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Familia y escuela Capítulo 182: La lectura directa en libros, como práctica y aprendizaje vicario

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Octubre 04, 2023 03:00 a.m.

A

Es enteramente posible que podamos aprender y reproducir comportamientos, hábitos y costumbres, no solamente desde la propia experiencia, sino también observando la experiencia y resultados de otras personas.

Ya lo aseguraba Albert Bandura: el aprendizaje vicario es el tipo de aprendizaje que ocurre cuando al observar el comportamiento de otros individuos y los resultados que tienen esos comportamientos, hace que se extraiga una conclusión sobre el funcionamiento de algo y sobre qué conductas son más útiles o más dañinas.

Se imita lo que se ve, se practica lo que se tiene más cercano; se adquieren ideas, formas de pensar y actuar, así como también se conservan y promueven aspectos culturales que de generación en generación se han venido repitiendo e imitando y, por el contrario, el no fomentarlo provoca su paulatina desaparición.

Era clásico observar en tiempos pasados lo que ocurría en barrios y colonias con los niños y jóvenes que las habitaban, al practicar algún juego o diversión popular como las temporadas de canicas, el yoyo, el trompo y hasta los partidos de futbol callejeros; sobre todo que con esas acciones se fomentaba el imitar esos comportamientos; al paso del tiempo, se dejaron de efectuar e imitar y desaparecieron.

Actualmente esta forma de aprendizaje vicario se efectúa con toda la serie de videojuegos y aplicaciones para computadoras y teléfonos celulares, los cuales al estar siendo apropiadas y practicadas de manera general por otros, provoca su imitación y, por lo tanto, su fomento y reproducción.

Tal como le ocurrió a toda la serie de juegos y entretenimientos que eran imitados por los niños y jóvenes de esos tiempos y que paulatinamente han ido en extinción, esto último es lo que le está ocurriendo a la lectura directa en libros.

Cada vez hay menos personas y prácticas cotidianas de lectura directa en estos ejemplares a quienes imitar; tal parece que esta actividad, lo mismo que a los juegos de canicas, yoyos y trompos, se enfila de manera gradual a su paulatina extinción; es entonces que el observar a una persona con un libro bajo el brazo o, leyéndolo apaciblemente en una banca de jardín o espacio privado, es cosa del pasado.

La extinción de la práctica de esta lectura está en proceso; y, desde luego que me refiero a esa lectura agradable, por convicción y no por obligación, esa necesidad de tomar en nuestras manos el libro que de manera espontánea elegimos con la curiosidad de abrirlo y dejarnos seducir página a página por su contenido, reflejando y aprendiendo para la vida, a través de lo que descubrimos en él.

Aprender por imitación, esta es una de las claves para rescatar esta forma de lectura. 

Cada vez es menos frecuente el observar un libro, que no sean los textos gratuitos escolares, en los hogares actuales; seguramente por la reducción de espacios en las viviendas, por los costos que implica el invertir en los ejemplares, por la irrupción de las programaciones televisivas y contenidos en computadoras, así como en los teléfonos celulares; el caso es que en estos espacios hogareños, literalmente ya desaparecieron.

De igual forma, es deseable que dentro de las actividades familiares se fomenten espacios y tiempos para leer; sin embargo ante la inercia del consumo de contenidos audiovisuales digitales, estas campañas se ven rebasadas; es aquí que con el simple hecho de que los hijos vean que los papás leen con interés algún libro, en algún lugar de la casa, con ese solo ejemplo, de manera vicaria, se comenzará a imitar esa conducta hasta volverla costumbre.

En lo referente a los espacios escolares, desde luego que existen en aulas, además de la biblioteca escolar, pequeñas colecciones de libros, paralelos a los libros de texto; sin embargo, el fomento que se hace de su uso, se da más por obligación que por agrado; incluso, muchos maestros y maestras están más preocupados por obtener y mostrar ante sus alumnos el mejor aparato celular o la mejor aplicación educativa digital que sorprenda a sus pupilos.

Asombra el maestro de cualquier nivel educativo, que llega al salón portando en sus manos un libro y dedica unos minutos, como parte formal de su clase, a comentar brevemente su contenido, provocando en muchos de sus alumnos la curiosidad por imitar su comportamiento: “…¿qué creen? ayer comencé a leer este libro (mostrándolo a todos) y me quedé con la curiosidad de saber qué le pasó a la gran bellena Moby Dick, mañana les cuento qué ocurrió con ella…”.

Leer directamente de un libro, parece ser uno de los retos de rescate cultural más importante en nuestra época; realizarlo personalmente, para que esta actividad sea imitada, parece ser una forma necesaria y convincente.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx