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El México profundo

Por Sergio Sarmiento

Junio 15, 2022 03:00 a.m.

A

“Vuela muy alto mi Dany, confío en que Dios hará justicia a toda esa gente que te cortó las alas”. 

Madeline R. Picasso, hermana de Daniel Picazo

Los lugares comunes se repiten siempre cuando se registran linchamientos en nuestro país. Nos dicen que son resabios del México bronco, resultado de una rabia acumulada por siglos. Es la justicia por propia mano, afirman otros, la reacción natural ante un Estado que no cumple con sus obligaciones esenciales en materia de justicia. No falta quien justifique los linchamientos como una expresión de los usos y costumbres. En 2001, cuando un presunto ladrón de imágenes religiosas fue linchado en Santa Magdalena Petlacalco, Tlalpan, el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, declaró: “Con las tradiciones de un pueblo, con sus creencias, vale más no meterse. Es parte de la cultura y las creencias de los pueblos originarios, que representan al México que no termina por irse, al México profundo”. 

Estas justificaciones solo pueden enarbolarse, empero, si cerramos los ojos ante el hecho de que quienes son asesinados a golpes o quemados vivos por una turba son seres humanos como usted y como yo, como nuestros hijos. El linchamiento de Daniel Picazo, un hombre de 31 años que fue asesor de una diputada del PAN Johanna Alejandra Felipe Torres, es un ejemplo entre muchos de una práctica que sigue siendo común. 

Ayer conversé en radio con Nicandro Picazo, padre de Daniel, originario del pueblo de Las Colonias, también en el municipio poblano de Huauchinango. Me dijo que a Daniel le gustaba regresar a Las Colonias. El 10 de junio había llegado al pueblo y más tarde decidió ir a la población cercana de Papatlazolco. A través de WhatsApp, sin embargo, se difundió un rumor de que alguien había tratado de secuestrar a un menor. Daniel fue retenido, golpeado y quemado vivo por una multitud; lo torturaron y asesinaron por un delito que no cometió. 

Papatlazolco es un pueblo de enorme belleza, el cual se ha mantenido sumido en la pobreza en parte por la resistencia de sus caciques a aceptar la inversión productiva que podría transformarlo. El gobernador Rafael Moreno Valle impulsó hace años un proyecto de desarrollo turístico ahí, pero una persona originaria del lugar me cuenta: “Una secta convertida en partido político engañó a los pobladores diciendo que harían minas y que el propósito era privatizar el agua de las presas. Llenaron de odio a los pobladores, que terminaron por frenar el proyecto... Sembrar odio tiene consecuencias”. 

Este pueblo está en la orilla sur de la presa de Tenango. Al norte se ubica Tenango, lugar en el que Pedro Infante filmó algunas escenas de Tizoc. En otro punto del estado de Puebla, en la frontera con Tlaxcala, se encuentra San Miguel Canoa, el pueblo en el que en 1968 un párroco, Enrique Meza Pérez, azuzó a una turba para linchar a un grupo de jóvenes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla con el supuesto argumento de que eran “comunistas”. El dramático hecho ha quedado registrado en la película Canoa de Felipe Cazals. 

Dice don Nicandro que las autoridades han ubicado ya a 13 personas que participaron en el linchamiento de su hijo. Veremos ahora si se atreven a detenerlas. Muchos casos quedan impunes porque las autoridades no quieren enfrentarse con un pueblo entero: no es bueno para después conseguir su voto. Mientras la impunidad prevalezca, sin embargo, como ocurrió en Canoa y otros lugares, los linchamientos seguirán siendo un suceso común en nuestro país. que los políticos justificarán como fruto de injusticias ancestrales. 

Sin espacios

“Antes, nosotros estuvimos en la oposición, no nos daban espacio, no podíamos hablar”, dijo ayer el presidente López Obrador. Curioso. Nada más en mi programa de televisión “La entrevista con Sarmiento” estuvo 12 veces antes de ser presidente. Muchas veces también en mi programa de radio. 

Twitter: @SergioSarmiento