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Hacia dónde va la educación

Por Dra. Mariana Córdova Contreras

Octubre 27, 2024 03:00 a.m.

A

Cada día que pasa, crece la preocupación de los docentes acerca del futuro del proceso de enseñanza aprendizaje. En muchos de los espacios de discusión surgen distintas realidades latentes en el aula de clase, como lo son la falta de atención y el desinterés de los estudiantes, la desmotivación y la poca vinculación que se genera por los contenidos y la llegada de la inteligencia artificial que pareciera estar poniendo en jaque el desarrollo del pensamiento crítico y analítico de nuestros estudiantes. Con este panorama la real pregunta es ¿Qué hacemos al respecto? No podemos seguir asignando culpas, ni quedarnos en la definición de síntomas y problemáticas, tenemos que tomar cartas en el asunto y empezar a rediseñar el proceso que hasta hace algunos años daba respuesta a la realidad de la sociedad en la que vivíamos.

Muchas son las variables que le podemos atribuir a la falta de motivación de los estudiantes, pero sin duda alguna los trastornos de aprendizaje, los problemas emocionales, el uso excesivo de las tecnologías, la falta de estructura en el aula, las clases aburridas y monótonas o el exceso de trabajo, son entre muchos, las razones que nos lleva a pensar que es el momento de transformar las estrategias educativas y lograr que las clases se vuelvan un espacio retador del conocimiento para ellos y ara nosotros. 

Diciendo esto no pongo ni por un momento en tela de juicio la labor del docente, al contrario entiendo la resistencia al cambio existente a cambar un modelo educativo que ha funcionado por siglos, mi planteamiento se deriva de la necesidad de entender que la sociedad está en un proceso de transición que exige cambio inmediatos no solo en la manera que vemos al mundo sino como debemos analizarlo. Temas como la empatía ahora son ineludibles y hay que trabajar a lo que la UNESCO establece como uno de los aportes más importantes al proceso de enseñanza de este siglo y es apostarle a la educación socio emocional, que no es sino más que desarrollar habilidades como la empatía, la autorregulación y la resolución de conflictos con el objetivo de fomentar la convivencia pacífica, respeto a la diversidad y el bienestar individual y colectivo. Si tomamos esto como referente parece que llego el momento de perderle miedo al cambio y aprender a desaprender, para aprender a reaprender y así aprender haciendo. Parece que ahora el aula será un espacio de aprendizaje para estudiantes y profesores y allí empezar de manera conjunta a construir los nuevos aprendizajes. 

Creo fervientemente que debemos crear ambientes de aprendizaje estimulantes en donde generemos espacios seguros y organizados, donde usemos desde estrategias de gamificación hasta actividades dinámicas que fomenten el trabajo en equipo y el debate, pero siempre sobre la base de la tolerancia y el respeto y en donde si bien los derechos son importantes los deberes, la responsabilidad, la disciplina no se queden como un asunto pendiente. Hace poco escuche a alguien que me comento que quizás es momento de empatizar la disciplina y se me hizo interesante y acertado el punto. 

Por otro lado, si bien es cierto que debemos adaptar las lecciones a las necesidades e intereses de los estudiantes creo que aún mas importante es traer casos de nuestra realidad a la discusión de aula, no solo para debatirlas, sino para a través de técnicas de neurolingüísticas podamos desarrollar competencias comunicativas que los prepare hacia la sociedad inclusiva que todos deseamos. Trabajemos de la mano con la Inteligencia artificial, no la veamos como el enemigo, al contrario, enseñemos a usarla con responsabilidad y sacar provecho de ella. Las herramientas tecnológicas llegaron para quedarse, incorporémoslas en nuestras aulas y hagamos alianzas con ellas en nuestras estrategias de aprendizaje.

(Profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey en San Luis Potosí)