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Cuando se acaban, se acaban

Por Catón

Junio 19, 2024 03:00 a.m.

A

Este señor tenía un sentido que pocos señores tienen: el buen sentido. En la cantina del casino local un grupo de socios de madura edad a quienes los años habían hecho claudicantes en las lides de colchón hablaban de sustancias que, según fama, servían para ponerse en aptitud de hacer obra de varón. Uno hablaba de la hierba llamada garañona; otro decía de los ostiones; un tercero mencionaba la hueva de lisa; el siguiente aludía al licor de damiana, y no faltó alguno que trajera a colación el nombre de un moderno fármaco llamado yohimbina, el cual causaba efectos asombrosos. El señor que digo, el del buen sentido, cortó de tajo aquellas esperanzadas digresiones con una frase lapidaria. “Señores -declaró terminante-. No nos hagamos pendejos. Eso, cuando se acaba, se acaba”. Cambiando todo lo que haya que cambiar yo digo que también la democracia y la libertad, cuando se acaban se acaban, y el desdichado pueblo que las pierde tarda años e infelices días en recuperarlas. Recordemos lo que sucedió en la España franquista. El Caudillo echó por tierra la República e instauró en su lugar una dictadura que anuló los derechos de los ciudadanos y puso al Estado por sobre la persona. Salvas las naturales diferencias, por ese camino vamos hoy los mexicanos. Consumada la reforma judicial de López quedaremos indefensos ante las leyes anticonstitucionales, sin ningún recurso para oponernos a ellas y con una justicia mentirosa administrada no por expertos, que ya se sabe son conservadores, neoliberales y corruptos, sino por jueces, magistrados y ministros elegidos por el pueblo bueno y sabio, que en una consulta de dos días mostró ya su decidido apoyo a esa reforma por la cual la administración de la justicia quedará en manos de  quienes para ser electos harán campañas como las de los políticos, con el apoyo de quién sabe qué fuerzas que disponen del dinero suficiente para sacar adelante a sus candidatos, después sus obsecuentes servidores. Política de ocasión en vez de exámenes por oposición. ¿También los cirujanos en los hospitales públicos serán designados por voto popular? Retiro esa pregunta. Temo la respuesta... Capronio es un sujeto desconsiderado. En la cena de su aniversario de bodas, sentado al lado de su esposa, se puso en pie de pronto y pronunció con emoción estas palabras: “Quisiera expresar mi gratitud a la mujer que a lo largo de todos estos años me ha dado su compañía, su amor de cuerpo y alma, su consejo y comprensión. Desgraciadamente no está aquí”. (Nota: ninguna duda cabe: el tal Capronio es un cabrón)... Pepito le preguntó a su tía, que llevaba tres años de casada: “¿Por qué no has tenido hijos?”. Respondió ella: “Porque no los he encargado a París ni me los ha traído la cigüeña”. Le advirtió Pepito: “Menos los vas a tener si sigues creyendo en esas tonterías”... Don Algón se inscribió en un club nudista, pero una hora después de haber llegado renunció. El administrador le preguntó por qué. Explicó el maduro ejecutivo: “Acabo de cruzarme en el jardín con una linda chica. Me vio de arriba abajo y luego me saludó: ‘Buenos días, señora’”... Un sujeto llevó a su amigo a una casa de mala nota. En la puerta le dijo: “Sospecho que mi esposa viene aquí todas las noches a hacer comercio con su cuerpo. Ésta es su fotografía. Hazme el favor de entrar y sacarla, pues yo temo causar algún escándalo”. El amigo accedió a cumplir aquel extraño encargo. Entró al lupanar y salió a poco trayendo por el brazo a una mujer. Le dijo el individuo a su amigo: “Esa no es mi esposa”. “¡Pero es la mía!” -replicó hecho una furia el otro... FIN.