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En un llano

Por Alexandro Roque

Diciembre 03, 2023 03:00 a.m.

A

Guadalajara, Guadalajara... huele a petricor (a tierra mojada), pero también a torta ahogada... y a chiva (digo, por el equipo). Ubicada en un llano (en llamas), la capital tapatía huele sobre todo a bibliosmia (a libro antiguo), pues durante esta temporada es el centro del multiverso de los libros (envidio el don de la ubicuidad de Carlos Monsiváis), donde lo mismo y al mismo tiempo se presenta un libro de autoayuda que un cómic o novela gráfica que un poemario o un libro de recetas, y cuentarios, novelas negras (y rosas y azules), manuales, guías, partituras, anuarios y vademecums. 

Este día termina la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más grande en su tipo de toda América, con sus nueve días de muchas, demasiadas actividades relacionadas con los libros y la lectura en todas sus etapas, del diseño a la comercialización y de la edición a su consulta en bibliotecas. El año pasado asistieron más de 800 mil personas a los foros y locales de más de 2 mil 170 editoriales ubicados en 43 mil metros cuadrados, que van de las independientes a las monopólicas, de las universitarias a las oficiales.  

Fui por primera vez hace 30 años, cuando el país invitado era Colombia y la estrella en la entonces explanada fue Carlos Vives. Desde entonces pocas veces he faltado. Un día o los nueve, es una experiencia enorme el poder ver (si se puede comprar, según como me haya ido ese año) ediciones y productos de buena parte del mundo, libros que son difíciles de conseguir por el tamaño de la editorial o por su ubicación geográfica. También es fácil ahí conseguir las firmas y las selfies con autores y autoras admirados, luego de hacer fila, al final de su presentación o al encontrarlos en los pasillos.  

Este año la invitada de honor fue la Unión Europea y la FIL mostró un listón de duelo por la reciente muerte de su fundador, el ex rector de la Universidad de Guadalajara Raúl Padilla. Tuve la oportunidad de estar en varias actividades de la Unión Europea, con música y teatro y otras artes, con charlas (ya había dicho que no me gusta la palabra “conversatorio”, perdón) dedicadas muchas a los y las profesionales del libro en sus ramas de edición, diseño, traducción, corrección, comercialización, distribución y préstamo bibliotecario. Los derechos de autor, con tanto plagio y la irrupción de la inteligencia artificial, merecieron un buen espacio. 

Ubicar el salón donde va a estar un autor o autora no es fácil: hay salones por todos lados, arriba o abajo, en el área nacional, internacional, en el salón de cómic o en uno de tantos foros que las editoriales ha instalado en sus propios stands. Vayan felicidades especiales al genial Mauricio Bares y a sus plumas por las actividades en el stand de Nitropress. Quienes laboran en librerías y bibliotecas no tienen descanso y las carreras se ponen buenas entre tanto alumnado que ahí hace campamento. 

Entre otros libros, ya los comentaremos en el taller o en espacios como esta columna, me traje el número 61 de El Gallito Comics (con historietas basadas en canciones), En busca de los ladrones del fuego de Joumana Haddad, Taller de literatura de José Agustín Solórzano, Conato de extranjería de Angelina Muñiz Huberman, Lo que hicimos en la cama de Brian Fagan y Nadia Durrani, Diario del dolor de Maria Luisa Puga, La melancolía creativa de Jesús Ramírez-Bermudez, Escribir el crimen de Roberto Coria Monter y la Odisea de Homero traducida por Samuel Butler y con versiones de Atwood, Parker, Cave, Monterroso y Krahe.  

Fue genial ver a amistades y grandes editores, hacer planes a mediano y largo plazo. Espero fructifiquen a lo largo del año y compartir letras propias y ajenas con mucho mucho público. También, si Dios nos da licencia, esperamos conseguir una Van para organizar un viaje e irnos en bola entre amigos a disfrutar un día completo en la FIL 2024. ¿Cómo ven? ¿Quién jala? 

Es tres de diciembre apenas y ya llevamos una semana con adornos navideños. No es que sea un Grinch, como me han acusado, pero esta manía moderna de crecer las temporadas (Día de Muertos, Navidad) no me gusta tanto: siento que ya es fin de año, que es hora de hibernar mientras llegan las 12 campanadas. Tampoco está padre que ya vendan rosca de reyes. Diría Clavillazo: ¡la cosa es calmaada! Igual yo voy a poner el arbolito una semana antes de Navidad. También por fin hoy se acaba el campeonato de charros en SLP, luego de casi un mes, y con ello los bailazos diarios que se oían hasta la casa de mi mamá. Y el tianguis dominical volverá a la avenida Salvador Nava.     

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