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Familia y escuela Capítulo 62: Micro espacios y micro esfuerzos

Por Gustavo Ibarra Hurtado

Junio 02, 2021 03:00 a.m.

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No cabe duda que la playa más hermosa, con la arena más fina y delicada, está conformada por miles de millones de pequeños cristales; de los cuales, si los viéramos al microscopio apreciaríamos, aún en su dimensión tan pequeña y hasta para algunos “insignificante”, la belleza que encierran; todo ello, sin dejar de reconocer que la suma de esas diminutas partículas tiene como resultado el precioso escenario descrito.

Lo mismo pasa con los copos de nieve, las gotas de lluvia, las plantas que componen toda una selva, los ladrillos y tabiques con que se construye una gran obra arquitectónica, cada una de las hormigas que integran toda una colonia y sus esfuerzos titánicos; y por supuesto, con cada uno de los seres humanos que conformamos una sociedad específica.

Una de las tareas pendientes, dentro de un escenario de educación integral diversificada, consiste en fomentar y actuar convencidos de que todas las acciones emprendidas por cualquier persona y en cualquier espacio, por más marginal o encumbrado que sea, tiene repercusiones positivas o negativas en el contexto y con el resto de la población. 

Se tiene con mucha frecuencia la noción social de que las personas y los lugares con mayores y mejores posiciones económicas y de poder, son los verdaderamente importantes, los que determinan el rumbo de una sociedad y por consecuencia, se convierten en los modelos a reproducir y a fijar en la mente de los alumnos e hijos como meta y objetivo, para “ser alguien en la vida”.

Las personas que crecieron enmarcados en estos parámetros, están inmersas en la sociedad de la acumulación y el consumo; afirma Galeano: ¿Cuántas órdenes de comprar reciben los que poco o nada pueden comprar? ¿Cuántas veces por día se les taladra la cabeza para convencerlos de que quien no compra no existe, y quien no tiene no es?

Por supuesto que no es necesariamente malo el vivir para trabajar y obtener todas las comodidades que la modernidad ofrece; el mejor automóvil, la mejor casa, los mejores alimentos, las mejores escuelas, el mejor celular y una televisión de tamaño espectacular; lo que se define como un mejor nivel y calidad de vida.

Lo que hace que este concepto se convierta en una frustración para muchos, es precisamente su origen, al entender que se fundamenta en el alcance y posesión de bienes materiales; lo que predestina a que no toda la gran masa pueda acceder a dichos niveles, siendo el impulso a realizar las acciones más aventuradas, ingeniosas y en algunos casos, hasta ilegales, con tal de conseguirlo.

En este sentido, para muchos resulta poco útil la práctica de valores y buenas costumbres, si en determinado momento no sirven para consumir lo que el mercado ofrece y desde luego, que con ello no alcanza para comprar todo lo que se anuncia y que “se debería poseer”; sobreviene entonces, una desestimación de quiénes somos y si lo que hacemos es realmente importante y significativo.

Los micro espacios en donde nos desenvolvemos y los micro esfuerzos que realizamos todos, son la base para que se construya con ellos, todos los macro proyectos existentes y se hagan visibles los macro esfuerzos de todo un pueblo y una cultura.

Me refiero a los que dedican su vida a mantener la limpieza en espacios públicos, edificios, escuelas y casas; los que cuidan de la integridad y seguridad de los demás; los choferes del servicio de transporte público y foráneo.

Los que ponen a la venta frutas, verduras y alimentos preparados; los obreros que mantienen la producción de las grandes fábricas; los empresarios y los inversionistas que arriesgan su capital y a la vez brindan fuentes de trabajo y seguridad social a sus empleados.

El comunicador, desde su espacio de difusión, periódico, estación de radio u oficina de prensa; el enfermero y enfermera, desde la clínica o los centros comunitarios de salud; y así, el ingeniero, el abogado y las demás profesiones.

Los que predican la fe y la esperanza que, para muchos, es lo único que tienen para sobrellevar su situación marginal o encumbrada; los que desinteresadamente ofrecen su vida hacia los demás, como misioneros de protección y apoyo a comunidades marginales, migrantes, ancianos, personas y mascotas en situación de calle y abandono.

El profesor y profesora, desde su aula de clases; cada padre y madre de familia, desde su hogar.

Tú eres importante, yo soy importante, el lugar en donde nos desenvolvemos es importante, las acciones que realizamos ¡son importantes!

Emprender y mantener de manera permanente esta idea, es fundamental para encontrar el sentido de vida y se convierte en una de las más grandes e importantes enseñanzas que pueda promoverse.

“…somos los diminutos cristales que, con nuestro brillo, conformamos esa hermosa playa”

Comentarios: gibarra@uaslp.mx