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Ellas sabrán

Por Yolanda Camacho Zapata

Julio 30, 2024 03:00 a.m.

A

Tener o no tener hijos. En realidad, no es dilema. No para quien sabe bien qué es lo que quiere y no quiere y, aunque parezca sorprendente, la indecisión deja cada vez más de ser un asunto para debatir con nadie.  Tenerlos o no tenerlos es una opción personalísima, y, en dado caso, de pareja y punto. Sin embargo, hay gente que sigue pensando que el tópico es materia para las masas, quizá por el hecho de que todavía se encuentra arraigada una fuerte cultura de estereotipos sobre el deber ser de una mujer. Todavía se cree que, si el cuerpo de una mujer es apto para procrear, entonces debe de hacerlo. Hasta hace relativamente poco, si una chica afirmaba públicamente que no quería ser madre llovía un rosario de “ya cambiarás de opinión”, “es que estás joven”, “es que no has encontrado al padre ideal”, “es que crees que la vida profesional es todo” o bien “es que tu generación es egoísta”, “es que ustedes ya no quieren molestarse por nada” y bueno, podría continuar. 

Ahora bien, a estas alturas, querer pensar que los modelos de maternidad de hace décadas son inamovibles, es tan absurdo como negar la existencia de los antibióticos, de la Inteligencia Artificial, o del teléfono móvil. Podrán sorprendernos e incluso asustarnos, pero están ahí y eso es indubitable. Eso sí, tenemos la facultad de decidir si tomamos o no un antibiótico, si usamos o no IA en nuestras tareas o comprar o no un teléfono portátil y cualquiera que sea la decisión, tendrá razones que posiblemente sean compartidas con otros, pero no por ello se vuelven verdades universales que forzosamente tengan que ser aceptadas por quienes no empatan con nuestros argumentos. 

Creo que a estas alturas cualquiera de nosotros conoce mujeres que optaron por no ser madres. Conozco a una que desde que éramos niñas dijo que lo suyo no iba a ser tener hijos y lo tuvo siempre claro; tanto que efectivamente, nunca se embarazó y tiene una buena vida con un hombre y dos perros. Es feliz. Conozco a otra chica que hace ya más de una década decidió ser madre, aunque no hubiera encontrado a una pareja. Es ahora la plena madre de una adolescente lista y feliz. Conozco a otra mujer que se casó, tuvo dos hijos y luego se divorció. No mucho después el padre de sus hijos desapareció y años después volvió a encontrar el amor. Su nueva pareja ha fungido de padre de los chicos y ella de madre de los tres chicos de él, que enviudó repentinamente. Conozco también a otra mujer que hasta hace poco creyó que estaría sola, hasta que encontró a una pareja con la que se mudó y comparte la maternidad de los hijos de su pareja con la madre biológica, con quien, afortunadamente, se ha entendido bastante bien. 

Ninguna de estas historias debe de romantizarse. Cada una ha cargado con sus propias complejidades, que en algunos casos no han sido sencillas de resolver. Sin embargo, atacar a una mujer por la decisión que tome con respecto al ejercicio de la maternidad, es demeritar el proceso que cada una de ellas realizó bajo sus propias circunstancias, valorando sus propios medios y sus muy particulares ideas. Ninguna de ellas necesita ni ha pedido nuestra opinión. Y eso, está bien. Ellas sabrán.