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En el tercer aniversario, ¿qué celebran?

Por Alfredo Lujambio R.

Julio 04, 2021 03:00 a.m.

En el tercer aniversario del triunfo electoral de AMLO, México y los mexicanos ¿tenemos algo que  celebrar? Creo que no; y sí mucho que lamentar. En el 2020, según el CONEVAL, la población en pobreza en México aumentó en 10 millones de personas y en pobreza extrema aumentó un 16% con respecto al año anterior. Según el propio Consejo Nacional de Evaluación de la política de Desarrollo Social, la pobreza laboral pasó de 35.6% a 39.4% (es decir 3.8% más), en el primer trimestre del 2021, comparada con el mismo periodo del 2020. La carestía y el aumento continuo de los precios, ya han convertido en polvo los incrementos salariales. Entre enero y marzo pasados el ingreso laboral promedio de la población ocupada, fue de 4,456.58 pesos al mes. El de los hombres fue de 4,787.40 al mes y el de las mujeres de 3,930.86.

El ingreso laboral de los ocupados indígenas fue de 2,173.14, es decir, menos de la mitad de los ocupados no indígenas (4,619.90) o sea, una brecha de 2,446.76.

Nada que celebrar: Continúa imparable, el deterioro de la calidad de vida de los mexicanos junto al opresivo sentímiento de inseguridad que se percibe cada día más fuerte, más cercano.

Primero los pobres, es una de tantas frases tramposas del presidente. Este gobierno, ha sido sin lugar a dudas el peor que ha habido en los últimos 50 años, por no ir más lejos. Su intolerancia virulenta a la crítica. La mentira como su arma envenenada para engañar, para anatematizar a oponentes, unida a su patológica e irresponsable actitud de echar las culpas de todo a los anteriores gobernantes, manteniendo una actitud pasiva, ante el incremento de la violencia y la inseguridad en grandes regiones del país, resulta negligencia grave o hasta cómplice. 

El gobierno de López, es el responsable directo e inocultable de la muerte de cientos de niños enfermos de cáncer, que han fallecido (y siguen muriendo), por la falta de los medicamentos (que antes, con el Seguro Popular nunca faltaron), como también de la muerte de muchos miles de personas más, ocasionada por una irresponsable estrategia de combate a la pandemia. También tiene que cargar con la responsabilidad de haber fomentado la violencia y la delincuencia, con una actitud complaciente y hasta amistosa con criminales desalmados que se solazan y hacen burla de sus dichos de “abrazos no balazos,” o el de “te voy a acusar con tu abuelita”.

Su dicho de “Primero los pobres”, se ha vuelto una dolorosa realidad, más bien una burla, porque durante este gobierno, son precisamente los pobres quienes más han sufrido por las medidas del gobierno. 

La llamada “consulta para enjuiciar a los presidentes”, que fue desechada por la Suprema Corte de Justicia, por ser totalmente contraria a elementales principios de justicia, para ser reelaborada por la propia SCJN, quedó redactada en una fórmula que raya en lo absurdo si no en el ridículo, por la ambigüedad de sus frases como “acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal . . . . .” y otras más, que en realidad, como muchas otras triquiñuelas del presidente, es tan solo un ardid más del mandatario para distraer la atención de los ciudadanos en asuntos que no son los que verdaderamente preocupan y lastiman a la sociedad, como por ejemplo, la violencia que continúa creciendo, la falta de medicamentos en el sistema de salud, la pésima atención y el mal manejo de la crisis de salud por la pandemia, el desastre total en que está dejando la economía, y la desconfianza de los mexicanos en su gobierno y en sus palabras siempre con doble intención siempre con el ingrediente del engaño y la mentira. 

Al presidente López, que ha usado como fórmula principal de su gobierno hacer un uso desmedido de la palabra todos los días, abusando de la notoriedad forzosa de que disfruta un presidente en México, desde su tribuna, le quedan “como anillo al dedo” algunas expresiones populares que los mexicanos hemos escuchado desde hace muchos años, en la voz de nuestros mayores, que reflejan en verdad una parte al menos de la sabiduría popular y que en pocas palabras dicen grandes verdades. Vienen a cuento dos de esas sentencias o refranes que se le aplicarían a López: “El pez por su boca muere” y “el que mucho habla, mucho se equivoca”.

Y es que desde que inició su sexenio y aún desde antes, empezó a equivocarse, a envenenar y a sembrar división en los mexicanos con sus filípicas, disertaciones y condenas a todo aquél que no lo aplaude o le rinde adulación, aplicando adjetivos y descalificaciones alevosas, en lugar de agradecer la crítica, al usar medios jurídicos y justos para combatirlos, como es la obligación de un presidente, no el ataque verbal alevoso.

lujambio06@hotmail.com