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Familia y escuela Capítulo 170: El explorador y su descubrimiento

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Julio 12, 2023 03:00 a.m.

A

Explorar y descubrir es el ejemplo claro de lo que la educación debe promover en todas las personas de cualquier edad, género, nivel educativo y socioeconómico; representa la oportunidad de elegir consciente y libremente lo que queremos conocer y hacia dónde nos queremos dirigir. ¿Los límites? no existen, salvo que nosotros mismos los impongamos.

Desde luego que me refiero a la educación como proceso no solo escolarizado, si no, a ese evento humano del cual se generan conocimientos, experiencias, actitudes, sentimientos y habilidades para la vida; por ello, el fomentar tal libertad de ir y explorar por nuestra cuenta todo lo que necesitemos o hasta donde nuestra curiosidad nos invite a ir resulta, no solo importante, sino necesario.

¿Qué impulsó a los grandes exploradores a imaginar qué hay más allá de la puesta del sol? ¿qué hay después de las fronteras conocidas en la tierra, los océanos y el espacio? ¿Qué otros conocimientos existen, aparte de los ya alcanzados? ¿qué los impulsó a ir en su búsqueda y descubrimiento? 

¿Qué impulsó a Marco Polo a ir y asomarse detrás de la gran muralla china? ¿qué llevó a Cristóbal Colón a embarcarse hacia “el fin del mundo” y descubrir otros territorios? ¿y a Darwin, a Humboldt, Magallanes y miles de exploradores más?

¿Qué impulsó a los grandes artistas y exploradores de lo subjetivo a adentrarse en lo desconocido creando y descubriendo lo impensable? ¿Qué impulsó a da Vinci, Miguel Ángel, Nezahualcóyotl, Beethoven, Freud, Tesla y miles de creativos más?

¿Qué impulsó a Benito?, aquel niño oaxaqueño de origen zapoteca, a romper los estigmas de la clase social, etnia, color de piel, lenguaje y origen humilde, para llegar a ser abogado y presidente de la República Mexicana.

Seguramente que el primer impulso lo obtuvieron al liberar su mente de las ataduras establecidas por las mismas personas “eruditas” o por el sentido común y las costumbres del conglomerado social; ya lo entonaba Alberto Cortés: “Quiso volar igual que las gaviotas, libre en el aire, por el aire libre y los demás dijeron: ¡Pobre idiota! ¡No sabe que volar es imposible!” sin embargo, ¡pudo volar!

Después de dejar libre sus pensamientos, imaginación, ideas, raciocinio, sueños y muchos elementos más, por cierto, minusvalorados por muchos, se emprende el viaje y, no obstante, los recursos con los que se cuente o los obstáculos que haya que sortear, se aprende y se ponen a prueba todas las habilidades, hasta llegar de manera emocionada a asombrarse con el descubrimiento, obra o creación que logramos.

Es lamentable que la educación, al menos de manera general, se ha vuelto limitativa, selectiva, “endurecida” y empecinada en atar las mentes y sus ideas mostrando un solo camino, confundiendo adiestramiento con formación, en donde lo primero, encabezado por padres de familia, docentes y autoridades educativas, consiste en preparar a hijos y alumnos a solamente repetir fielmente el rol, conocimientos, habilidades, técnicas y los métodos preestablecidos para lograr un fin, por lo que basta con solo repetirlos o “regurgitarlos” tal cual los engullimos, para satisfacer a la sociedad y hacerles creer que hemos “aprendido” lo que algunos destinaron para nosotros y asumir con ello, que es suficiente para hacerle frente a la vida.

Por su parte, formar a alguien, va mucho más allá que solamente “inyectar” en su mente un cúmulo de datos; implica fomentar en ellos el espíritu de la exploración, aceptar la invitación de la curiosidad y de nuestros deseos por ir más allá y no esperar el que alguien “superior” te lo exija o te lo imponga; tener la valentía de asumir la educación que se nos brinda solo como una base, pero que tenemos toda la libertad para emprender el viaje, explorar y descubrir lo que queramos o necesitemos.

Los propios adultos, en su gran mayoría, ya perdieron esa actitud y optan por la seguridad que ofrece el tener “amarradas” sus propias y originales ideas y solamente razonan dentro de los marcos establecidos.

Los que nos hemos atrevido a seguir siendo exploradores a cualquier edad como alumnos, maestros, padres de familia, comunicadores, creativos y profesionistas, demostramos la valentía de ir y “asomarnos detrás de la muralla china” como lo hizo Marco Polo y ahora, lo mismo que él, podemos asombrarnos con nuestro descubrimiento e ir a contarlo a quienes nos rodean y contagiar de este espíritu a los que tenemos la responsabilidad de formar a hijos y alumnos.

¿Qué quieres saber? ¿qué rumbo te gustaría seguir? ¿qué idioma te gustaría hablar? ¿qué platillo te gustaría cocinar? ¿qué artefacto quisieras inventar? ¿qué canción, poema o pintura te gustaría crear? ¿qué te detiene? Los límites no existen, salvo que tú mismo los impongas, por eso: libera tus ideas, explora, sortea los obstáculos, crea, descubre y asómbrate. 

 “Me gusta andar, pero no sigo el camino, pues lo seguro ya no tiene misterio…” (Facundo Cabral)

Comentarios: gibarra@uaslp.mx