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El año que va

Por Martha Ocaña

Enero 24, 2024 03:00 a.m.

A

El año arrancó con sus sorpresas y sus arrebatos. Enero me emocionó y me colocó en un modo cándido y algo cursi, trajo vientos cruzados, pero se llevó amigos y amigos de mis amigos: ni qué decir de esas fuerzas externas

Entrados en la 3a semana apenas creemos que el 31 de diciembre haya sido hace menos de un mes, y ya estamos todos encarrilados en nuevas aventuras y recuperando la marcha en lo iniciado en los últimos meses de un 2023, que nos anunciaba un país convulso, continuidad de los cuatro anteriores.

Hay un dicho que no me gusta pero que sirve de alerta que dice que “siempre se puede estar peor” y que yo empecé a hacerlo mío hace ya varios cambios de gobiernos locales en los que las promesas se fueron cumpliendo en sentido contrario y con un creciente aliento de cinismo, esa frescura con la que se excusan los índices de violencia, el alza en el costo de la vida gracias al derecho de piso y la flagrancia con la que se desenvuelve la delincuencia” tan” organizada.

Lo bueno es que, a pesar del horario de transmisión, existe el tenis y el superbowl y otros deportes televisados para el gusto de cada quien. Ahí, uno puede sumergirse en minutos extensos de tensión -o aburrimiento- que nos ofrecen las transmisiones vía streaming. Así, desde Australia siempre puede uno subir el ánimo viendo a uno de los grandes de la raqueta como lo son Djokovich y Alcaraz, quienes están en los cuernos de la luna, ambos a pesar de la diferencia de edades.

Hoy afortunadamente, las agendas 2024 están llenas de planes, de ideas en puerta, de encuentros y de un aire que nos impulsa a crear –como dicen- “la mejor versión de uno mismo”: la mejor mamá, el mejor chef, el mejor hijo, la mejor bailarina, el mejor maestro y así según nuestras inclinaciones y nuestras profesiones. Todo ello a pesar de las barreras de corte sociopolítico con las que nos topamos en vivo o en los noticieros.

Como que alcanzo a distinguir que hay una especie de franja generacional, nueva, fresca, y con un mindset de hacer las cosas más en beneficio, sí individual, pero con repercusiones que reflejen un cambio positivo en la sociedad, en el medio ambiente y en la forma de “perseguir” el sustento de cada día. Creo que esa franja poblacional no se come la retórica cotidiana que emana del set ubicado en palacio nacional. Y digo individual porque estos jóvenes no tan jóvenes, los que quizá todavía les toco una educación menos patito, tienen el propósito de estar sanos, de ejercitar su cuerpo, de aventurarse a conocer el mundo, de cuidar la naturaleza, de dejar la comida chatarra, de ser conscientes del riesgo de las adicciones y muchas cosas más. Ellos pueden ser el eslabón perdido, ese enlace entre generaciones menores y más añosos que nos lleve a un bien común como es el cuidar de este planeta y de sus habitantes.

En fin, el año pinta ocupado y complicado y para ello muchos ya se están preparando. Esperemos que en junio la decisión mexicana sea la correcta.