Familia y escuela Capítulo 23: Hijos y alumnos especiales, papás y maestros también

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No cabe duda que cuando se escucha: “educación especial”, “necesidades educativas especiales” o “capacidades diferentes”, para el grueso de la población tiene un significado negativo, de anomalía, de carencia, de situaciones problemáticas y hasta de enfermedad y minusvalía. 

Ratificando lo anterior, encontramos la definición que emite el Diccionario de la Lengua Española (2019): Educación Especial es aquella que “… se imparte a personas afectadas de alguna anomalía mental o física que dificulta su adaptación a la enseñanza ordinaria”. Como se puede apreciar, se cataloga a los individuos únicamente desde su diferencia y carencia de elementos que provoca problemas para adaptarlos a una situación considerada como “normal” u “ordinaria”.

Pero, entonces, ¿qué es lo normal? ¿qué es lo ordinario?

Se dice que algo es “normal” de aquello que física, psicológica y socialmente tiene una aceptación general y que está acorde con la mayoría de comportamientos y convencionalismos establecidos en cierta época y cultura; derivando en conductas y características que de manera ordinaria se deben de ejecutar y mostrar, para “caber” y estar dentro de esa “normalidad”; lo que esté fuera, lo que no esté acorde con los parámetros establecidos, no es aceptado y es catalogado como “diferente”, “raro”, “extraño” y hasta “peligroso”.

Cabe aquí recordar dos cosas, en primer lugar el hecho de tener que adaptarse a lo establecido, ha provocado que todos esos principios virtuosos que en las familias y escuelas se nos han dicho, acerca de que somos individuos únicos e irrepetibles, se pierdan ante el “deber ser” como la mayoría quiere que seamos; toda proporción guardada, tenemos el caso de las personas que teniendo lateralidad izquierda (“siniestros” o “zurdos”) tienen que adaptarse a un mundo que, casi exclusivamente funciona para personas “normales”, con un perfil dominante hacia el lado derecho (“diestro” “con destreza” “correcto”).

Un segundo punto y de mucha relevancia, consiste en que, si alguien es diferente de lo establecido para un rango “normal”, no por fuerza se encuentra por debajo de éste.  Tener capacidades y rasgos especiales, pueden establecerse de forma sobresaliente y demostrar habilidades, conocimientos y aptitudes superiores a las ordinarias.

“…él ha sido el alumno de bachillerato más inteligente que he conocido; fue en su momento, el promedio más alto que en un examen de admisión se había obtenido; hacía lo que muy pocos o ningún alumno hace: revisaba el programa de estudios y preguntaba a cada maestro lo que seguía en las próximas clases y las estudiaba por su cuenta, de forma que cuando el profesor la presentaba, él ya la tenía aprendida; llegó a tal grado su conocimiento que, hubo ocasiones que discutía académicamente y al mismo nivel que los maestros, incluso llegaba a corregirlos; era alguien diferente y por supuesto que incomodó a muchos… por “faltarle el respeto a los docentes”, fue corrido de la escuela...”

No cabe duda que para alumnos especiales, se requieren maestros especiales.

“…mi hijo tiene Síndrome de Down, es extremadamente cariñoso y efusivo, solo que, por su edad física, no mide su fuerza y al correr, jugar o abrazar a otros niños o a adultos, los ha llegado a apretar fuerte y algunas veces a lastimar levemente. Sentía mucho coraje el que lo etiquetaran como brusco y agresivo y que, otros padres de familia alejaran a sus hijos del mío.

Conociéndolo bien, sé que no es para nada malo, ni mal intencionado; es un niño con un cuerpo mayor, viviendo en un mundo que quizás no es para él… yo, lo apoyo y soy su “puente” entre su vida y la de los demás…”

No cabe duda que para niños especiales, se requieren papás especiales.

Para resaltar y ayudar a la comprensión de este fenómeno, me quedo con algunos significados que el diccionario mencionado al inicio de este artículo otorga para la palabra “ESPECIAL”, en su uso como adjetivo:

1. “Singular o particular, que se diferencia de lo común o general”. En efecto, un papá o maestro debe saber entender esa diferencia, sin otorgarle a priori calificativo de negatividad.

2. “Muy adecuado o propio para algún efecto”. Todos tenemos al menos un fin y objetivo que cumplir en la vida; ellos, hijos y alumnos especiales, por supuesto que también lo tienen.

3. “Que está destinado a un fin concreto…”. El cambiar la vida de papás y maestros.

Para mayor información, recomiendo a todos los interesados, visitar la página que la Secretaría de Educación Pública de México, dedica a la Educación Especial: https://www.educacionespecial.sep.gob.mx/2016/index.html 

“…tuve la fortuna de colaborar como docente en la formación de profesores de Educación Especial, en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal del Estado en San Luis Potosí (BECENE). Siempre les dije que su misión era muy importante; enseñar lo es, pero enseñar y formar personas que son catalogadas como “diferentes”, en un mundo en donde priva la burla, el prejuicio y la exclusión social, adquiere otro significado.

A los alumnos que tuve oportunidad de colaborar en su formación; a los estudiantes, profesores en activo y padres de familia, que en cualquier parte del país dedican su vida a formar a estos seres especiales, reciban en primer lugar mi reconocimiento y respeto a su labor; pero además, la seguridad de que la necesidad de formar integralmente es una exigencia que, en la educación, se encuentra ya de manera ineludible, brindando no solamente contenidos “duros”, sino el tomar en consideración todas las potencialidades que para todo ser humano, serán tanto o más útiles que los aspectos técnicos y me refiero al fomento de valores, actitudes y habilidades.”

Atentamente: Dr. Gustavo Ibarra Hurtado

Comentarios: gibarra@uaslp.mx