El Arte de la Paz
Decía Nelson Mandela que la paz no es simplemente la ausencia de conflicto; la paz es la creación de un entorno en el que todos podemos prosperar. Decía también este gran líder sudafricano que los auténticos héroes son aquellos que construyen y trabajan por la paz.
Quienes admiramos la vida y el legado político de Mandela, podemos distinguir no sólo al hombre de convicciones que luchó con todas sus fuerzas contra el apartheid, que por esa causa fue encarcelado 27 años sin haber cometido ningún delito, sino al ser humano que aún estando cautivo casi tres décadas, nunca perdió el gesto de humanidad que le caracterizó hasta el día de su partida física de este mundo.
En su estadía en la prisión de Robben Island, conoció a quien el Estado Sudafricano le encargaría su custodia, Christo Brand, el carcelero que sería custodio del “peligroso” terrorista Mandela. Brand y Nelson con el paso de los años trabaron una amistad que perduraría más allá de las rejas, pero sería Brand alguien que dio testimonio vivo del ser humano que era su amigo Nelson.
Brand escribiría tiempo después que, aún en las peores condiciones en que vivió Mandela, nunca perdió su sonrisa afable, jamás dejó de aconsejar a quienes le rodeaban, pero sobre todo en su rostro no había lugar para el rencor ni el odio para ninguna persona ni tampoco en contra de quienes le arrebataron injustamente su libertad.
Por el contrario, el recluso Mandela fue siempre un hombre respetuoso, cual Sócrates previo a beber la cicuta, asumió en todo momento su realidad y permaneció siempre en una postura de no afrenta, que le permitió ganar aún más el respeto y admiración de todos quienes le conocían.
Al obtener su libertad, la comunidad internacional lo reconoció, finalmente Nelson Mandela vio cristalizada su lucha, logró abolir la política de segregación racial existente en Sudáfrica y llamó a su país a la reconciliación, se convirtió en Presidente de su patria y su mensaje de paz hoy se conoce en todos los rincones de la tierra.
Mandela, es de esos seres humanos diferentes, que mantuvo su alma serena y nunca perdió el enfoque de lo que quería lograr, luchó sin armas como Ghandi contra la violencia, aunque en esos momentos había miles de personas que darían su vida por él, para Mandela la guerra nunca fue la opción, porque sabía que derramar la sangre de sus compatriotas lo único que lograría sería perpetuar las condiciones de desigualdad prevalecientes en Sudáfrica.
Hoy, la prisión donde habitó Mandela es un museo y esas paredes guardan la memoria de un hombre que mantuvo su alma libre o mejor dicho, Invicta como el mismo lo decía al recitar todos los días de su cautiverio el poema “Invictus” de Henley.
El 11 de febrero de 1990, a su salida de prisión, Mandela le dijo a su pueblo que su lucha no era por el poder, sino para que el poder sirviera a que todas las personas vivieran juntas en armonía y con igualdad de oportunidades.
Ese fue Nelson Mandela, un líder, un político con nobles ideales, firmes convicciones, pero sobre todo, un gran ser humano, sabedor del poder de su liderazgo, pero sobre todo del poder de la palabra, pues pudo llamar a la guerra o a la paz, él, con sabiduría, optó por la paz de su nación y de su gente.
Cuanta falta le hacen al mundo, líderes como Mandela, cuando en tiempos de guerra, la paz es un arte.
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