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Familia y escuela Capítulo 296: Educación multicultural

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Diciembre 17, 2025 03:00 a.m.

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En nuestro país, lo mismo que otros países del continente americano, al momento de ser conquistados y colonizados, comenzó un proceso de hibridación social al estar en contacto con otras razas, costumbres, ideologías, religiones, formas de alimentación y en general un choque cultural que provocó un cambio radical en la vida de todos los implicados en este proceso.

Esta aculturación, a diferencia de otros países y regiones, los cuales resguardaron su identidad sociocultural y biológica, mediante murallas y bloques claramente determinados a no ceder a estas cruzas, lograron conservar hasta donde fue posible, sus orígenes intactos.

Es por ello que tenemos que su apariencia física, lenguaje, costumbres, tradiciones y hasta su filosofía de vida es claramente apreciada y defendida por sus habitantes y los distingue del resto del mundo.

Sin embargo, para el caso de aquellos lugares en donde se tuvo irremediablemente un contacto y cruza entre los habitantes de pueblos originales con los de otras latitudes, se produjeron diferentes consecuencias; solo por mencionar algunas: tenemos la apropiación de otras religiones, gastronomía, reglas, leyes sociales y roles a desempeñar, por ejemplo en las familias; modificaciones en las formas de efectuar las acciones cotidianas y laborales como las agrícolas y productivas en todos los sectores económicos; desde luego que entre todos estos cambios tenemos las distintas apariencias físicas que dentro del mismo territorio se comenzaron a manifestar.

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Es bien sabido que, en nuestro país, durante el establecimiento de la colonia, se produjo una serie de castas, dentro de las cuales se produce, en primera instancia, un resultado el cual estuvo representado por la cruza entre un español con una indígena, teniendo la aparición del mestizo, aparejado a éstos, el resultado de padres españoles con descendencia en américa, los cuales fueron conocidos como: criollos.

Pero esto no acabó ahí, porque se tuvo la necesidad de nombrar a los diferentes productos derivado de los distintos cruces, aunado, además con la incorporación de la raza negra, por lo que encontramos al español con africano resultando en mulato; indígena y africano produce un zambo; mestizo y español resulta en castizo; mulato y español es un morisco. 

Fueron tantas las derivaciones raciales que tuvieron que llamar de formas grotescas a esos productos: lobos, coyotes, zambaigos, albinos, cambujos y hasta los conocidos como "vuelta atrás" o "vuelta a empezar" para denominar a las últimas combinaciones.

Posteriormente y para "enriquecer" estas mezclas, se incorporan chinos, franceses, árabes y muchos habitantes de los más variados países y regiones, creando distintas variaciones raciales aumentando las ya mencionadas.

Como resultado de todas estas mezclas y al final de todos estos cruces raciales estamos nosotros, como producto de toda una combinación, no solo genética, sino también social y cultural; ¿Representando a una raza mexicana? bien podría decirse que sí, pero como producto de la manera en que hemos sido multiculturalmente conformados.

Sin embargo, nuestro México en sí mismo es tan diverso que difícilmente podríamos llamarlo en singular, resultando de mejor manera llamarlo: "Méxicos" debido a sus grandes diferencias entre el norte y sur, este y oeste; regiones costeras, desiertos, bosques y selvas, planicies y montañas; con grandes centros urbanos coexistiendo con cinturones de miseria y a la par, todavía con enormes extensiones rurales y sobreviviendo pueblos originarios y sus todavía presentes 68 lenguas.

No cabe duda que el país es una muestra presente de un mosaico multicultural, con sus diferentes costumbres, rituales, formas de convivencia y hasta rasgos físicos, todos conformando pieza por pieza este gran rompecabezas nacional.

Bastaría con voltear a ver a aquellos con quienes cohabitamos en comunidad, bien sea al ir en algún transporte público, coincidir en algún centro comercial o en un aula de clases y darnos cuenta que todos somos diferentes: una gran gama de tonos de piel, tipos de nariz, ojos y en general de todas las características físicas; lenguajes y costumbres distintos unos de otros.

Con tales características ¿cómo se pretende educar y formar a una población tan multiculturalmente diversa?

Esta pregunta resulta fundamental porque la mayoría de los maestros de los distintos niveles educativos para desarrollar su labor docente, se centran principalmente en la aplicación directa de los planes y programas de estudio, de manera profesional y en muchos casos de forma tecnológica y con aplicaciones cibernéticas de vanguardia, pero sin tomar en cuenta las características multiculturales que los alumnos presentan.

Así como cada hijo es distinto, no obstante, tengan la misma matriz y origen formativo, cada alumno es diferente del otro, manifestando que la educación escolarizada debe, además de transmitir conocimientos, reconocer la multiculturalidad en su grupo.

Dicho reconocimiento implica entender que nuestras diferencias nos llevan a tener ritmos de comprensión y aprendizaje diferentes; nuestra matriz cultural y las acciones que de ésta se derivan, condicionan de cierta forma la manera en que transitamos por el proceso de ser educado y formado en familias y escuelas.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx