Culiacán, Culiacán

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1.- Para abordar el candente tema de Culiacán creo que lo primero y más sensato es alejarse de los extremos y evadir sofismas. Ni todo es negro ni todo es blanco. Hay muchos ángulos y matices. En cuanto a los razonamientos chapuceros que pretenden pasar por correctos –que eso y no otra cosa son los sofismas- pocos tan deleznables como ese de que quien cuestiona el desempeño del gobierno de la 4T en la capital sinaloense es en automático un partidario de los narcos o, quizá peor aún, un “fascistoide”. Esas son ganas de envenenar el ambiente. 

2.- Si tuviera que establecer un prelación de los saldos negativos del malogrado operativo culiacanense, con los elementos de juicio hasta este momento disponibles yo anotaría en primerísimo lugar la acumulación de nuevos agravios a nuestras fuerzas armadas, incluida su versión de la Guardia Nacional. A reserva de que pronto o tarde se llegue a conocer toda la mecánica de decisiones que desembocaron en lo ocurrido el jueves pasado, lo cierto es que ésta vez las cosas llegaron al extremo de amenazar a las familias de la tropa, a balacear el cuartel militar de la ciudad y a obligar a los soldados a bajar las armas. No hay que teorizar o especular mucho: el pilar central de los estados modernos son sus fuerzas armadas, cuya lealtad y eficacia da sentido a la extendida visión weberiana de que al Estado corresponde el monopolio de la fuerza legítima. Cuidado, insisto, la capacidad de resistencia de nuestros militares ante las muchas formas de agravios tiene un límite. ¿Cuál es? Ojalá no tengamos que averiguarlo. 

En este mismo orden de ideas, es lamentablemente fácil concluir que los jefes de la alta criminalidad en nuestro país, sin más requisito que tener el dinero suficiente para armar sus ejércitos privados, o quizá hasta sin ello, ya saben qué hacer cuando las fuerzas del orden atrapen a uno de ellos o de sus lugartenientes: amenazar con un baño de sangre en las calles, con tantas víctimas inocentes como sea posible. El camino está trazado.

3.- Si, a la inversa, hubiera que enlistar resultantes positivos de la experiencia sinaloense, igualmente sin titubeo alguno yo diría que el mayor fue, en efecto, evitar una masacre que seguramente habría involucrado víctimas inocentes, comenzando, quizá, con las familias de soldados. Dicho lo anterior, reproduzco y subrayo la frase atribuida por un columnista defeño a “una experta en cuestiones de seguridad”, cuyo nombre no menciona. Cito de memoria: “En los operativos contra la delincuencia, la salvaguarda de vidas de inocentes no se hace al momento de la acción. Se hace antes, durante la planeación”. Impecable el razonamiento. Lo constatamos anteayer martes en Tepito, tema que retomaremos más adelante.

4.- Hace una semana de los lamentables sucesos en la capital de Sinaloa y es hora que el Gobierno federal no ofrece una versión oficial coherente, articulada, documentable y creíble de lo que allá sucedió. Dos días después de los hechos hubo medios que daban cuenta de seis versiones distintas, lo mismo oficiales que extraoficiales. La primera aparición del Gabinete de Seguridad, la noche del jueves 17, fue patética. Mediante un video casero, en un espacio mal iluminado, sin las insignias de las fuerzas armadas ni de la Guardia Nacional o el logotipo de la Secretaría de Seguridad, un desencajado y titubeante Alfonso Durazo ofreció una primera narrativa de los hechos que se caería a pedazos horas más tarde. No hay que olvidar que Durazo fue varios años secretario particular y Vocero Oficial de la presidencia de Vicente Fox. Es decir, no es un novato en el manejo de información. Como siempre ocurre, en ausencia de datos duros los vacíos se llenan de rumores, despropósitos, versiones interesadas, chismes y fantasías delirantes. Así, por ejemplo, ya se escuchan historias barrocas sobre el papel de la DEA o sobre rupturas en las cadenas de mando militares.

5.- En relación con el párrafo anterior, incluso la posición personal del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha modificado con el paso de los días. Inicialmente, la tarde misma del jueves cuando iba a abordar el avión que lo llevaría a Oaxaca, a preguntas de los periodistas respondió que en unas horas el Gabinete de Seguridad daría información amplia al respecto, y acto seguido enfatizó que se informaría “con absoluta transparencia, sin ocultar nada”. Hasta ayer a medio día, no se sabía siquiera quién ordenó el operativo, de qué secretaría o instancia de seguridad; si fue de mandos centrales o locales. Ayer también hubo el ofrecimiento presidencial de que el informe correspondiente, que está en proceso de elaboración, se subirá a internet para que cualquier interesado pueda conocerlo. No se dio fecha, pero se espera que sea en breve. Por ahora, una conjetura es que el desmadre debe ser mayúsculo para consumir días y días en preparar el informe de algo que debe estar documentado desde su inicio.

6.- En circunstancias como las aquí abordadas, el tono predicante del presidente López Obrador se siente cada vez más fuera de tono; cada vez más desfasado de la realidad, la dura y necia realidad.  Los principios, valores y convicciones que postula son inatacables. ¿Quién puede estar en contra de que sobre todo se defienda la vida humana, o de la búsqueda del amor universal y de la fraternidad entre todos, buenos y malos; quién puede oponerse a que se busque la felicidad del pueblo y la paz para todos? Lo que sucede es que ese lenguaje de resonancias religiosas no acaba de corresponderse con el que se espera de un mandatario, de un estadista. Ya el comentarista Salvador García Soto preguntaba hace dos o tres días sobre qué había protestado su cargo López Obrador ¿sobre la Constitución o sobre la Biblia? Salta también la duda de qué importa más a AMLO: ¿Estar en la historia patria o en los altares? En todo caso, suscribo lo que hace un siglo escribió el filosofo político Max Weber: “Quien quiera dedicarse a la política, debe olvidarse de los ángeles y demonios. Si quiere salvar la ciudad debe renunciar a salvar su alma”.

Hace no mucho el presidente López Obrador sostuvo que la justicia –concepto históricamente subjetivo, cambiante en el tiempo y sin una interpretación universalmente admitida- debe estar por encima de la ley. El martes pasado dijo que la vida humana siempre estará por encima de la ley. A ese paso, pronto la ley -conjunto de reglas que deben observarse para hacer posible la vida en comunidad- estará en el ultimo lugar de la lista de compromisos sociales. Lo que quedaría se conoce coloquialmente como la ley de la selva.

7.- Al amanecer del martes pasado, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, a cargo desde hace tres semanas del policía-policía Omar García Harfuch, realizó un operativo contra el cártel de Tepito conocido como La Unión, que, toda proporción guardada, ahí en su reducto principal puede ser tan temible como cualquier otra agrupación criminal, y sin disparar un solo tiro se detuvo a 31 integrantes de esa banda, se decomisaron armas largas y cortas, cantidades importantes de distintas drogas y dinero en efectivo; se desmantelaron narcolaboratorios y se aseguraron varias viviendas interconectadas por largos túneles. ¿Qué llevó a este resultado? Una planeación profesional, meticulosa, precisa: se escogió la madrugada para iniciar las acciones porque a esa hora prácticamente no hay gente en las calles; en martes porque es el día que no se establece el comercio informal en las calles del llamado Barrio Bravo, y se usó una fuerza abrumadora: 600 elementos de la SSC, 147 marinos, 100 agentes de la Policía de Investigación y un número indeterminado de agentes del Ministerio Público. Existía la certeza de que La Unión estaba coludida con elementos de la corporación, por lo que todo se planeó con un gran sigilo. 

Ayer miércoles, en su columna de El Universal Raúl Rodríguez Cortés narra cómo fue capturado en marzo del 2003 Osiel Cárdenas Guillén, a la sazón jefe del Cartel del Golfo, creador de los “Z” y uno de los capos más sanguinarios de la historia criminal mexicana. Lo aprehendió un comando de 40 elementos del Grupo Aerotransportado de Fuerzas Especiales del Ejército, que a lo largo de semanas fueron arribando a Reynosa, individualmente o en parejas, vestidos de civil. Lograron sortear los tres círculos de seguridad que protegían al capo, en cuanto lo detuvieron, temprano por la mañana, lo subieron a un vehículo blindado y de ahí a un avión del ejercito que llegó minutos antes desde Monterrey. Es decir, sí se puede. Solo hay que armar bien las cosas.

COMPRIMIDOS

El club de futbol Atlético de San Luis es jurídica y formalmente propiedad de un grupo de inversionistas que explotan una franquicia deportiva. El que está en riesgo es su dinero. Pero quien los encabeza, un joven no muy inteligente de apellido Marrero, debe entender algo crucial: miles de potosinos, los fieles aficionados que cada quince días exprimen sus bolsillos para pagar la entrada y comprarse un par de cervezas, sienten –y no totalmente sin razón- que el ADSL es en buena parte propiedad de todos ellos. Es decir, hay el arraigado sentimiento de que el equipo es un patrimonio popular, porque de alguna manera se esfumaría si nadie asistiera nunca al estadio y las finanzas corporativas sufrirían sin ese gasto quincenal. Dicho de otro modo, sin seguidores el club y su equipo serían nada.

Con ese contexto, Marrero y el también soberbio Matosas deberían entender que si siguen tomando decisiones poco aceptables para la afición, como cambiar un entrenador que ofrecía buenos resultados, por razones oscuras y al parecer vergonzantes, cualquiera de estos días la furia de las gradas no va a necesitar el detonador de un rival histórico y provocador para desbordarse. Puede bastar un mal resultado en casa y desatarse en contra de quienes identifiquen como los causantes de su malestar: directiva y entrenador. Cuidado.

En la columna de la semana pasada publiqué un dato equivocado. Dije que en el Congreso se habían autorizado 15 (innecesarios e injustificados) nuevos empleados para la Unidad de Evaluación y Control  de la Comisión de Vigilancia. La realidad es que esa fue la propuesta de dicha comisión pero en la Junta de Coordinación Política la ajustaron a únicamente cinco y así lo aprobó el Pleno. En consecuencia, la crítica que de ahí derivé para el presidente de la Jucopo, el diputado Rolando Hervert, fue injusta.

Para el Partido Revolucionario Institucional vienen días "perros". Luego de las renuncias de los líderes sindicales, priistas, Carlos Romero Deschamps, de Pemex, y Joel Ayala Almeida, de la FSTSE, y las inminentes de Carlos Aceves del Olmo, CTM, y Armando Neyra Chávez, de las embotelladoras, pareciera estar en marcha el mismo proceso que López Obrador aplicó en  2012/2014 para vaciar de militancia al PRD.

Hasta el próximo jueves.