“En un modelo ideal de democracia,
todo lo que afecte a una comunidad debe
ser sometido a un debate”
J. Habermas
El contractualismo nos explica porque un conjunto heterogéneo de individuos decide convivir juntos en una comunidad, más allá, del mero accidente geográfico por el lugar de nacimiento (Hobbes, 2011), la cual, no es otra cosa más, que sentirse seguros, ósea, por garantizar una coexistencia libre de amenazas, la gente decide convivir en una comunidad, no obstante, la vecindad en absoluto resulta fácil, y el conflicto siempre está latente.
De lo anterior, la importancia de que las sociedades encuentren mecanismos idóneos para la solución de los conflictos, instituciones que faciliten la convivencia. Sin embargo, los vecinos no sólo difieren por intereses jurídicos propios, sino, por credos, ideologías, o cosmovisiones del mundo, muchas veces, unos/unas quieren imponer su forma de pensar a los otros/otras, a menudo, las mayorías sociales lo harán frente a las minorías, pero, cuando esta imposición ocurre con el uso de la fuerza, lo que en verdad estamos viendo es un acto de sojuzgamiento.
Dirá Hobbes (2011), si la diferencia no es tal, entre el número de miembros de las mayorías y las minorías, estaremos entonces, en presencia de un escenario más parejo, y, es en este marco, donde la intención de una imposición por la fuerza de las ideologías conllevará a un enfrentamiento de resultado incierto, en todo caso, el conflicto será tal que provocará una ingobernabilidad o falta de convivencia pacífica, el final del Estado. Por eso la necesidad social de canalizar el conflicto en mecanismos aceptados.
Como vemos, la idea del conflicto en la sociedad es una constante, y, aún por ideologías y razones políticas suceden serios diferendos entre las personas, pero, también aquí, deben existir mecanismos de solución de controversias políticas, un buen ejemplo, sin duda, lo es la práctica de parlamentos abiertos o cabildos abiertos, toda cuestión pública que nos interesa a todos/as debe ser exhaustiva y realmente discutida (Ferrajoli, 2001).
Pero ¿cuáles son las reglas del debate político? Los mínimos aceptables consistirán en que se trate de un debate real y no simulado, la inclusión de todas las voces y todos los puntos de vista, información previa y completa, sobre todo, el uso del vehículo de la argumentación, citaré al jurista Carlos Nino, la esencia de la democracia es su naturaleza deliberativa, lo cual, se materializa a través de la argumentación de las ideas, así, es el debate argumentativo y no las descalificaciones subjetivas.
En mi opinión, sólo existe una limitación legitima, y es el uso del lenguaje de odio, ósea, verter un discurso discriminatorio que atente contra la dignidad del ser humano.
No quisiera cerrar estas líneas, sin expresar mis mejores deseos en su nuevo encargo, como Consejero Nacional del INE, al Maestro potosino Martín Faz Mora, sin duda, un justo reconocimiento a su trayectoria como defensor de derechos humanos y por la democracia, una prometedora designación para la democracia mexicana. Del mismo modo, al digno contendiente, también potosino, el Consejero estatal Marco Iván Vargas Cuellar.
Las y los espero con el gusto de siempre el próximo viernes.
carloshernandezyabogados@hotmail.com