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Carta a un Rey

Por Francisco Salazar Soni

Enero 07, 2021 03:00 a.m.

Fin de un decenio, una década consumada, por demás interesante desde el punto de vista que se quiera ver. Las gentes, las cosas, fueron y vinieron con su particular andar y desdén, para algunos hubo cambios trascendentales en sus vidas, para otros perdidas de seres queridos, algunos perdimos a un padre, y a amigos peludos que nos acompañaron en nuestras vidas.

La llegada de los Reyes Magos muy de mañanita de ayer, simbolizó para muchos niños y niñas alegría y frustraciones, unos recogieron lo que garabatearon en sus cartas y otros, cómo que ninguno de los tres reyes magos les entendió lo pedido y les trajeron otra cosa mucho muy diferente a lo solicitado tan vehementemente. Anoche, recapitulando estos diez años, por esas extrañas razones de la vida y la memoria, me vino a cuento una carta que escribí a un Rey Mago siendo niño. 

Aclarando que como buen niño provinciano, la Navidad y Santa Claus es la que nos traía regalos a mis hermanos y a mí, la navidad era la fiesta del año, no el día de Reyes como en las grandes ciudades. Y pues, como que me daba “coraje infantil” (lo que sea esto), ver que a los demás niños les traían juguetes el seis de enero y para nosotros una merienda solamente con una pieza de pan redonda y un vaso de leche. 

¡Pues qué onda con los #$%& Reyes Magos! Así que le escribí una noche de invierno muy fría de 1969 una carta al Rey Mago Baltasar, a él, porque así se apellidaba un maestro de la primaria y pues pensé que esa familiaridad y cercanía tendría más impacto en la solicitud a continuación descrita:

“Estimado Rey Baltasar, mis hermanos y yo (quiero aclarar que era un pedido colectivo para mis otros dos hermanos), queremos pedirte unas bicicletas tipo Chopper, la mía que sea de color rojo con timbre en el manubrio y que la llanta trasera sea ancha y grande y la de adelante pequeña y delgada, la quiero con su parador para que no se me raspe cuando me baje de ella, casco no queremos porque vamos a usar gorras. Mis hermanos y yo te damos las gracias y recordarte que nos hemos portado bien. Atentamente: Frankie, Alex y Roger.”  

La hoja de cuadricula de mi cuaderno patrulla, fue estratégicamente colada en una calceta gruesa de algodón de futbol y pues como no teníamos chimenea y lo del globo parecía aventurado y poco práctico de llegar al destinatario, opte por colgarla de la ventana (explico que vivíamos en un edifico de departamentos en el piso sexto). 

A la mañana siguiente me desperté con alegría y fui a la sala y nada, me asomé a la ventana y la calceta no estaba, había una esperanza todavía, al menos se la llevo Baltasar y pues tres bicicletas no son fáciles de cargar, a lo mejor más tarde llegan.

Nunca llegaron las bicicletas, se acabaron mis ofuscaciones por los Reyes Magos, no más reyes y más Santa Claus. Con lo que si me quedo de los seis de enero, son los cumpleaños de mi primo Juan Carlos y unas ganas enormes de un pedazo de rosca con un vaso de leche bien fría.

TAPANCO: Al siguiente año, Santa que si cumple, me trajo una Chopper, fue una de las sorpresas más grandes de mi vida, recuerdo perfectamente ver el arbolito de navidad con regalos y nada para mí, pero mi viejo viéndome de reojo me dijo burlonamente: -Ya viste afuera del departamento a lo mejor ahí esta-. Y sí, ahí estaba mi bicicleta tipo Chopper envuelta en pedazos de papeles de colores navideños, la disfruté como solo se pueden disfrutar las cosas que vienen del corazón y se reciben con el mismo. Todavía, después de cincuenta y tantos años me veo montado en ella, libre y feliz...

Francisco.soni@uaslp.mx

Twitter: @franciscosoni