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De los ramos a los clavos

Por Alexandro Roque

Marzo 28, 2021 03:00 a.m.

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Las fotos recientes de aeropuertos y centrales camioneras son elocuentes. Batiendo palmas y al grito de hossana ahí van los ríos de gente en busca de aguas o lugares nada bautismales. Desde antes del viernes de dolores ya estaban muchos destinos con localidades agotadas, y aunque se diga que no hay que llamarles vacaciones a los días de asueto de la semana santa, y  pesar de los más de 400 mil decesos por la pandemia, estos días no suelen ser dedicados precisamente a la oración y a la meditación.      

Deberíamos. Más allá de la religión que cada uno tenga, la historia de la última semana de Jesús es un fuente rica de reflexiones y de inspiración. Personajes, frases, escenarios. Dicen que no tiene caso discutir sobre política, futbol y religión, y quizá tengan razón. En esos temas el protagonismo y el antagonismo suelen ser cuestión de fe, por no decir que actualmente son casi de fanatismo. Todos nos consideramos libres de pecado y nos encanta apedrear al que se pone a tiro. Todo lo crítico o adverso puede ser herejía.

Se trata de un personaje al que lo mismo se le atribuye la frase de «quien no está conmigo está contra mí» que la de «la verdad os hará libres»; lavó los pies a sus discípulos o se dejó ungir los suyos con aceites finos; dijo «amen a su prójimo como a sí mismos» pero igual «al César lo que es del César». En otro episodio, según el Evangelio de Juan, «encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas, sentados detrás de sus mesas. Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo junto con las ovejas y bueyes; derribó las mesas de los cambistas y desparramó el dinero por el suelo. A los que vendían palomas les dijo: «Saquen eso de aquí y no conviertan la Casa de mi Padre en un mercado”». Maestro, rebelde, hippie…

La historia de lo que pasó en escenarios como Getsemaní, el Gólgota o el Monte de los Olivos es inspiradora, dicho sea en muchos sentidos. Sea que el protagonismo se reserve a Jesús como Cristo o Mesías o se dé a María, a Judas Iscariote (con su beso, sus monedas y su suicidio), los discípulos (Pedro o Juan, casi siempre) o cualquier otro personaje: Ben-Hur (el gladiador interpretado por Charlton Heston), Espartaco (otro gladiador, Kirk Douglas) o Cayo-Marcelo (Richard Burton) de El manto sagrado, incluyendo por supuesto a María de Magdala, quien también tiene su evangelio. 

En una época en que tanto se habla de mesías con oficio de políticos o viceversa, de pecadores arrepentidos y perdonados, y de crucifixiones en las redes sociales o tribunales varios, de traiciones por treinta monedas y de besos de Judas, conviene leer con ánimo narrativo la historia de esa Pasión que por algo ha dado tantas versiones desde las artes. Puede decirse que es de las historias que más fanfics ha inspirado. 

De obras literarias como La última tentación de Cristo de Nikos Kazantzakis, La historia de Cristo de Giovanni Papini y El evangelio según Jesucristo de José Saramago a la «saga» Caballo de Troya de JJ Benitez, El mesías: el niño judio de Anne Rice y Médico de cuerpos y almas de Taylor Caldwell. Si de autores mexicanos se trata, podemos acudir a El Evangelio de Lucas Gavilán de Vicente Leñero.

También podríamos leer (releer) los poemas 

de Santa Teresa o San Juan de la Cruz:

«Cuando me empiezo a aliviar

de verte en el Sacramento,

háceme más sentimiento

el no te poder gozar;

todo es para más penar

y mi mal es tan entero

que muero porque no muero…»

La influencia literaria del motivo del «mesías», ese salvador anunciado por la profecía, va de Mátrix (hermanas Wachowsky, 1999) a Judas y el mesías negro (Shaka King, 2020), actualmente nominada a los Premios Óscar. El sacrificio del héroe para salvar a otros es también argumento recurrente. 

Seguro estarán en televisión abierta muchas de ellas. Películas y series rodadas en diversos países y con mayor o menor acercamiento a lo que cada quien piensa o siente sobre la figura religiosa. Cintas como La pasión de Cristo de Mel Gibson (2004), que mediante sangre e idioma intentan ser la versión definitiva, palidecen en mi muy particular visión ante La última tentación de Cristo (Martin Scorsese, 2004), Jesucristo Superestrella (Norman Jewison, 1973) y Jesús de Montreal (Denys Arcand, 1989), que le dan la vuelta a la tradición y exploran áreas «no convencionales».

Semana santa en proceso electoral. Ya vendrán entradas triunfales, el lavatorio, la última cena para la foto, las kafkianas de tan burocráticas idas «de Herodes a Pilatos», los interrogatorios, la liberación de alguno de los sospechosos, los besos y la quema de los modernos Judas, las siete palabras, las negaciones y quizá una resurrección. Son buenos tiempos para meditar y para crear.

Orar no se me da mucho pero las oraciones sí. Aquí seguimos.

http://alexandroroque.blogspot.com

Correo: debajodelagua@gmail.com