Familia y escuela Capítulo 30: Aprender Haciendo

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Teoría y práctica. Este par de etapas resultan en extremo relevantes para el logro de aprendizajes efectivos en diferentes niveles y campos del conocimiento; a grado tal que en la educación formal sería punto menos que imposible imaginarla sin estos dos pasos.

En muchas de las actividades académicas, en donde se requiere comprender procedimientos y técnicas sobre algún proceso, el “aprender haciendo”, es decir el aprender de manera teórica y práctica, es la forma en que se complementa de manera ideal lo que se está estudiando.

Tenemos el caso de ejercicios matemáticos, elementos relacionados con la química, física y otras áreas del conocimiento; también ocurre con los talleres en algunas secundarias técnicas, en donde se enseña electricidad, mecánica, corte y confección y muchos más, en los cuales su aprendizaje sería impensable sin su correspondiente práctica.

De igual forma, en la educación superior profesional, muchos de los campos de estudio exigen su correspondiente desarrollo de habilidades prácticas, como sería el caso, entre muchas otras profesiones, de enfermeros y enfermeras en lo referente a la toma de presión arterial o de la canalización intravenosa de un paciente; aunque existen modelos anatómicos para la práctica de estas funciones, hasta que se realizan con las personas y a través de múltiples ocasiones de ejecutarlas, se gana la experiencia y conocimientos necesarios para dominarlos.

Por otro lado, queda ya rebasada la idea de que la escuela es el único espacio posible para aprender; sin duda es muy importante, pero no es el único; sobre todo, tomando como punto de referencia no solo los aprendizajes catalogados como “teóricos” y/o “técnicos”, sino la amplia gama de conocimientos necesarios “para la vida”.

Son diferentes los autores que han teorizado sobre la forma de aprender de manera natural, como esa cualidad del ser humano que de manera innata le lleva a descubrir nuevas cosas; a probar y tener esa curiosidad por poner en práctica y saber lo que a la mente viene como interrogante; a imitar otros comportamientos y formas de resolver problemáticas que en otros lugares o con otras personas ya lo han hecho y ahora es el momento de corroborarlo por experiencia propia.

Es tan sencillo como el plantear que “a caminar se aprende caminando”, de igual manera hay múltiples conocimientos y acciones que espontáneamente y a veces sin proponerlo e incluso sin darse cuenta de ello, lo estamos haciendo y aprendiendo.

De las muchas acciones que dentro y fuera de la escuela se pueden “aprender haciendo” así, de manera espontánea, descubriendo, imitando y practicándolo; sin duda, lo referente a los valores morales es uno de los más valiosos, sobre todo por la importancia que tienen para el desarrollo armónico de la vida de las personas, lo que los coloca a la par de cualquier conocimiento teórico.

Es conocido por muchos padres de familia y profesores, que los valores como elemento de educación y formación de los hijos y alumnos, NO se enseñan. El hecho de leer y estudiar, incluso realizar pruebas y exámenes sobre los conceptos básicos que integran los actos valóricos, no garantizan que éstos sean ejecutados y llevados a la práctica.

Los hijos, alumnos y hasta personas adultas,  son sometidos a “clases intensivas” de valores morales todos los días, en la escuela, en la familia, en las redes sociales, en las series televisivas y plataformas de streaming, así como en la vida cotidiana en la calle y lugares de convivencia social, entre otras muchas; recibiendo contenidos, acciones y formas de comportamiento que reflejan las posturas, a favor o en contra, de la honestidad, el respeto, la gratitud, la lealtad, la tolerancia, la solidaridad, la generosidad, la amistad, la bondad y la humildad,  entre muchos otros aspectos que complementan la integridad de toda persona.

El tener en claro que todos estos ejemplos de valores, resultan de tanta o más importancia que los contenidos teóricos y técnicos de toda profesión, alcanzaría para comprender el por qué actualmente muchas empresas privilegian para la elección de su personal, no solo la especialización en un área del conocimiento, sino también aspectos que sirven para el trabajo en equipo como el respeto y la tolerancia; además de rasgos que son deseables para el compromiso con la institución, como lo son la lealtad y la honestidad.

¿Cómo se desarrollan? ¿Cómo se fomentan? ¿en dónde se llevan a cabo?

La fórmula es muy sencilla: “aprender haciendo”. Aprovechando las cualidades innatas que tiene el ser humano para aprender, en este caso sin la necesidad de libros, ni manuales, ni mucho menos exámenes. 

Si “a caminar se aprende …” “a andar en bicicleta se aprende…” “a besar se aprende…”; luego entonces “a practicar valores se aprende… ¡Claro, Practicándolos!”

Qué impresionante resultan las diferentes formas que existen para aprender, pero igual de impresionantes son los compromisos que para profesores, padres de familia, medios de comunicación y en general a todos aquellos que muestran sus comportamientos hacia los demás; por el hecho de saber que, lo que muestren en su actuar cotidiano se convierta en un modelo a seguir y ser imitado por las diferentes personas frente a las que nos desempeñamos, incluidos nuestros hijos y alumnos.

Comentarios: gibarra@uaslp.mx