Del ¡ya mero! al ya merito
No habremos ganado oro ni plata pero los récords de aumento en contagios de Covid-19 se rompen día a día. Cuatro medallas de bronce y siete cuartos lugares fue el saldo de la participación mexicana en las olimpiadas de Tokio 2020. Ya merito. Los sueños deportivos y las desveladas de los espectadores terminaron cuando buena parte del país está a punto de regresar a naranja o rojo en el semáforo epidemiológico.
Hasta en Wuhan, la variante delta ha causado conmoción y del festejo han pasado a nuevos confinamientos. Aquí, no se pedirá certificado de vacunación en ningún caso. En Estados Unidos esta semana se reportaron mil 200 hospitalizaciones de niños. Aquí, el presidente aseguró que el regreso a clases presenciales será en agosto, “llueva, truene o relampaguee”, y hace un día dijo que “vamos a convencer y persuadir, pero va a ser voluntario; poco a poco se va a ir regularizando”. El subsecretario López-Gatell secundó: “el sector educativo será considerado una actividad esencial. Punto”.
Las muertes por Covid-19 se han reducido, según la versión oficial, debido a la “exitosa” aplicación de vacunas, pero también, y esto no se dice, por la inmunidad que han desarrollado los cientos de miles que se contagiaron y fueron asintomáticos.
Ayer, la cifra estatal de contagios se situó en 72 mil 746 personas que han contraído la enfermedad, gracias a 673 nuevos casos confirmados. De a menos, pero las muertes por SARS-CoV-2 siguen y se acercan a las 10 mil reconocidas oficialmente. Según el epidemiólogo Andreu Comas, de la UASLP, “en una semana la ocupación hospitalaria en SLP se incrementó 49.6 %”.
De regreso al tema los juegos olímpicos, López Obrador anunció que se dará apoyo a quienes obtuvieron esos siete cuartos lugares, lo cual es bueno: al final de cuentas el premiar a tres o a solo uno es cuestión de cierta cultura deportiva que debería revisarse. ¿Y si hicieran podios de cuatro o cinco escalones? ¿Y si premiaran solo a uno y las demás calificaciones no se dieran a conocer?
A pesar de ello o por lo mismo deberían revisarse la estructura y el presupuesto gubernamentales para el deporte mexicano (como deberían revisarse los correspondientes a muchas otras áreas como investigación y arte) pero no hay mucha esperanza. ¡Ya mero! Los milímetros que le faltaron a la arquera Alejandra Valencia o el robo descarado que sufrió la gimnasta Alexa Moreno no son pretexto para no hacer una limpia en los comités olímpico y de cada deporte, donde las grillas y los favoritismos están a la orden del día.
La situación es tan triste que hasta Felipe Calderón salió a tuitear que “en 2012 México ganó en las Olimpiadas de Londres 8 medallas: una de oro (en futbol), 3 de plata y 4 de bronce. La mejor participación en Juegos Olímpicos en el extranjero”.
¡Ya mero!, respondemos cuando algo no nos parece posible (como parar la urbanización de la sierra de San Miguelito cuando hay tanto dinero de por medio en tantas esferas). Ya merito, respondemos cuando casi se logra o queremos que el interlocutor lo crea. Lo dice bien Juan Villoro en el libro colectivo Breve historia del ya merito (Sexto Piso, 2018), aplicado ya no solo a los Mundiales sino a cualesquiera competencias internacionales:
«Todo mexicano en trance deportivo es involuntario discípulo de Hitchcock: como no cuenta con el triunfo, se conforma con apasionantes sobresaltos. “¡Qué manera de perder!”, exclama Cuco Sánchez en el estertor de la canción ranchera. ¿Se trata de un lamento o de un autoelogio? La pregunta es retórica porque en la tierra donde el águila se comió a la serpiente ser patriota significa honrar a los perdedores. Aceptamos la falsa etimología del nombre del último emperador azteca porque nos fascina que profetice su trágico destino (según el mito, Cuauhtémoc quiere decir “Águila que cae”). Del mismo modo, sin pedir ayuda a la evidencia, atesoramos este bravío rumor: herido de muerte, el cadete Juan Escutia se envolvió en la bandera en la azotea del Castillo de Chapultepec para lanzarse al vacío, impidiendo que el lábaro patrio cayera en manos del ejército invasor.»
Si Dios nos da licencia y no pasa otra cosa, el próximo domingo esta columna cumplirá cinco años de publicarse semana a semana en este prestigiado diario potosino. Siempre queda algo pendiente, es poco el espacio y tanto lo que podríamos estar comentando. Gracias por la lectura, las retroalimentaciones y el compartirla en sus redes.
Seguiré escribiendo, aquí y en el blog, donde se pueda. Seguiré leyendo. Lo dijo Ray Bradbury: “Si no escribiese todos los di´as, uno acumulari´a veneno y empezari´a a morir, o desquiciarse, o las dos cosas. Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya”.
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