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Familia y escuela Capítulo 61: Educación integral diversificada

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Mayo 26, 2021 03:00 a.m.

La Educación Integral Diversificada (EID), no es aquella a la que muchas personas y sectores de la sociedad confinan únicamente a las acciones realizadas por un sistema educativo, escuelas o profesores; por el contrario, resulta ser un movimiento generalizado y encaminado a entender este fenómeno como responsabilidad de todos.

El carácter de “integral” se adquiere al entender que, en toda acción humana, están implícitas habilidades, actitudes, valores y no solo conocimientos formales.

Nosotros, como seres humanos, estamos conformados integralmente, dado que tenemos elementos racionales y otros que escapan a toda lógica; incluso, nuestro cerebro está compuesto por dos hemisferios, los cuales representan, por un lado, las habilidades y conocimientos “duros” como el lenguaje, las operaciones matemáticas y más; pero por el otro lado, tenemos al hemisferio donde se dan cita elementos que salen de toda lógica como: los miedos, el amor, el odio, las habilidades artísticas y de innovación, entre muchas otras.

En el terreno familiar, en el hogar, se da el primer contacto con esta forma de educarse integralmente, generando no solo conocimientos objetivables, sino toda una reproducción sociocultural que va desde lenguajes, aspectos religiosos, valores, actitudes, formas de resolver problemas; hasta tipos de consumo cultural y alimenticio. 

Aún en la escuela, las enseñanzas van mucho más allá que los puros contenidos que un maestro o maestra tiene la encomienda de mostrar a sus alumnos, como parte de las funciones asignadas en su rol laboral. En toda aula de clases, se encuentran en juego múltiples elementos que van desde: sentimientos, actitudes, formas culturales de familias, posiciones económicas, hasta las interacciones de género.

Desde que un padre, madre de familia; un maestro o maestra, se paran frente a sus hijos o alumnos, ya están enseñando muchos aspectos; ellos, abiertamente o sin que te des cuenta, te observan y te analizan: cómo hablas, cómo te conduces ante situaciones diversas, cómo te vistes, qué tipo de aficiones o vicios tienes; incluso con el simple hecho de ver tu semblante o escuchar el tono de tu voz concluyen acerca de tu estado de ánimo, si les estás mintiendo, si hay problemas o todo marcha bien; a grado tal llega su análisis que por el simple olfato saben si consumiste alcohol o cigarro.

En todas las situaciones referidas y muchas acciones cotidianas más, se manifiestan actos de enseñanza integral, en donde se evidencian valores, costumbres, actitudes y demás elementos que son automáticamente aprendidos por ellos; y sin que haya un examen de por medio, aprenden, practican y refuerzan esos aprendizajes hasta mejorarlos. Es una lección de todos los días.

¿Es la escuela y el hogar los únicos lugares en donde aprendemos? Evidentemente la respuesta es: no.

Es aquí donde entra la característica de “diversificación”, dado que consciente o inconscientemente, planeado o espontáneo; desde adultos mayores, adultos, jóvenes, adolescentes y niños; en cualquier actividad productiva o recreativa; en ambientes familiares, escolares, laborales o informales; de viva voz o imagen, utilizando todos los medios de comunicación a nuestro alcance; todos estamos involucrados en este proceso de enseñanza y aprendizaje.

Se aprende en todos los escenarios, medios y condiciones posibles; a veces, en los lugares menos sospechados o adversos.

Al ver programación televisiva, al escuchar la radio o ver alguna película; al ir de compras al súper, al viajar en transporte público, al asistir a un espectáculo cultural o recreativo, o alguna ceremonia religiosa o política. 

Al ver las reacciones de las personas ante eventos tan naturales como el llover o tan catastróficos como huracanes o accidentes; al ver a una pareja de ancianos tomados de la mano en la vía pública o a un padre de familia al proteger a su niño; al ver o experimentar el nacimiento o la muerte de una persona o animal.

Al observar cómo se desarrolla una actividad profesional o en el hogar; al acudir a una población rural o indígena y percatarse de la manera en cómo conviven y realizan sus costumbres cotidianas; contemplar cómo algunos grupos y familias se organizan para llevar alimentos, ropa y apoyo moral a los asilos para ancianos, a otros en situación de calle y abandono, o en condición de espera a las afueras de los hospitales y hasta llegar a aquellos en situación de cárcel; estas acciones alcanzan también para proteger, alimentar y rescatar mascotas abandonadas.

No hay espacio ni tiempo definido para aprender integralmente; todo se encuentra ahí, frente a nosotros y nuestra actitud de aprender de todo.

La Educación Integral Diversificada, no es solo una actividad escolarizada, ni una guía para ser mejores padres de familia; es todo un movimiento social generalizado y permanente, del cual debemos estar conscientes y sacar el mejor provecho de ello. 

Es inevitable, los conocimientos “duros” junto con las actitudes y valores, las practicamos, enseñamos y aprendemos en cualquier momento y  circunstancia de nuestras vidas.