, como son los proyectos faraónicos de La Refinería, El Tren Maya y el Aeropuerto de la CDMX.

Como vemos en este caso, la sequía no sólo afecta nuestra ciudad de San Luis Potosí, sino que es un asunto mundial que está aumentando año con año ante nuestra inacción personal, social y gubernamental, en ese orden de importancia. Nos afecta la deforestación del Amazonas, de la Sierra de San Miguelito, del Tren Maya y muchos etc, que más temprano que tarde pagaremos, especialmente nuestros hijos, nietos y demás descendientes. Todos somos culpables en mayor o menor grado.