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HAGAN ALGO BIEN

Por Juan José Rodríguez

Mayo 05, 2022 03:00 a.m.

 El paquete de reformas en materia electoral que se está procesando en el Congreso del Estado, para aplicarse en las elecciones de 2024 y que deberá estar aprobado y promulgado a más tardar en 13 meses, puede traer buenas noticias si los partidos mayoritarios deciden sensatamente, pensando más en el interés ciudadano que en el propio.

Entre las numerosas modificaciones que han sido propuestas, tanto por el Ejecutivo a través de la fracción legislativa del PVEM como por otras bancadas y diputados en lo individual, hay una que sobresale por su importancia: la eliminación de las Alianzas Partidarias. 

Esta forma de asociación de partidos para competir juntos en determinadas elecciones es la más indeseable de todas, pues violenta y falsifica la voluntad ciudadana. Es esa en la que los organismos involucrados firman casi en secreto un convenio previo a la jornada electoral, mediante el cual se reparten a su conveniencia la votación que consigan.

Los partidos así aliados figuran en la boleta con un solo escudo o logotipo -casi siempre formado con el ensamble de los individuales- por lo que es imposible saber cuántos sufragios corresponderían a uno u otro según la auténtica voluntad de los votantes. La asignación final la hace la autoridad electoral conforme los porcentajes determinados meses antes en el convenio desconocido. 

Esta figura asociativa permite que sean las dirigencias partidistas quienes previamente determinen el destino final de una cierta cantidad de votos, para que su distribución permita a uno o varios de ellos alcanzar el porcentaje mínimo para no perder su registro y para tener derecho a diputaciones plurinominales.

En las elecciones del año pasado, el PAN y el PRI formaron Alianza Partidaria con Conciencia Popular, y firmaron un convenio mediante el cual se le asignarían a este último (arbitrariamente, perdón por la insistencia) la mitad de los votos totales conseguidos en los distritos IV y VII, que resultaron suficientes para que el partido de Oscar Vera conservara su registro y alcanzara una diputación. Así, en los hechos resultó que varios miles de panistas y priistas que según ellos votaron por sus partidos en realidad lo hicieron por Conciencia.

Las Alianzas Partidarias han ido desapareciendo en la mayoría de los estados, pero para nuestra vergüenza San Luis Potosí es uno de los pocos en donde subsisten. Es decir, somos una de las pocas entidades federativas cuyas autoridades no han tenido ningún escrúpulo para se siga adulterando flagrantemente la voluntad de sus ciudadanos.

Suprimir las fraudulentas Alianzas Partidarias no quiere decir que los partidos se queden impedidos de asociarse entre ellos para su participación conjunta en determinados comicios. La ley contempla la figura de las Coaliciones, mediante la cual se puede postular por dos o más organizaciones partidistas candidatos a gobernador, a presidentes municipales y/o a diputados locales.

La diferencia con las Alianzas es que en las Coaliciones cada partido -con el mismo candidato- figura en recuadro separado y con su propio emblema en la boleta correspondiente. Así, aunque al final todos los votos sean para el mismo individuo, es posible saber cuántos corresponden a cada formación política, según la clara expresión de la voluntad popular. Si algún elector cruza más de un recuadro, el voto se acredita al abanderado, pero no a uno u otro partido.

Hay algunas otras iniciativas de reformas que también resultan interesantes, a las cuales nos referiremos en entregas posteriores. El conjunto de propuestas acumuladas en un pre dictamen comenzará en breve a ser sometido a consulta con las comunidades indígenas, conforme lo ordena un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para remediar la omisión en la que se incurrió hace dos años.

CADA QUIÉN SU REFORMA

No obstante que hace apenas una semana que se presentó en una Mañanera, mucha, muchísima agua ha corrido ya bajo los puentes de la reforma electoral -creo que sería mejor hablar de reforma política- impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Al día de hoy, lo que ese torrente muestra es que las reacciones iniciales de la comentocracia nacional se han ido matizando.

En un primer momento, destacaron tres apreciaciones: “Es absurdo enviar una iniciativa que no pasará en el Congreso” (por falta de votos de la oposición); “Es una propuesta regresiva que quiere hacernos retroceder decenios en nuestra evolución política”, y “Es un distractor para que la gente no se enfoque en los grandes problemas nacionales” (inseguridad, feminicidios, carestía, corrupción, tren maya, etcétera).

Tengo la impresión que en el fondo se trata de una muestra más de la sagacidad política de López Obrador: En la guerra por dominar eso que ahora se llama la conversación nacional o la narrativa pública con la mira puesta en el 2024, escogió un campo de batalla favorable a sus propósitos y está tratando de llevar ahí a un ejército enemigo envalentonado pero (todavía) inferior. 

Si ese ejército formado por los principales partidos de oposición se presenta y combate, será bombardeado con la “reducción del número de legisladores federales y estatales”; con lo de “abaratar nuestras elecciones que son las más caras del mundo”; con eso de “arrancar el órgano electoral de las manos de neoliberales fifís” y, desde luego, con lo de “traidores a la Patria”, y etcétera, etcétera.

Si no se presentan al campo de batalla de la opinión pública a discutir en sus méritos la propuesta lopezobradorista, de cualquier forma serán atropellados por la retórica: rehúyen el debate, no tienen argumentos con qué defenderse, dan la espalda a los intereses del pueblo bueno, son mezquinos y cobardes, y linduras por el estilo.

Pienso que lo que verdaderamente busca López Obrador no es convencer a los diputados sino “ponerlos en evidencia” ante los votantes y ganarse la voluntad de estos.

AMLO sabe que mientras sus opositores conserven identidad partidista, él entra con ventaja en las batallas: no hay en nuestro país instituciones públicas más desprestigiadas, con menor aprecio popular que los partidos políticos. Por eso no me parece casual que el presidente haya decidido que “su” iniciativa de reforma político/electoral haya sido presentada en “su” Palacio Nacional, por “su” Secretario de Gobernación, “su” jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera y “su” Director General de Aduanas. Haberle encargado el evento al líder nacional de Morena, para que lo efectuara en las oficinas del partido, habría significado que el proyecto reformista naciera muy demeritado.

Tampoco me parece producto de casuales inspiraciones coincidentes que algunas de las mentes más lúcidas entre los adversarios de López Obrador hayan comenzado muy pronto a decir que no tiene ningún caso discutir la iniciativa de marras en sus detalles, toda vez que como no será aprobada en el Congreso hacerlo sería una pérdida de tiempo. El planteamiento viene a ser “no vayamos a ese campo de batalla”.

COMPRIMIDOS

Me sorprendió la detención del Dr. Miguel Ángel Lutzow. No lo conozco, nunca he cruzado una palabra con él, pero a raíz de que asumió la titularidad de los Servicios de Salud en relevo de la doctora Mónica Rangel, fuentes muy confiables me comentaron que al tener acceso a la información administrativa y financiera de la dependencia se asustó de tanta corrupción, y que de inmediato informó a Palacio de Gobierno. Si las imputaciones que ahora se le hacen son ciertas, estaremos ante un caso que ejemplifica perfectamente aquello de “En arca abierta el justo peca”. Si aumenta el número de integrantes de su gabinete tras las rejas, para Carreras va a ser dificilísimo mantenerse alejado de ellas.

El mal hábito del gobierno gallardista de eludir la transparencia y manejarse con tanta opacidad como sea posible, ya trascendió fronteras. La Secretaría de Hacienda emite trimestralmente un documento relativo a la calidad de la información reportada sobre los recursos federales transferidos (a los estados y municipios). Recién dio a conocer el correspondiente al ultimo trimestre del año pasado, primero de la administración que encabeza Ricardo Gallardo Cardona. Para vergüenzas no gana uno: somos el quinto peor estado en ese rubro. Es decir, solamente hay cuatro peores que nosotros y 27 mejores.

Sobre este tema de la opacidad, vale subrayar un dato más: En una escala de uno a cien, este gobierno alérgico a la transparencia obtiene una calificación de 70.8 a 29 puntos de distancia de los mejor calificados (con 100): Hidalgo y Quintana Roo, pero a sólo 2.7 puntos del peor calificado de todos: Veracruz, con 68.1. Insisto y seguiré insistiendo: Un gobierno que oculta lo que hace es porque está haciendo mal las cosas o malas cosas. Lo más probable: raterías, pillerías, bandidaje, corrupción, y sígale usted.

El muy forzado eslogan Potosí para los potosinos, ya está convertido por el propio Gallardo Cardona en una burla tan cruel como propalada. Potosí, como sinónimo de riqueza en abundancia, tiene sentido únicamente para la cada vez más nutrida legión extranjera traída exprofeso para enriquecerse por RGC y Héctor Serrano Cortés. Es relativamente fácil corroborarlo. Cuestión de repasar quiénes parten y reparten el queso en la Oficialía Mayor de Gobierno (especialmente en las áreas relacionadas con compras y contratos de servicios); en la Junta Estatal de Caminos con su presupuesto robustecido; en la Contraloría General del Estado y su capacidad de “arreglar” malas cuentas sobre la marcha; en el Sistema de Financiamiento para el Desarrollo del Estado y sus créditos fáciles, etcétera. Por curiosidad chéquese también quién maneja todo lo de adquisiciones y contratos desde la Oficialía Mayor de Soledad. Coincidentemente se llama Alejandro Serrano Cortés. ¿Así o más descarado el saqueo?

Por las terribles realidades que significan, pocas cosas más perturbadoras han mostrado los medios nacionales en mucho tiempo que ese grupo de militares, uniformados, armados y en comisión oficial, tirados en el suelo, maltratados, insultados, vejados y golpeados por sicarios del crimen organizado. Un país que permite semejante humillación de sus fuerzas armadas, está jodido, muy jodido.

Hace unos días me topé con una frase atribuida a Martin Luther King que me parece podría muy bien hacer suya desde ultratumba el exgobernador Antonio Rocha Cordero, ahora que Gallardo Cardona por sus puros destos le ha quitado su nombre a un tramo del periférico: “Al final, no recordamos las palabras de nuestros enemigos sino el silencio de nuestros amigos”.

Hasta el próximo jueves.